2

33.5K 4.2K 2.6K
                                    

Narra Harry

Louis me lanzó una mirada de advertencia, pero no pude evitar sonreír. A pesar de que intentaba ocultarlo, sabía que en el fondo le gustaba la protección silenciosa que le ofrecía, incluso si nuestra relación era difícil de entender para los demás. Nuestro vínculo era una promesa silenciosa, un pacto formado a partir de momentos compartidos que nadie más había presenciado.

Mientras salíamos del gimnasio y caminábamos hacia las clases, sentía la tensión en el aire, como un peso que nos seguía, persistente, como una sombra no deseada. La mano de Louis descansaba en mi brazo, como si intentara protegerse de las miradas y susurros crueles que solían perseguirlo. Estaba acostumbrado a esto, pero eso no significaba que le doliera menos. Lo veía en la forma en que caminaba un poco más cerca de mí, en cómo se tensaba cuando alguien lo miraba fijamente por demasiado tiempo.

Al entrar al aula, los murmullos se desvanecieron un poco, reemplazados por miradas curiosas. Algunos de nuestros compañeros levantaron la vista, sus ojos moviéndose entre nosotros con un interés apenas disimulado. Louis se apartó de mi lado rápidamente, y pude notar el leve sonrojo en su rostro. Era tímido en situaciones como estas, especialmente bajo el escrutinio de los demás. No podía evitar admirar su resiliencia, aunque enfrentaba todo con una dignidad silenciosa, incluso cuando era evidente que le incomodaba.

Tomé asiento junto a él y me incliné un poco para cerrar la distancia que había puesto entre nosotros. Murmuró, apenas un susurro, —No quiero que siempre tengas que defenderme, Harry. Sé que lo haces porque te importo, pero... no quiero que eso te traiga problemas con los demás.— mencionó Lou firmemente sabiendo que intentaba cuidame más a mi que a el mismo.

Sostuve su mirada, entendiendo la preocupación en sus ojos. —Louis, no me importa lo que piensen. Solo me importa que sepas que siempre voy a estar ahí para ti, sin importar qué digan o lo que se interponga. Eres lo más importante para mí.— terminé de decirle para luego sonreirle calidamente.

Un silencio cálido siguió a mis palabras, sus ojos reflejando una gratitud que no necesitaba expresarse en palabras. Este era nuestro lenguaje, uno de miradas compartidas y gestos discretos, de sentimientos que comprendíamos sin necesidad de hablarlos.

Justo cuando comenzaba a relajarme, un nuevo murmullo resonó desde el otro lado del aula. Provenía de un grupo de estudiantes sentados unas filas más adelante. Uno de ellos, aparentemente sin darse cuenta de mi presencia, soltó una risa lo suficientemente alta como para que todos alrededor lo escucharan. —¿Qué hace aquí el nerd?— mencionó mirando fijamente y señalando a Lou.

El insulto no era particularmente ingenioso, pero cortó el aire como un cuchillo. Louis se tensó, y su rostro mostró una sombra de tristeza antes de que se recompusiera. Su mano encontró mi brazo, deteniéndome antes de que pudiera reaccionar. Había determinación en sus ojos, una firmeza que no le había visto antes. —Harry, déjalo. No voy a dejar que esto me afecte— dijo, su voz calmada pero firme.

Respiré hondo, tragándome el impulso de defenderlo. Sentí un orgullo inesperado –sabía cuánto le costaba ignorar esos comentarios. Verlo tomar el control, aunque fuera en algo tan pequeño como esto, me llenó de calma y admiración.

Mientras el profesor entraba al aula, intenté concentrarme en la lección. No era fácil; las miradas, los susurros, me inquietaban, y sabía que Louis también los sentía. Pero mientras tomábamos apuntes, nuestras manos se rozaron bajo el escritorio, un gesto breve y silencioso que nos ancló a ambos. Ese contacto, tan pequeño y oculto, era un salvavidas.

Cuando finalmente terminó la clase, recogimos nuestras cosas y salimos juntos. El aire afuera se sentía más ligero, pero las miradas y susurros nos seguían como fantasmas mientras nos dirigíamos a la cafetería. Caminábamos en silencio, cada uno perdido en sus pensamientos.

La cafetería ya estaba llena de estudiantes charlando y riendo, una mezcla de voces y rostros que se fusionaban en un ruido de fondo constante. Mientras navegábamos entre la multitud, sentía de nuevo el peso de las miradas, observándonos, juzgándonos. Un grupo de chicos a nuestra derecha nos lanzó una mirada despectiva, murmurando entre ellos. Probablemente pensaban que eran discretos, pero sus miradas burlonas eran imposibles de ignorar.

Louis mantuvo la vista al frente, fingiendo no darse cuenta, pero pude ver la tensión en sus hombros. Esta era nuestra realidad, una prueba constante de paciencia y resistencia. Y aunque él intentaba actuar como si no le afectara, sabía que le dolía.

Finalmente encontramos una mesa cerca de la ventana y nos sentamos. Por un momento, parecía que el resto del mundo desaparecía, dejándonos solos. Louis me miró, con una expresión profunda que iba más allá de las palabras. No era tristeza, ni miedo, sino algo más, una fuerza silenciosa, un recordatorio de las batallas que enfrentaba cada día solo por ser él mismo.

Gracias por estar aquí, Harry— dijo suavemente, apenas un susurro que se oía por encima del murmullo de la cafetería.

Sonreí, tomando su mano por un instante, dándole un apretón reconfortante. —Siempre, Lou. No tienes que agradecerme— le mencioné, aún sabiendo que el ya sabe que estaré aún cuando no me lo pida.

Nuestro momento de silencio fue breve, pero en ese segundo, sentí la fuerza de nuestro vínculo, algo tan poderoso y a la vez invisible para los demás. Louis era fuerte, más de lo que los demás podían ver, y esa fortaleza era lo que nos mantenía unidos. Era lo que nos sostenía, a pesar de las miradas, los susurros, y las opiniones de otros.

Permanecimos así un rato, perdidos en nuestro propio mundo, mientras el mundo exterior seguía girando a nuestro alrededor. Y en ese silencio compartido, supe que ambos nos estábamos preparando para enfrentar lo que viniera, juntos.

Débil 🌈Donde viven las historias. Descúbrelo ahora