Capítulo 30

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Eiliv me había despertado en medio del bosque. No me sorprendió que me encontrara, pero si antes del tiempo límite. Me pedía que la escuchara y realmente no sabía si podía confiar en ella. Aún seguía siendo un títere de Arrecian y el hecho de que se encontrara ante mí se podría deber a una nueva orden de él, sin embargo, también cabía la posibilidad de que ella misma me buscara con otro fin. Las posibilidades eran del cincuenta por ciento.

–De acuerdo.

Ella se puso de pie mirando hacia el cielo. Permaneció en silencio un par de segundos y sin apartar la mirada comenzó a hablar:

–Sabes perfectamente que no deseo cumplir la orden de Arredian y para impedir que lo obedezca necesito de tu ayuda –volteó a verme–. Tenía planeado librarme más tarde, pero como él ha dicho: las cosas cambian –recogió un pequeño costal del que, hasta ese momento, me percate que traía consigo–. Despierta a Valien, necesito que me acompañen al ort.

–¿Qué tiene que ver él en todo esto? –no deseaba involucrar a Valien más, si la muerte me acechaba a mí, no quería que también posara su atención en él.

–En realidad nada, pero es peligroso que se quede dormido y solo en este lugar.

Tenía razón, dormido era presa fácil para cualquiera. Además, de que era el único del reino que me estaba ayudando a escapar y el dejarlo solo a estas alturas sería algo cruel de mi parte. Lo desperté y tras intentar dar una explicación de cómo Eiliv se encontraba ahí, ella me interrumpió para explicarlo.

–Valien, la razón por la que los he encontrado es porque necesito que me brinden su ayuda. Yo sola no puedo salir del problema y ustedes no pueden hacer mucho sin mi ayuda –por la forma en la que, Valien, la veía parecía no seguir de manera adecuada el hilo de la conversación–. Sé que mis palabras parecen simples disparates, por ello necesito que ambos me acompañen.

–Puedes hablar aquí solo estamos nosotros tres –respondió Valien señalando en derredor.

–Este lugar no es seguro para ninguno de los tres.

–Bien, vamos –se levantó.

Frente a ella se comenzó a crear un punto luminoso, que pronto se fue agrandando hasta ser un portal lo suficiente ancho para pasar una persona.

–¿Qué es esto?

Sin decir nada entré empujando a Valien.

–¿Acaso aún sigo dormido o he comido alguna planta alucinógena sin darme cuenta? –soltó mirando en todas direcciones.

No pude evitar sonreír. Era la segunda vez que entraba y su reacción había vuelto a ser la misma. Entonces recordé que, en aquella ocasión, Saira le había borrado los recuerdos para protegerlo. Nuevamente para él, esa visita era la primera.

–Antes de dar cualquier explicación, necesito de tu ayuda Kris –mencionó Eiliv cerrando el acceso.

–Claro.

De entre sus ropas sacó una daga, la misma con la que se había lesionado ella misma.

–Prométeme que no dudaras al momento de realizar lo que yo te pida –me tendió el arma mirándome a los ojos.

–Sí, lo prometo –dije tomando la daga.

–¿Sin importar lo que sea?

Asentí.

–Mátame –soltó de forma abrupta.

«¿Qué? ¿Había escuchado bien? ¿Ella quería que yo la matara? ¿Esa era su solución para no obedecer tal orden?»

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