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Narra Harry

La noche avanzaba, y después de un rato en silencio, sentí cómo Louis comenzaba a quedarse dormido apoyado en mi hombro. Su respiración, al principio superficial, se volvió más profunda y regular. Observé cómo su rostro se relajaba, perdiendo cualquier rastro de tensión o preocupación. Sus pestañas largas descansaban sobre sus mejillas, y por un momento, pareció más joven, vulnerable. Una oleada de ternura me recorrió; estos momentos eran un recordatorio de lo que compartíamos, de por qué valía la pena enfrentar cada desafío juntos. Lo arropé con cuidado, moviéndome lentamente para no despertarlo, y finalmente, el cansancio del día me alcanzó. Cerré los ojos, dejándome llevar por la serenidad de la noche, sintiendo el calor de su cuerpo y el ritmo acompasado de su respiración.

A la mañana siguiente, el sol que se filtraba por la ventana nos despertó a ambos. Parpadeé, aún medio adormilado, y noté cómo Louis empezaba a moverse. Abrió los ojos lentamente y me lanzó una mirada perezosa y cálida, una mezcla de sueño y ternura que me hizo sonreír.

Buenos días— murmuró, frotándose los ojos y desperezándose.

Buenos días, dormilón –respondí, inclinándome para darle un beso en la frente.¿Listo para otro día?— pregunté a lou con una sonrisa cálida.

Louis asintió con una sonrisa, pero en su mirada noté un destello de inquietud. Era sutil, pero lo conocía lo suficiente como para notarlo. Sus pequeños gestos lo delataban: la manera en que evitaba mi mirada o cómo su sonrisa se desvanecía cuando pensaba que no lo observaba. Decidí no presionarlo. Si había algo que necesitaba decir, lo haría cuando se sintiera preparado.

Después de desayunar y alistarnos, salimos hacia el instituto. Las calles estaban llenas de estudiantes, el bullicio de la mañana nos rodeaba, dando vida a la ciudad. Caminábamos en silencio, con Louis absorto en sus pensamientos y yo debatiéndome entre preguntarle o darle espacio. Al llegar, el ambiente del instituto era tan caótico como siempre: risas, voces, y el sonido de puertas que se abrían y cerraban. Sin embargo, no pasó desapercibido un grupo de chicas que nos miraban con una mezcla de curiosidad y desdén. Susurraban entre ellas y reían, sin molestarse en disimular. Louis se encogió ligeramente bajo sus miradas, y una chispa de frustración se encendió en mí. ¿Qué les hacía tanta gracia?

Vamos, tenemos clases— le dije, intentando desviar su atención, dándole un ligero apretón en el hombro.

Él me devolvió una sonrisa débil, y nos dirigimos a nuestras aulas. Durante la mañana, las miradas y los murmullos continuaron, y aunque intenté ignorarlos, la forma en que Louis bajaba la cabeza me preocupaba. El receso llegó y me dirigí al gimnasio para resolver asuntos del equipo de baloncesto. Antes de irme, le lancé una mirada tranquilizadora, y él levantó la mano en un gesto de paz, asegurándome que todo estaría bien.

Sin embargo, al regresar, noté un ambiente tenso en el patio. Un grupo de estudiantes formaba un círculo, y en medio de ellos, vi a Louis, su expresión oscilando entre el desconcierto y la incomodidad. Una chica alta, de cabello rizado y mirada altiva, lo había interceptado.


Narrador

Era un día no un tan casual para un pequeño ojiazul de escasos metro setenta y uno y a un "no tanto casual"me refiero al problema que tuvo con un grupo de chicas, ya que al ser novio de uno de los alumnos más rudos y posesivos que puede haber en el mundo, estos problemas suelen pasarle rara vez, el caso fue que el grupo chicas pensaron que por ser mujeres podrían molestarlo sin tener problema alguno, pensando que Harry no podría golpearlas


Hey LouLou le llamó Susana al ojiazul tal como le decía Harry

Ho-hola tartamudeó Louis, que seguido de eso tomó una bocanada de aire para expulsar cualquier rasgo de nervios, todos sabían como era Susana

¿Así que el gran "novio protector" te dejó solo por una vez?— dijo, con sarcasmo. —He oído que tu noviecito Harry te tiene que defender de todo pequeña pulga mencionó la ojicafé

N-no es cierto— Susana río ante el tartamudeo de Louis, todos lo encontraban tierno, pero a Susana le causaba cierto asco

Que lástima que Harry siendo uno de los chicos más codiciados de la escuela este con alguien tan tú, una insignificante pulga que no sabe ni hablar— en ese momento Louis se armó de valor, listo para hablar, iba a dejarle en claro que él se sabía defender, que no era el Louis que se refugiaba en Harry.

Louis intentó esquivarla, pero ella no se movió. El círculo se cerraba más, y las risas de las amigas de la chica resonaban como una burla. La ira de Harry crecía y eso se le notaba en el rostro, y estaba a punto de intervenir cuando vi cómo Louis respiraba hondo, enderezándose para enfrentarla.

No necesito que nadie me defienda de personas como tú— respondió, con una voz firme a pesar de que sus manos temblaban levemente. La valentía en sus ojos me llenaba a Harry de orgullo.

¿Sabes que da lástima? empezó a hablar Louis —Que tengas que estar burlándote de las demás personas para tener la poca atención que tienes de tu grupito de perras, si tal vez no sé defenderme de la forma en que Harry lo hace, tal vez sea también una pequeña pulga, pero prefiero ser todo antes de ser tú y de pertenecer a tu estúpido grupo de ignorantes terminó de hablar al mismo tiempo que sonaba la campana indicando que tenía que entrar a su próxima clase, dándose la vuelta con una sonrisa dejando a Susana boquiabierta tanto a ella como a ciertos alumnos que rondaban los pasillos.

La chica pareció sorprenderse, pero enseguida recuperó su sonrisa de desdén. —Qué tierno, el "nerd" de Tomlinson tiene agallas. Me pregunto cuánto te va a durar— añadió, alejándose con sus amigas tras una última mirada despectiva.

Al final del día la pulga Tomlinson tenía con que defenderse


Narra Harry

Cuando la multitud se dispersó, me acerqué a Louis. Me miró con alivio y agotamiento, sus hombros tensos empezando a relajarse.

–No quería que te preocuparas –murmuró, sin levantar la voz.

Lo abracé, ignorando las posibles miradas alrededor. –Estoy orgulloso de ti, Lou. No dejes que esas personas te afecten –le susurré. Sentí cómo su cuerpo, al principio rígido, se aflojaba en mis brazos. Nos quedamos así, en silencio, permitiéndonos un momento de calma en medio del caos. La determinación en su mirada cuando se separó me hizo saber que, mientras estuviéramos juntos, podríamos enfrentar cualquier cosa.

Débil 🌈Donde viven las historias. Descúbrelo ahora