Capítulo 25

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A pesar de aún estar dormido era capaz de escuchar cómo gritaban dos personas entre sí, perturbando mi sueño. Con lentitud comencé a abrir mis ojos para buscar a los dueños de tales vociferos, me sorprendió descubrir aquella escena; Valien atacando a Eiliv sin razón aparente.

–¡¡Entra en razón!! Es tu amo y mejor amigo... ¡¡Para!! –gritaba Eiliv forcejeando con Valien para evitar que hiciera algo con la daga que traía en mano.

–¡Esa escoria no es mi amigo y tú no deberías de defenderlo! –dijo apretando los dientes por el esfuerzo que estaba realizando.

–No hagas algo de lo que te puedas arrepentir –amenazó para después voltear a verme– Corre, aléjate.

Aún aturdido por tener poco de haber despertado, me abalancé sobre Valien ignorando las palabras de Eiliv sin razonar un segundo la situación.

–Déjala, Valien –le ordené.

Entre el forcejeo, los tres caímos al suelo.

–Tengo que matarlo –habló poniéndose sobre mí con la daga en dirección a mi cuello.

–Lo harás sobre mi cadáver –contestó Eiliv con voz queda tumbándolo con una patada para darme tiempo a levantarme–. Maldita sea ¡Huye de aquí, Kris!

–Así será, si eso es lo que quieres –dijo Valien arremetiendo contra ella.

–He dicho que la sueltes –grité golpeando su rostro.

Rio sobándose la quijada.

–No te preocupes al único al que quiero llevar a la tumba es a ti –habló aproximándose con un brillo extraño en su mirada. Ese no era mi amigo.

–Eso ni pensarlo –gritó Eiliv atacando por detrás.

Esto causó que el desatinara y cayera al suelo. «Cielos, qué fuerza habrá puesto para lograr tumbarlo». En escasos segundos un gran charco de sangre se comenzó a crear entorno a él. Sin mencionar palabra se acercó poniendo una mano en su frente mientras el abalorio que colgaba de su cuello comenzaba a emanar un intenso brillo.

–¡Está sangrando demasiado! –en cuanto lo dije me sentí el más idiota por mencionar lo obvio.

–Estaba, ya no tiene la herida –habló poniéndolo boca abajo para que viera que solo su ropa estaba cortada y manchada, pero su piel estaba intacta.

Aquello terminó por desconectarme de la realidad. Estaba ensimismado de ver todo lo ocurrido, mi cerebro no dejaba de formular preguntas y mi conocimiento no me respondía ninguna.

–Antes de que me ataques con él sinfín de preguntas que tienes, escúchame –dijo levantándose al tiempo que sacudía su vestimenta. Mientras realizaba dicha acción, mi mente quedó en blanco y me fue imposible retirar mi mirada de ella, aún más cuando llegué a su cuello, tenía una gran cicatriz que iniciaba cerca de su barbilla y recorría su pecho hasta perderse en su blusa; aquella marca me recordó al lobo que tiempo atrás ayudé. Eran tan similares las cicatrices.

Al crearse un silencio por mi embelesamiento, ella continuó hablando.

–Este no es Valien –lo señalo–, no del todo.

–¿No del todo? –enarqué una ceja.

–Algo o alguien lo poseía –desvió su mirada al cielo y sin apartar la mirada, habló–. La obscuridad nos está alcanzando y el río carmesí no tarda en desbordarse. Será mejor ir a otro sitio.

–¿Río carmesí? ¿Desbordarse?... ¿De que estas hablando? –la mire confundido.

–Vámonos –fue todo lo que me dijo para emprender su andar.

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