Patética

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-Necesito que para la próxima clase, que es mañana, cada quien traiga una foto de su cara y la entregue a su compañero, ¡sin falta por favor!-Gritó la maestra pero nadie hizo caso.
-Sin falta, Malena-Dijo Juanpa viéndome.
-No tengo fotos de mí-Dije avergonzada.
-¿Qué?-Preguntó.
-Lo que oíste-Dije incómoda.
-En ese caso... ¿Me dejas tomarte una foto?-Preguntó sacando su teléfono. Era igual al mío.
-No-Dije incómoda.
-¡Vamos! Así ya no tienes que tomarte una tú y mandármela... O no, espera, tómate una tú y me das tu número-Dijo alegre.
-Buen intento, pero no. Yo me encargo de imprimirla-Dije escuchando el timbre que anunciaba el fin de la clase.
-¡No, no! Déjame tomarte la foto y listo, yo mañana la traigo impresa-Me dijo. Recogí mis cosas y me colgué la mochila.
-Ya que-Dije resignada.

Salí del salón con Juanpa a mi lado. Ya no teníamos más pendientes por ese día, Juanpa hablaba de no sé qué tantas cosas, no le ponía atención. A lo lejos pude encontrar a Hannia en la entrada. Apresuré mi paso y llegué hasta ella.

-¡Hola!-Nos saludó en cuanto nos vio.
-Hola, Hannia-Le saludé.
-¿Nos vamos?-Preguntó y asentí.
-¡Esperen! Malena tengo que tomarte la foto-Dijo Juanpa sacado su teléfono.
-Mañana-Dije dando media vuelta.
-¿Foto para qué?-Preguntó Hannia parándose.
-Para la clase de Artes Visuales, por favor, Malena-Rogó Juanpa y rodé los ojos.
-Ya que-Dije resignada.

Caminamos los tres hasta el estacionamiento, me acerqué a un árbol y me paré allí. Juanpa me apuntó con su teléfono; no me molesté en sonreír.

-¡Sonríe, Malena!-Me gritó Hannia y negué con la cabeza. Me miró mal.

Con resignación mostré una pequeña sonrisa sin mostrar los dientes. En menos de un minuto Juanpa ya había sacado la foto, bueno, varias a decir verdad.

-Te vez preciosa-Dijo Juanpa observando su celular.
-Mentiroso. Vámonos, Hannia-Dije tomándola de la mano.
-¿Por qué te portas tan mal con Juanpa?-Preguntó Hannia molesta.
-¡No lo soporto!-Dije explotando.
-Tranquila, Malena, estás temblando-Dijo acercándose a mí.
-Odio que se acerque tanto a mí-Dije llorando.
-¿De qué hablas? Él no se acerca a ti para hacerte daño-Me dijo.
-Olvídalo, tú no lo entiendes-Dije caminando en dirección opuesta.
-Espera Malena...-Dijo tomándome del antebrazo, haciendo que mi manga se subiera, dejando ver todas las marcas alrededor de mi muñeca-. Te cortas a ti misma.
-Lo sé, ahora piensas que soy patética-Dije bajando la cabeza, las lágrimas corrían por mis mejillas.
-No, no, nada de eso-Dijo abrazándome.
-Tengo que llegar a casa ya-Dije en su hombro.
-Prométeme que no volverás a hacerte daño-Me dijo. Ahora ella también lloraba.
-No puedo prometerte algo que no cumpliré-Dije con una risa amarga.
-Haz el intento-Dijo separándose de mí.
-Está bien, solo no llores-Le dije y ella asintió.

Seguimos nuestro camino, Hannia se quedó dos calles antes de llegar a la mía. Cuando llegué a mi casa entré en silencio. Me percaté que no había nadie, tenía tiempo para preparar que comer. Corrí hasta la cocina y abrí la despensa. Saqué chocolate en barra, chile y tortillas; prepararía enchiladas.

Tardé casi una hora en preparar las suficientes. Puse la mesa y esperé a que papá llegara. Temblaba de los nervios.

-¡¡MALENA!!-Gritó en cuanto entró.
-Ya está la comida-Dije saliendo de la cocina.
-Sírveme. ¡Pero ya, niña!-Dijo y corrí de regreso a la cocina.

Serví cinco enchiladas en un plato, le puse crema y queso. Regresé al comedor y lo serví delante de él. Tomó los cubiertos y se llevó la comida a la boca. Esperé para ver su reacción; no fue nada buena.

-¡¡ESTO SABE A MIERDA!!-Gritó, aventó el plato fuera del comedor, haciendo que manchara el piso.
-Pe-pero le puse to-todo lo que nece...sita-Dije casi rompiendo en llanto.
-¡Llego muerto del trabajo, lo único que quiero es algo decente para comer y me encuentro con esta porquería!-Dijo levantándose de la silla. Se acercó peligrosamente a mí-. Nada haces bien.
-Pe-perdón-Dije. Tomó con sus grandes manos mi cuello y lo apretó.
-Maldigo el día que naciste-Dijo contra mi cara.
-No es mi culpa que... Mamá haya muerto-Dije llorando.
-¡Claro que es tu culpa! ¡Si no hubieras nacido ella estaría aquí conmigo y no tú!-Gritó aventándome contra el piso.

