El secreto de Charlotte.

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-¿Por qué te sorprendes tanto? Es Alison, recuérdalo. —Spencer frunció el ceño mientras se paseaba por el pasillo de la cocina—.

-Dejemos de hablar de Alison. —Aria pidió mientras tomaba nuevamente su taza de café—.

-Vaya, no existe un lugar al que yo vaya y no estén hablando de algún DiLaurentis. —dijo Melissa mientras abría la nevera—.

-Melissa, ¿qué haces aquí? —preguntó Spencer frunciendo el ceño y acercándose a su hermana—.

-Supongo que aún es mi casa. Pero la pregunta aquí es, ¿qué hacen ustedes aquí? —miró a Aria, quien parecía estar incomoda ante la situación.

-Tengo entendido que mañana será el juicio de la loca de Charlotte, ¿cierto? —preguntó mientras mordía la manzana que había conseguido segundos antes de la nevera—.

-¿No deberían estar metidas en alguno de esos lugares en donde planean su coartada perfecta? —levanto una ceja—.

-Ya no estamos en el instituto. —Aria se defendió enfrentado la mirada de Melissa—.

-Cierto, ya no son unas niñas. —rodó con discreción los ojos—.

-¿Has regresado por eso? —Spencer preguntó confundida—.

-He regresado porque mamá me lo ha pedido, no te confundas, Spencer. —Melissa se defendió ante el comentario de su hermana—.

-Tenía entendido que era más importante tu trabajo en Londres. No sé porque volviste, Melissa. —Spencer se cuadró frente a ella—.

-¿Acaso estas haciéndome un interrogatorio por regresar a casa? —preguntó en forma sarcástica—.

-No, para nada. —Spencer se hizo a un lado permitiéndole el paso a Melissa—.

-¿Saben? Si tuviera el poder que ustedes tienen en este momento para destruir a Charlotte, sin duda alguna, lo haría. —Spencer la observó con el ceño fruncido y un poco desconcertada—.

-¿Qué estás tratando de decir? —preguntó Aria con cierto temor—.

-Que ruego a cualquier ser divino porque esa loca desquiciada no salga de ese lugar. —dijo segundos antes de abandonar el lugar y dejar a las chicas boquiabiertas—.

-¿Qué carajo fue eso? —preguntó Aria—.

-Melissa siendo sincera, ¿no lo crees? —dijo y dio un gran suspiro—.

-Vaya, parecía ser más que sinceridad. —Aria murmuró—.

-¿Qué quieres decir con eso? —preguntó la castaña con preocupación—.

-No lo sé, tú misma respóndete, Spence. —se colocó la mano al rededor de su cuello—.

-¿Estás tratando de decir que Melissa...? —balbuceó mientras miraba a Aria—.

-No, Spence. Yo no he dicho nada, podría decir que no tengo opinión alguna. —respondió con firmeza ante la pregunta de Spencer—. ¿Podemos cambiar de tema?

-Entonces, cuéntame, ¿cómo te va en la editorial? —jalo un banco para sentarse a lado de Aria—.

-Bien, supongo que bien. —dio un largo trago a su taza de café—.

Deseos de cosas imposibles..Donde viven las historias. Descúbrelo ahora