Capítulo 7: Anokata

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A través de una rendija, un atento par de ojos marrones oteaba la pelea entre sus subordinados y los agentes del feroz bando contrario. Aquel par de ojos se paró en un sujeto, en aquel niño, su mayor enemigo. Pese a parecer un niño cualquiera de seis o siete años, ese niño significaba su mayor preocupación hasta la fecha. Atento, aquel niño del diablo —como aquel sujeto le había denominado—, observaba la pelea, preocupado, pensando en si intervenir en ella o quedarse al margen de la situación. Por un instante, el observador en la sombra creyó que el niño había notado su presencia y, casi al instante, corrió de nuevo la cortina y se adentró en su instancia para actuar por su cuenta.


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Conan seguía con su indecisión mientras observaba con detenimiento la batalla. Gin era muy astuto, había logrado camuflarse en aquel garaje de forma que nadie le pudiera ver, ni siquiera el más avispado de los francotiradores. Conan se apegó aún más a la columna donde había encontrado su refugio cuando escuchó un extraño ruido. Provenía de la puerta que conectaba el garaje con el ancho pasillo del hotel. El niño caminó con cautela a través de la oscuridad siguiendo aquel ruido que había escuchado hacía unos pocos segundos. Tal vez fuera de Gin o Vermouth o quien sabe, tal vez fuese algún otro miembro de la Organización. Por eso Conan estaba dispuesto a investigar, pero siempre con cuidado.

Estaba muy cerca de la puerta cuando escuchó como alguien  cayó al suelo. Como es de esperar, el niño no pudo escuchar el disparo pues todos usaban silenciador para no armar revuelo en el hotel pues ya sabían muy bien que si involucran a algún civil, ya sea por parte del FBI o de la Organización, los problemas se complicarían. Conan miró al suelo y vio que quien había caído había sido Vermouth. Poco pudo ver Conan por la tremenda lobreguez del lugar pero pudo otear algunas gotas de sangre brotar del hombro derecho de la mujer. Aún así, la ya nombrada mujer se levantó para cobrar su venganza.

Conan tragó saliva, necesitaba actuar, ayudar a sus compañeros pues por su culpa estaban en esa situación. Su culpa... y sí, el joven detective asumió la culpa de toda aquella agonizante situación. Él fue quien avisó a los agentes del FBI de aquella reunión, quien les pidió su ayuda para acabar con todo. Y ahora no tenía más solución que huir, dejar ese lugar, aquel lugar teñido de sangre de ambos bandos para acabar la guerra por su propia cuenta.

Tras caminar algo cabizbajo en dirección a la puerta que conducía hacia el pasillo escuchó más disparos. Esta vez no se dio la vuelta para ver a quien habían alcanzado pero estaba dolido, no le habían disparado pero en su corazón sentía dolor, dolor por dejar a sus compañeros ahí. Suspiró y abrió la puerta. Tras tanto tiempo en la más profunda penumbra, la luz proveniente de las lámparas del pasillo le cegaron por algunos segundos. Después dudó un poco en a dónde ir. Si había alguien que desde alguna ventana le observaba, eso quería decir que alguna estancia o puerta conectaba directamente con el garaje.

Por eso mismo, Conan descartó las habitaciones que daban al otro lado del pasillo. Quedaba una única habitación, una que quedaba entre la escalera y la puerta del garaje. Pero ahí también había otra puerta. Era una sala de mantenimiento, no una habitación. Pese a ello, algo llamó la atención del avispado detective, y era que no estaba cerrada del todo sino que estaba entreabierta, como si alguien la hubiera cerrado de forma muy apresurada. Conan miró a todos lados para asegurarse de que no había nadie más allí y abrió la puerta.

En aquel lugar se respiraba una profunda humedad, había una fregona dentro de un cubo con agua sucia junto a la puerta. El joven ajustó un poco más sus anteojos y caminó con mucha cautela hacia el interior de la sala. No parecía haber nada más que unos pocos productos de limpieza apilados a lo largo del suelo de aquel lugar, muchos de ellos parecían estar sin usar. Además, había un par de trajes del servicio de limpieza colgados de una percha que había sujeta a la pared, lo suficientemente alto como para no tocar los productos de limpieza. Pero había alguien más allí, y ese alguien cometió un error muy grande, quebrar el silencio.

La Sombra Del Pasado |Detective Conan|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora