Prefacio

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¿No has sentido ese nudo en tu garganta que no deja que las lágrimas se asomen por tus ojos? Esa impotencia de ver como se desarman tus sueños y todo aquello por lo que luchaste se desploma, las ganas de golpear mil y una vez tu cabeza contra la almohada esa noche.

Pero no, no se adelanten a preguntarse quién soy, ni a sacar conclusiones estúpidas de que soy una novia sangrando por la herida; no es que haya hecho jugo con él. No, es que hice jugo con todos.

¿Pueden imaginarse lo que es estar a punto de firmar los papeles que te unirán por siempre a una persona, y encontrarlo besándose con otra? No me vio, salí corriendo de aquel bar sin dejar pista. Oh, pero eso no fue lo mejor, sino lo que hice posteriormente con mis amigos gay y cómplices.
Me negué a confrontarlo a solas y lo que pasó fue más o menos esto:

Sombra lista, peinado listo, vestido y zapatos, solo falta la novia en la iglesia; novia, cabrona, jamás.
Salgo al corredor sintiendo como los sueños que había tenido para mi futuro pasan en flash en mi cerebro, sueños que según la vida no estoy preparada para cumplir o aún me falta. De aquí para adelante estoy en automático, lágrimas de mi mejor amigo René al verme vestida, lágrimas de mi madre, de mi padre y familia. 


Lágrimas de todo el mundo menos mías porque sé lo que haré, sé lo que pasara en cinco minutos.


— ¿Estás segura de lo que harás? —me susurra René


—He aprendido que si no estás segura de algo no lo hagas. Sí, estoy segura —respondí, me mire en el espejo del auto por última vez. Ojos color miel bien delineados, pelo en ondas, labios carnosos en carmín, tez blanca y cuerpo no tan perfecto pero envidiable. Yo soy fuerte.


Tome las flores y salí con paso firme. Solo están algunos amigos y familiares en la iglesia, gente de confianza. Escucho como René dice a mis espaldas―: Esto se pondrá bueno. 


Allí está el desgraciado con su cuerpo bien formado, ojos claros, labios gruesos y barba de dos días arreglada. Siento las mirabas de todos encima de mí, los de la orquesta no tocan y mi ex suegra ya no sonríe. Yo si lo hago, el cura me mira y yo tomo la atención de todos. Me dirijo a él ―: Estamos aquí reunidos para humillar y hacer jugo completamente con esta naranja. Mi vestido negro es para reflejar la conciencia del novio todos estos años, ¿no es así, Brandon? ¿Te digo algo? La linda rubia con largas piernas que estabas asfixiando fue la misma que en mi despedida de soltera hizo Stripper. Hiciste jugo conmigo, pero ahora yo haré jugo contigo. No acepto Sr. Sacerdote a este hombre ni en la salud ni en la enfermedad estar con el seria enfermarme el alma. Tampoco en lo bueno y en lo malo porque no encuentro el equilibro con él al lado, en fin —le lance mi ramo de flores blancas y negras― no te quiero ni hoy ni para toda la vida —Una lagrima roso su mejilla y yo por fin pude preguntarle―: ¿Por qué lloras, no te estabas riendo?. Cada vez que hablo contigo me muero un poco más, por eso no te quiero en mi eternidad.


Todos quedaron en silencio pero nada me importaba, ¿saben? Era hora de que el nombre de April Brennan quedara marcado en el mundo.

Sin embargo, eso significó arriesgarme a la soledad infinita.

Haciendo jugo con mi media naranjaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora