La primera vez que la vi supe que había algo en ella que no había en nadie más... y jamás me equivoco al juzgar a alguien. Tengo un don.
L era muy torpe, siempre se estaba metiendo en problemas. A era demasiado inocente, es una chica que ha visto lo peor del mundo y aun así sonríe la mayor parte del tiempo. E era un chico muy golpeado por la vida. Creo que todos, aunque él era el peor de todos. Era un chico muy maduro, aunque también competitivo.
Cuando conocí a cada uno de ellos la vida me dio la oportunidad de verlos en sus peores y mejores momentos. Cuando L casi muere, cuando A huía de su propia familia, cuando E, bueno, E, siempre estaba mal. Pero era muy feliz cuando ganaba algo. Aunque fuese una simple carrera.
Y ahí es donde empieza nuestra historia juntos. Un verano, muy lluvioso, ella apareció. Se llamaba Valentina, era una chica de un lugar muy lejano. Otro país incluso. Su padre venía aquí, a este lugar en medio de la nada a vivir en paz. Nadie creía eso... digo quién en su sano juicio dejaría la cómoda ciudad para venir a vivir en medio del bosque.
E decía que quizás huían de la policía. L pensaba que era gente mala que busca más mal aquí. A estaba encantada con que una chica nueva llegara al pueblo. Éramos tan pocos y mucho más pocos los jóvenes, que ella estaba fascinada sin conocerla siquiera.
Fue la primera en visitar a la chica. Un sábado fue a platicar y a jugar con ella. Volvió muy alterada...Diciendo muchas cosas sobre el padre de la chica, que era muy sobreprotector, pero que a la vez la complacía en todo. La niña 'Valen' era una muñequita, pelo rizado negro, negro como la noche, grueso. Con tez café, con labios rojos, frondosos. Con una mirada tierna.
A siempre exagera las cosas 'lindas' de las personas, así que el sábado siguiente tomamos valor e invitamos a la chica a salir con nosotros. A y E se encargaron de traerla. Mientras que yo ideaba la ruta para la carrera.
Durante la creación de la presa hubo muchas explosiones para mover la tierra de la montaña. La tierra suelta era movida a través de pequeñas vías que el tiempo oxidó. Aun así, los carritos mineros seguían sirviendo, y los pedazos de vía seguían ahí. Circulando el bosque. Era la ruta perfecta.
Al fin llegaron los tres chicos juntos, yo y L los esperábamos impacientes. Saludé a la chica como si nada y tomamos los carritos. Primero iríamos todos juntos. Unimos los carritos, que eran 4, y nos lanzamos a la aventura. Como L era la más pequeña, a ella le tocó llevar a Valen por toda la ruta inicial. L no hablaba mucho, solo cuando Valen le preguntaba cosas.
Llegamos al fin al terreno de la carrera. Una especie de bajada del diablo, como le decíamos nosotros. Una pendiente en línea recta que se veía muy temible la primera vez; pero para nosotros no. Era tan casual, que recogíamos palos para usarlos de remos mientras íbamos en el carrito y así poder acelerar más. Una completa idiotez pero muy divertida.
Lo hicimos, elegimos nuestro carrito, nos posicionamos; esta vez no había vías, era puro pasto. Repito, una completa idiotez. Valen pidió ir sola esta vez, creo que quería probarse a sí misma con nosotros. L se quedó sin carrito y espero en las faldas de la colina. Tuvimos que esperar a que ella bajara a pie.
Una vez que estuvo posicionada nos gritó: '¿listos?... ¡fuera!'
Salimos, como bólidos, los cuatro nos lanzamos sin más. En ese momento no había tiempo de ver atrás. Remamos muy fuerte para tomar más impulso y ganar. Sin más, el carrito de A salió volando y ella dentro. También E, y después le seguí yo. Todos caímos. Sentí un golpe fuerte en la cabeza y perdí el conocimiento...
Cuando pude abrir los ojos, sentía por un momento que había muerto; y estaba en el cielo. Vi directamente a la cara a Valen... Realmente era el rostro más hermoso que jamás había visto. Su labios, sus ojos, sus pómulos... Yo realmente nunca me había interesado por una chica... hasta el momento en que la vi de cerca.
Ella tenía una cara angelical, aunque un poco preocupada. Sus gestos faciales eran tan delicados y a la vez expresaban un poco de conmoción por lo que había visto. Ella se acobardó. No se lanzó. E hizo bien, después de los golpes que nos dimos. L estaba desmayada, el golpe había hecho que yo sangrara de la cabeza y ella no lo soportó.
Valen nos cuidó hasta que nos compusimos, y pudimos salir de allí. Más de un kilómetro tuvimos que caminar de regreso, cansados, golpeados, y muy contentos de lo sucedido. Al final de cuentas somos unos niños, locos, pero niños al fin.
Todo ese trayecto se me hizo tan corto, porque ella jamás me soltó el brazo.
No sé qué se sienta estar enamorado... quizás nunca lo sepa, pero con ella agarrada a mí, me sentí la persona más importante y feliz del universo.