Ya sabía lo que venía, cerré los ojos con fuerza. Solo sentí su grueso cinturón contra mi espalda, abriendo la carne de mi espalda, sollozaba del dolor.

-¡Detente!-Grité intentando tapar mi cuerpo con mis brazos. Soltó un cinturazo en mi brazo derecho.
-¡Cállate, maldita perra!-Gritó golpeándome más fuerte.

Después de los inacabables golpes, me arrastró hasta mi cuarto, me hice un ovillo en el piso, él se arrodilló contra mí.

-Me largo de esta maldita casa, espero no verte hasta mañana-Dijo, dándome una bofetada para después irse.

Escuché la puerta principal abrirse y cerrarse de un portazo. Solté un grito de dolor y desesperación. Odiaba la vida con todas las fuerzas que tenía. Como pude me levanté y caminé hasta el baño.

Me miré al espejo con asco. Lloraba sin consolación, nada me puede consolar.

-Eres una mierda de persona-Me susurré a mí misma.

En la pequeña estantería del baño busqué un rastrillo. Al encontrarlo le quité una pequeña cuchilla, llevándome varias cortadas en los dedos. La arrastré por mi muñeca, viendo como gotas de sangre empezaban a brotar de la pequeña herida.

-Te mereces esto y mucho más-Susurré, pasando la cuchilla con coraje sobre mi piel, era lo menos que podía hacer para sanar el dolor.

Después de una hora salí del baño, ya bañada y lista para dormir. Caminé hasta mi cuarto y me recosté en la cama. Observé la foto de mamá en mi mesita de noche. Las lágrimas volvían a salir.

-Te necesito tanto-Susurré a la foto-. Te quiero conmigo.

Me desperté gracias a un sonido afuera. No me molesté en pararme y ver que era, quizá era papá. Me volví a acomodar en las sábanas, aún era muy temprano para levantarme.

Desperté por la alarma de mi teléfono. Me levanté y me cambié con algo cómodo. El cuerpo me dolía por cualquier movimiento que hacía. Salí de mi habitación, encontrándome con mi padre, me paré en seco.

-Quiero que llegues temprano, necesito que hagas algo-Dijo, llevándose un cigarro a la boca. Solo asentí y salí corriendo de allí.

Caminé con calma hasta la Universidad. Al llegar no vi a Hannia por ningún lado. Caminé hasta la entrada y me dirigí a mi casillero, metí y saqué lo necesario.

-¡Bu!-Gritó alguien tomándome de la cintura. Reaccioné de inmediato y solté un golpe-. ¡Tranquila, Malena!
-¡Eres un idiota, Zurita, odio que te me acerques así!-Grité.
-Perdón, Malena, no era mi intención-Dijo poniendo una mano en mi cara.
-¡Me duele, idiota!-Grité, atrayendo la atención de varios.
-Tienes un moretón-Susurró.
-Déjame en paz-Dije intentando caminar.
-Ven aquí-Me dijo atrayéndome en un abrazo.
-¡Todos los hombres buscan lo mismo, aléjate de mí!-Dije separándome de él.

Salí corriendo en cuanto me soltó. Estaba más nerviosa que nunca, necesitaba a Hannia conmigo. Marqué su número y a los dos timbres contestó.

-¿Hola?-Preguntó.
-¡Hannia! ¿Dónde estás? Soy Malena-Contesté impaciente.
-Estoy en el salón, llegué un poco temprano-Dijo y me despedí de ella.

Caminé hasta el salón de mi primera clase. Cuando entré vi a Hannia sentada en un pupitre.

-Hola-Dije llegando hasta ella.
-Hola, Malena-Dijo abrazándome.
-Hannia...-Le susurré. En ese momento el profesor llegó.

No pude completar mi oración en toda la clase y las que venían. Pasé el día entero junto a Hannia, evitando a Juanpa. Cuando la última clase llegó, caminé perezosamente hasta el salón de A.V. Al entrar vi que Juanpa ya estaba ahí, no tuve de otra que sentarme con él.

-Hola, Malena-Saludó, solo lo ignoré-. Perdóname por lo de la mañana, no era mi intención hacerte sentir incómoda.
-Solo no lo vuelvas hacer-Susurré.
-Traje la foto-Me dijo enseñándome una foto mía, impresa en papel de fotografía.
-Gracias por ser tan paciente conmigo-Le susurré quebrándome.
-No, no, no llores. ¿Puedo...?-Preguntó inseguro. Me abalancé a sus brazos.
-Perdón-Susurré contra su pecho.
-Tranquila, no me gusta verte sufrir, tampoco me gusta ver cómo cada día llegas más lastimada y frágil, déjame ayudarte, Malena-Susurró dejando besos en mi cabeza. No merezco a una persona como Juanpa.
-Nadie puede ayudarme-Dije.
-Déjame intentarlo-Me susurró.
-Eres mucho para mí-Admití.
-No, cariño, no digas eso. Quiero verte bien-Me dijo con tono suave.
-Solo dame tiempo y estaré bien-Dije separándome de él.

Entre el Cielo y el Desastre.✓ •Juanpa Zurita•Donde viven las historias. Descúbrelo ahora