Narra Harry
Desperté al amanecer, o eso creía, pero el brillo tenue que se filtraba por las cortinas ya revelaba que era más tarde de lo que esperaba. Miré el reloj sobre la mesita de noche: las siete cuarenta y cinco. Nos quedaban apenas quince minutos para llegar a la primera clase. Sentí un apuro repentino, pero antes de levantarme, mis ojos se posaron en Louis, quien aún dormía profundamente a mi lado, su respiración suave y regular en el silencio de la mañana.
—Lou, amor— susurré, moviendo su hombro con delicadeza. Me hizo gracia cómo incluso en el apuro, no podía evitar quedarme mirándolo un segundo más, el modo en que sus pestañas descansaban sobre sus mejillas, la tranquilidad en su rostro. Cuando insistí, un "Ujummm" apenas audible escapó de sus labios, y lentamente comenzó a abrir los ojos.
—Quedan diez minutos, cariño— susurré, tratando de darle ánimos. Al entender la prisa, Louis me lanzó una media sonrisa soñolienta y, sin decir mucho, se estiró hacia mí para darme un beso rápido. Esa ternura suya era uno de los primeros detalles que me enamoraron, la forma en que parecía hacerlo todo con esa calidez única.
Se levantó de la cama y se dirigió al baño, su caminar aún lento, tratando de desperezarse. Mientras él se alistaba, yo fui revisando mi mochila, asegurándome de que tenía todo listo para el entrenamiento de hoy. Desde que llegamos a Estados Unidos, me había enfocado en los entrenamientos como una manera de descargar el estrés, aunque en días como hoy, el tiempo parecía ir en nuestra contra.
Louis salió del baño y, mientras se acomodaba el cabello, me lanzó una mirada curiosa.
—¿Hoy entrenas para el juego?— preguntó, su voz aún con un tono algo adormilado, pero su mirada reflejaba interés.
—Sí, el entrenador consiguió que nos dieran el día solo para prepararnos— dije, mientras terminaba de organizar mis útiles. Louis asintió, y después de asegurarse de que llevaba todo, se acercó a mí, extendiendo su mano. La tomé, y juntos salimos hacia el colegio. Vivir cerca de la escuela era una ventaja; en ocasiones como esta, esos pocos minutos hacían toda la diferencia.
Al entrar al colegio nos dirigimos directamente hacia el gimnasio ya que yo iba un poco tarde a mi entrenamiento. Al entrar la atmósfera en el gimnasio era distinta. Apenas entramos, el bullicio nos envolvió, el eco de las voces y el ruido de los pasos resonaban mientras los estudiantes comenzaban su entrenamiento. Caminábamos hacia el área de pesas cuando una conversación que venía de uno de los grupos cercanos captó mi atención.
—¿Por qué hablas con el nerd de Tomlinson?— dijo uno de los chicos, lanzando las palabras como una broma, buscando la aprobación de su grupo. No hizo falta girar la cabeza para saber que el comentario iba dirigido a Louis. Los murmullos y risas de algunos de sus amigos le dieron la seguridad que buscaba para continuar hablando en voz alta.
Sin embargo, uno de los chicos a su lado intentó frenarlo. —Yo que tú bajaría la voz— le susurró, y miró alrededor, claramente nervioso.
El primero soltó una carcajada, totalmente seguro de sí mismo. —¿Qué? ¿Vendrá a golpearme? Esa pulga ni siquiera pisa el gimnasio— contestó, y su risa retumbó en el espacio.
Pero su amigo, con la mirada fija en mí, respondió rápidamente, —Él no puede, pero su novio sí —dijo en voz baja, señalándome con un leve movimiento de cabeza.
El chico, aún incrédulo, siguió la mirada de su amigo hasta que sus ojos se encontraron con los míos. Mantuve la expresión seria, sin apartar la mirada. Al ver que lo estaba observando, su actitud cambió de inmediato, y pude ver un destello de duda en su expresión. Decidí acercarme, manteniendo un paso lento y constante, sintiendo cómo cada persona en su grupo dejaba de reír para mirarnos en silencio.
—¿Hablaban de algo importante?— dije, mi tono calmado, pero sin apartar los ojos de él. Sabía que la situación bastaba para incomodarlo sin necesidad de levantar la voz o hacer gestos amenazantes.
—N-no, nada importante— contestó el chico, con un temblor apenas perceptible en su voz.
Me crucé de brazos, esperando una respuesta sincera. —Entonces, no les molestará decírmelo a mí también, ¿verdad?— repliqué, dándole la oportunidad de retractarse.
Él intercambió miradas nerviosas con sus amigos, quienes parecían igualmente inseguros. Su líder, después de una breve pausa, miró de nuevo con algo de valentía.
—Louis, ¿eh? ¿Así que defiendes a ese tal Tomlinson?— respondió, tratando de mantener el aire de superioridad.
Pude sentir que las palabras le costaban más de lo que esperaba, y di un paso hacia adelante. —De hecho, sí. Me encargaré de que nadie vuelva a hablar de él con desprecio— murmuré, acercándome lo suficiente para que solo él pudiera oírme, aunque el temblor en su rostro dejaba claro que los demás ya captaban el mensaje.
Sin perder un segundo, uno de sus compañeros tiró de su brazo. —Vámonos, por favor— suplicó, arrastrándolo lejos de nuestra vista.
Una vez que el grupo se dispersó, Louis, quien había observado todo desde la distancia, se acercó y posó su mano en mi brazo. Su mirada tenía una mezcla de agradecimiento y algo de preocupación.
—No hace falta que te pongas así cada vez— susurró con una sonrisa suave, aunque podía sentir el alivio en su voz.
Le devolví la sonrisa y pasé un brazo por sus hombros. —Sé que puedes defenderte, pero nadie tiene derecho a faltarte el respeto mientras esté cerca— respondí. Era una promesa silenciosa, una que había hecho desde el día en que nuestras vidas se entrelazaron, y estaba dispuesto a mantenerla, sin importar lo que se interpusiera en nuestro camino.
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Débil 🌈
Fanfiction-¿Por qué hablas con el nerd de Tomlinson?- Dijo uno de los dos chicos mientras entraban al gimnasio. -Yo que tú bajo la voz- susurra el segundo chico mientras mira aterrado a su amigo. -¿Qué?, ¿Vendrá a golpearme? Esa pulga fea no viene al gimnasio...