Por favor regresa

407 40 4
                                    

-Hola, abuela-Saludé entrando al coche.
-Hola, cariño. ¿Cómo te fue?-Preguntó arrancando el coche.
-Bien, mejor que otros días-Susurré.
-¿A dónde quieres ir? Vamos a dónde tú quieras-Dijo emocionada.
-¿Qué tal un centro comercial?-Pregunté emocionada.

Mi abuela salió del estacionamiento en un dos por tres y condujo hasta el centro comercial más cercano. Al entrar al estacionamiento, aparcó en el primer espacio vacío y entramos de inmediato al establecimiento. Observé todo con atención, solo había entrado a un centro comercial una vez, con alguna amiga que había tenido hace años. Aspiré un olor rico y dulce, no solía oler eso a diario, observé las tiendas y me di cuenta que casi todas eran de ropa o zapatos.

-¿Podemos ir a aquella?-Pregunté apuntando a una tienda con un nombre algo chistoso.
-Seguro, vamos-Dijo mi abuela y caminamos hasta allí.

Al entrar una señora nos dio la bienvenida y le sonreí como respuesta. Observé las prendas con atención, todo era bonito y delicado, pero al parecer muy caro, quizá ni vendiendo toda mi ropa y pertenencias podría comprar algo aquí.

-¿Quieres algo?, quizá una blusa, un pantalón, zapatos... No sé, compraremos lo que quieras-Me dijo mi abuela y negué con la cabeza;
-Todo parece ser caro-Dije intentando sonreír.
-Malena, no puedes poner esa excusa, todo mi dinero lo quiero gastar en ti, déjame hacerlo-Me dijo arrastrándome hasta el interior de la tienda.
-Está bien... Creo que un poco de ropa no me hará mal-Dije con una pequeña risa.

Caminamos por la tienda varios minutos hasta que vi un suéter con rayas blancas y azules marino, acompañado de unos pantalones ajustados negros.

-¿Te gusta ese conjunto?-Preguntó mi abuela.
-Solo el suéter-Aclaré.
-Los pantalones se te verían hermosos-Dijo mi abuela viéndome-. ¡Señorita! ¿Puede enseñarme ese conjunto?
-Seguro, señora. ¿Qué talla?-Habló la tipa acercándose a nosotras.
-La más pequeña que tenga, vea a esta muchacha-Dijo refiriéndose a mí.
-No soy delgada, abuela-Le dije sonrojada.
-¡Eres flaquísima!-Dijo siguiendo a la señorita que nos atendía.

La señorita nos guió hasta el probador y me entregó el suéter junto a el pantalón, dudo que entre en esa pequeña prenda. Me probé primero el suéter y me quedó bien, me gustaba y lo quería para mí. Seguí con los pantalones, quité los míos con miedo y entré con facilidad a los nuevos, extrañamente me quedaban bien.

-¡Te ves preciosa!-Habló mi abuela en cuanto salí.
-Me siento incómoda con el pantalón-Dije bajando la mirada.
-Tonterías, nos llevamos los dos-Dijo mi abuela a la empleada. Ella solo asintió.

Salimos del probador y seguimos recorriendo la tienda, nada llamaba ya mi atención, decidimos irnos con solo una bolsa de esa tienda. Entramos a otra y salimos con dos bolsas más. Así seguimos hasta conseguir casi diez bolsas llenas de ropa y uno que otro par de zapatos. Nunca había tenido tanta ropa.

-Malena, antes de irnos tengo que comprarte algo más-Habló mi abuela, sentándose en la mesa de una cafetería.
-¿Algo más? Abuela, ya has gastado muchísimo en mí-Dije recargándome en el respaldo de la silla.
-Sé que nunca en tu vida has tenido un teléfono celular, te voy a comprarte uno, el mejor que haya, necesito estar comunicada contigo-Dijo mi abuela.
-No... No, un teléfono no me serviría de mucho, menos el más nuevo-Hablé nerviosa-. En casa no tenemos internet.
-He escuchado mucho sobre los planes, te pagaré uno, no te quedarás sin saldo-Aseguró y asentí resignada.

Ordenamos algo para comer en aquella cafetería, tenía mucha hambre y antojo de un pastel. No me quedé con las ganas y pedí un café junto a una rebanada de pastel de chocolate. Cuando terminamos mi abuela pagó la cuenta y subimos las escaleras eléctricas.

Entre el Cielo y el Desastre.✓ •Juanpa Zurita•Donde viven las historias. Descúbrelo ahora