Capitulo 2

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(Mery)

Veo caer mi barrita dietética en el asfalto a cámara lenta. ¿Qué hace Dani aquí? ¿Dónde ha estado los últimos ocho meses? Se fue de la ciudad sin dejar rastro después de nuestra breve y loca relación.

¿Por qué no intentó buscarme, o al menos darme una señal de que estaba vivo?

Tiene los mismos ojos oscuros, la misma cara, y los mismos músculos marcados asomándose por su camiseta.

Es él de verdad, y vivo, y camina directo hacia mí.

No puedo mirar hacia otro lado, a pesar de que deseo hacerlo.

Deja escapar un suspiro lento y dice: — Esto es un poco incómodo—su voz es familiar pero diferente. Tiene algo que no estaba la última vez que nos vimos.

— Si—me las arreglo para decir—. Eh...

— ¿Cómo has estado?

No puedo responder a esa pregunta. Es demasiado falsa. Si a él le hubiese importado como he estado, habría encontrado una forma para verme o hablar conmigo. Me dejó antes de Navidad, antes de Año Nuevo, antes del día de San Valentín, antes de mi cumpleaños, antes del baile de fin de curso y antes de la graduación. Antes de que me dieran la noticia de que tendría una cojera permanente por el resto de mi vida sin ninguna esperanza de recuperación.

— ¿Qué haces aquí?

Se encoge de hombros. — Me he preguntado eso mismo esta mañana.

Uno de los otros chicos se acerca a nosotros, tiene el pelo largo y rizado, cayéndole por la cara, y se tira un pedo.

— Chaval, ¿te importa?—dice Dani.

— ¿Qué?–dice el chico—. Tenía que dejarlo salir.

— Pues déjalo salir cuando estés solo, hombre. No seas un maldito imbecil.

— ¿Quién eres, el poli de la flatulencia?—dice el chico, dando un paso hacia Dani. Este último se pone tenso, como si hubiera estado en muchas peleas y no tuviese miedo de añadir otra a su lista.

Esto es irreal. No puedo sentir ni los dedos de los pies porque estoy en shock, y Dani y este chico van a empezar una pelea por...¿pedos?

— Tranquilos, chicos—grita una áspera voz. Un hombre de piel oscura y alto con una carpeta señalándome—. Mery, ¿puedo hablar contigo? En privado—desvía la mirada hacia Dani.— Contigo también, Oviedo. Ahora.

Les sigo fuera de la furgoneta, consciente de que Dani está siguiéndome muy cerca. Estoy tentada a dar la vuelta y exigirle saber dónde ha estado, pero ni siquiera sé si podría pronunciar las palabras.

Se detiene en una mesa de picnic y deja caer su carpeta sobre ésta. Se presenta como Carlos, el líder Senior y acompañante de nuestro grupo y parece dolido cuando dice: Obviamente, vosotros dos no podéis estar en este viaje juntos. Mery, no tenía ni idea de que mi ayudante te pondría como reemplazo.

— Yo lo dejo—dice Dani con entusiasmo.

— Ni de coña, Oviedo. No tienes más remedio que hacer esto.

Eso significa que espera que yo lo deje. Si fuera la antigua Mery, la que tenía miedo del menor conflicto o enfrentamiento, lo abandonaría en un santiamén. Pero ahora soy más fuerte, y no voy a dar marcha atrás por nada. Incluso si es por Dani.

Vuelta a Paraiso || GemeliersDonde viven las historias. Descúbrelo ahora