Capitulo 4

1K 108 24
                                    

(Mery)

Dejo de hablar mientras veo cómo Dani retrocede en la oscuridad, la luz de la fogata parpadea contra su oscura camisa. Quería que él escuchara mi historia. El accidente cambió mi vida para siempre y si alguien necesitaba escucharla, ese era Dani. Él me lo debe. El hecho de que se hubiera levantado era como un bofetón en la cara. Significaba que a él no le
importaba...ni yo, ni lo que ocurrió, ni nuestra relación que etiquetó como real.

Sentimientos de rabia y traición se instalan en mí. Respiro profundamente y miro las caras de los jóvenes que me observan, esperando que explique cómo la irresponsable conducción adolescente afectó mi vida.

— Aún tengo cicatrices...—digo mientras se me va apagando la voz. Dejo salir un lento suspiro mientras pienso en lo real que son mis palabras.— En el interior y en el exterior. Un chico fue condenado por atropellarme y fue a la cárcel por ello. La parte triste es que, el accidente no sólo nos afectó a nosotros dos, sino que también afectó a nuestras familias...generalizando, a toda nuestra ciudad. Ninguno ha sido el mismo desde entonces.

Una delgada chica rubia con trenzas desde la raíz levanta la mano. — ¿Y el chico?—pregunta.— ¿Qué pasó con él?

Miro hacia Carlos, que está recostado contra un árbol. Él piensa que Dani es quien me atropelló.— No lo sé. Creo que él me culpa por ser la razón por la que fue a la cárcel.

— Eso es estupido—murmura una chica.

— Si cometes un error, tienes que pagar el precio—dice una de las monitoras.

La mujer no tiene ni idea de la verdad...que Dani no había cometido ningún error pero había pagado el precio de todas formas.

A continuación se levanta Emma. Habla sobre cómo estuvo en una fiesta y alguien le metió cocaína en su bolso. Cuando fue parada por un control de velocidad y por saltarse un semáforo en rojo, fue arrestada. Los delitos por droga se quedan marcados para siempre, y ahora cada vez que solicita un trabajo tiene que marcar la casilla de que ella es una delincuente condenada.

Con las emociones corriendo a flor de piel, Carlos y los demás monitores nos dijeron que era hora de volver a nuestras cabañas.

Cuando llegamos a nuestra cabaña, la voz de Carlos resuena en el interior. — ¡Oye, Oviedo!—grita una grave voz que seguro que podría asustar hasta a la persona más dura. Las chicas estamos asustadas y los chicos están en alerta.— ¡Levantate joder!

Dani está acostado en su litera, con los brazos tras su cabeza. Lleva unos pantalones holgados y sin camisa. Se sienta, con aspecto impasible. — ¿Qué te pasa?

Carlos camina hasta él. — Baja, imbecil.

— Bonito lenguaje, Carlos—desciende con un movimiento y se planta frente a él. Ambos andan sobre la misma altura, pero Dani es delgado y musculoso comparado con el ancho Carlos.

— Si, bueno, digo lo que veo. Discúlpate con Mery por haberte ido—pide gesticulando en mi dirección—. Ha sido muy descarado.

— Lo siento—murmura no muy sincero.

Furiosa, le doy un codazo a Carlos apartándole hacia un lado y me coloco frente a Dani con los dedos de nuestros pies tocándose. Es malo que esté tan concentrada en las respiraciones de su pecho desnudo que está a solo unos centímetros de mí. — ¿Por qué estás tan empeñado con ser un idiota?

Vuelta a Paraiso || GemeliersDonde viven las historias. Descúbrelo ahora