Capítulo 1 - Lagrimas acidas

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Una disculpa si hay errores ortográficos o la repetición de algunas palabras. Los quiero mucho y espero que les guste este capítulo.

No olviden comentar y compartir si les gusto este capítulo ayúdame a crecer. :)

...

El verano terminaba. Solo faltaba una semana para volver a la escuela. A lo lejos se veían dos personas que caminaban hacia una mansión antigua, rodeada de una gran fauna.

- Señorita, Carmen, espere por favor. – Una mujer cansada de seguirla movía las manos debilmente, indicándole a si a la joven que se detuviera, pero esta no lo hizo. – No vaya tan rápido.

- ¡Vamos! No quiero estar todo el día en el curso de inducción. – Como cada año en el instituto Surcon, hacia un curso de bienvenida a los alumnos de nuevo ingreso. Donde los alumnos que subían de grado debían de darles el saludo, y mostrarles las instalaciones.

- Pero señorita, su madre le dijo que tenía que estar hasta que se acabara. – María al fin la alcanzo, pero tuvo que tomar un respiro antes de poder avanzar, el haber corrido tras de ella, sí que la fatigo.

- ¡Vamos! ¡Vamos! ¡Vamos! Quiero alcanzar buen lugar.

- Con calma, pronto vamos a llegar.

- Oiga, ¿Por qué? nos venimos caminando, debimos haber entrado con el carro.

- Fue su idea señorita.

- ¿En qué momento? – pregunto dudosa, tratando de recordar si fue su idea. – Bueno no importa, prosigamos.

A Carmen no le interesaba llegar temprano, en lo absoluto. Quería ver a Alejandro. El chico que le robo su corazón, cayendo enamorada. Lo está desde el primer año. Siempre lo veía desde su pupitre, un chico listo, con pelo negro, ojos verdes, alto, delgado y lo curioso es que tenía pecas solo cierta parte del rostro, las pecas le cruzaban desde un mejilla a otra, pero tan leve que no lo hacía verse mal, si no como un "plus". Eso era lo que le llamaba la atención, babeaba por él cada vez que sonría. la tercera semana al entrar a ese instituto, se inscribió en el karate, solo para verlo, decía siempre para sus adentros que es un ángel que hubiese vivido en un bosque, y sus ojos agarrasen el color intenso de las hojas verdes delos árboles. Sus ojos verdes son incomparables. Claro está que él no se fijaba en ella. Ella siempre soñaba que un día lo conquistaría, si les salieran un buen par de tetas y un culo con el que deslumbrar al mundo. Eso le decía siempre su madre. La belleza cuesta. Ella empezó una dieta para bajar de peso, solo la siguió al pie de la letra por una semana. Luego botellas de helado y chocolate de avellanas, esparcidas por todo el cuarto. Lloraba, ¿porque no podía ser una chica normal? ¿Porque no podía dejar de comer? ¿Por qué siempre terminaba llorando en un rincón de su cuarto? Cansada de ser comparada como si fuese un producto o una mercancía. Harta de su madre y de todos. Alejandro su única luz. Por el decidió quedarse en esa escuela un año más.

Llegaron finalmente a la puerta principal, enorme y madera de caoba, de doble puerta. Se estima que el instituto lleva unos 80 años de antigüedad. Carmen no le interesaba mucho. Se abrieron las puertas, mostrando a dos hombres con trajes uniformados y con sus herramientas policiacas. Pidieron identificación.

- Soy María González, la criada de la señorita Carmen. Vengo en representación de la madre. – dijo mientras les mostraba la identificación y un carta donde describía el permiso que Gabriela le firmo para que fuera en su lugar.

El gay, la gorda y la fea (G.G.F.)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora