Narra Harry
Después de la confrontación en el patio, pude notar que, aunque Louis intentaba mantener una fachada tranquila, algo en su mirada reflejaba un cansancio emocional que no podía ocultar. Era un cansancio profundo, de esos que van más allá del simple agotamiento físico; era el peso de las expectativas, las miradas y los comentarios que había cargado durante tanto tiempo. Sabía que enfrentarse a esas personas le había requerido una valentía inmensa, y me prometí a mí mismo que le haría saber cuánto admiraba su fortaleza, incluso en los momentos en los que él dudaba de ella.
Esa tarde, decidimos quedarnos un poco más en el instituto. Teníamos pendientes que terminar, y además, era una excusa para evitar la hora pico y la multitud en el transporte público. Nos refugiamos en una de las aulas del último piso, un espacio donde las ventanas dejaban entrar los últimos rayos de sol y bañaban el salón con una cálida luz anaranjada. El silencio nos envolvía, roto solo por el ocasional rasgueo de nuestros bolígrafos y el suave crujir de las páginas al pasar.
Louis repasaba sus apuntes con una concentración admirable. Su ceño estaba ligeramente fruncido, y mordía el extremo de su bolígrafo, un hábito que solo aparecía cuando estaba nervioso o pensativo. Lo observé desde mi asiento, fingiendo estudiar mis propias notas, pero en realidad, mi atención iba y venía, siempre regresando a él. Veía la forma en que su cabello caía desordenadamente sobre su frente y cómo sus ojos azules reflejaban la luz tenue, y no pude evitar sentir un nudo en el pecho. Me preguntaba cómo podía mantenerse tan enfocado después de un día como el que habíamos tenido.
Cada mirada y comentario que recibíamos pesaban sobre mí, pero sabía que para Louis era aún más difícil. Sin embargo, él seguía adelante, con una determinación que me dejaba sin palabras. Era una fuerza que no hacía falta que mencionara en voz alta; la conocía y la admiraba desde lo más profundo de mi corazón.
El sonido de mi bolígrafo golpeando la mesa suavemente me sacó de mis pensamientos. De repente, la voz de Louis rompió el silencio, y su tono era más suave de lo habitual, como si llevara rato pensando en lo que iba a decir.
–Harry, ¿alguna vez has pensado en lo que será de nosotros dentro de unos años? –Su mirada seguía clavada en sus apuntes, pero podía sentir el peso de sus palabras, la vulnerabilidad que conllevaban.
Me tomó por sorpresa, y por un momento, no supe qué responder. El futuro era algo que había cruzado mi mente en más de una ocasión, pero nunca lo habíamos discutido tan directamente. Pensar en él era tanto esperanzador como aterrador. Quería darle una respuesta que le diera consuelo, algo que le recordara que no estaba solo en esa incertidumbre.
–Louis, no importa lo que pase. Quiero que estés en mi vida –dije, mi voz apenas un murmullo, pero cargada de sinceridad. Sabía que mis palabras no resolverían sus dudas ni calmarían todas sus inquietudes, pero esperaba que le dieran una chispa de tranquilidad, una señal de que, sin importar lo incierto que fuera el futuro, lo que sentía por él era sólido y verdadero.
Louis levantó la cabeza lentamente, y cuando nuestras miradas se encontraron, vi una mezcla de emociones en sus ojos: gratitud, amor, pero también un temor que aún no podía soltar. Sonrió, aunque esa sonrisa llevaba un tinte de melancolía. En ese momento, la campana del instituto sonó, marcando el final de la jornada y rompiendo el momento. Sin embargo, el silencio que quedó entre nosotros no fue incómodo. Era una pausa, un espacio donde las palabras no eran necesarias.
Recogimos nuestras cosas en silencio, y mientras salíamos del instituto, el sol comenzaba a descender en el horizonte. El cielo estaba teñido de colores cálidos: naranjas, rosados y dorados que parecían abrazarnos, envolviéndonos en una burbuja de paz momentánea. Caminábamos uno al lado del otro, sin hablar, pero sintiéndonos conectados por una presencia compartida que decía más que cualquier palabra.
A medio camino de casa, Louis entrelazó sus dedos con los míos. El tacto de su mano, cálida y firme, me hizo detenerme por un instante y mirarlo. Sus ojos aún reflejaban una mezcla de emociones, pero en ese gesto vi determinación, una promesa silenciosa de que, aunque las cosas fueran difíciles, él estaba dispuesto a enfrentarlas conmigo. Sonreí, dándole un leve apretón, como si así pudiera transmitirle lo que sentía: que no estaba solo, que pase lo que pase, lo enfrentaríamos juntos.
El resto del camino lo hicimos en silencio, el suave murmullo de la ciudad alrededor de nosotros como un telón de fondo. Pero en nuestro pequeño mundo, todo parecía más tranquilo. Sabía que los desafíos seguirían llegando, y que habría días en los que las dudas y el miedo se apoderarían de nosotros. Pero también sabía que siempre encontraríamos el camino de regreso el uno al otro, guiados por esa conexión que nos mantenía fuertes, incluso en los momentos más difíciles.
Cuando llegamos a casa, el cielo ya estaba oscuro, y una brisa fresca se coló por la ventana que dejé abierta al entrar. Louis soltó un suspiro, y sin necesidad de más palabras, nos acomodamos en el sofá, dejando que el cansancio del día se desvaneciera lentamente en la seguridad de nuestro pequeño refugio.
Narra Louis.
Al llegar a casa mil cosas pasaban por mi cabeza, al revisar mi celular tenía un mensaje de Lottie que decía "Hola Lou, espero estés bien, te extrañamos mucho", sin saber que contestar apagué el celular y respiré profundamente.
Como pasa de rápido el tiempo, como cambian las personas, y en eso ultimo me incluyo. Hace ya 1 año me mudé para acá Estados Unidos, mi familia me sigue enviando mensajes, me siguen llamando, los extraño tanto, yo tan solo me pregunto... ¿Estarán bien sin mí?Lo había dejado todo por Harry, pero era injusto para mi familia que yo me hubiese mudado sin que ellos supieran, al principio me dieron por desaparecido, hasta que conteste ese tonto mensaje a mi hermana, tengo que viajar a visitarlas, pero eso no es tan fácil.
No paraba de pensar si había hecho lo correcto, pero intente sacarme eso d ella cabeza, CLARAMENTE había hecho lo correcto, estoy con el amor de mi vida, ¿no?
Aturdido por los pensamientos no había escuchado que Harry me estaba llamando hasta que escuche que grito mi nombre.
—¡LOUUUIIIISSSSS!, maldita sea, ¡contéstame! ¿Estás bien?— dijo Harry alzando la voz un poco desesperado.
En ese momento entre en razón, sacudí un poco mi cabeza, me estruje los ojos y parpadee un poco para volver totalmente a la realidad. —Perdóname, no te había escuchado— dije algo seco, no quería explicar el tema a fondo, a menos de que él me preguntara.
—¿Cómo que no te pasa nada? Te llamé unas diez mil veces y no me contestaste, ¿te sientes enfermo, cariño?— dijo exagerando un poco ya bajando un poco la tonalidad de su voz.
—Tranquilo Hazz, solamente estoy un poco mareado, no es nada grave— mencionó intentando tranquilizarlo un poco, estaba demasiado alterado.
—Te conozco Louis... Espera... No me digas que--e— dijo cambiando el color de su piel extremadamente.
En ese momento Harry se colocó pálido, me miró y sus ojos empezaron a botar lágrimas, ¿qué le estará pasando? ¿Qué estará pensando? No lo puedo verlo sufrir, me dan ganas de llorar también a mi, no quiero, si tengo que sufrir por el, lo haré, aunque tenga que intervenir con mi vida.
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Débil 🌈
Fanfiction-¿Por qué hablas con el nerd de Tomlinson?- Dijo uno de los dos chicos mientras entraban al gimnasio. -Yo que tú bajo la voz- susurra el segundo chico mientras mira aterrado a su amigo. -¿Qué?, ¿Vendrá a golpearme? Esa pulga fea no viene al gimnasio...