Desde la primera vez que la vi me enamoré. Al escuchar su voz pronunciar su nombre no quise que ninguna otra voz le pronunciase. Cuando tomé su mano... no quise sostener otra diferente.
Ella era única. Mi Valen.
—Creo que terminaremos siendo novios o algo así —dijo ella, con esa voz de inocencia que le caracterizaba. A veces su voz no ayudaba en nada. Ella decía muchas cosas serias y duras con esa linda voz.
—¿Por qué lo piensas? —respondí.
—Pues, a mí me lo parece. Es mi punto de vista. Quizás otros tengan otro punto de vista, pero este es el mío. Y me dice que tú serás mío.
—No me importaría ser tu novio.
—¿Ah sí?, ¿por qué?
—Bueno —me vi un poco intimidado cuando me miró directamente a los ojos, ella poseía los ojos chocolate más hermosos del mundo—, yo espero que así sea... porque eres linda, lista y muy tú.
—¿Quieres saber por qué me gustas?
—Claro, me encantaría.
—Tú eres el chico más inteligente e interesante que he conocido en mi vida. Apenas un poco menos listo que mi padre, pero lo eres. Eres muy lindo.
—¿Tu papá aceptaría que fuéramos novios?
—Espero que no, eso sería muy aburrido —frunció el ceño divertida.
—Je, yo espero que sí, para que sea más fácil.
—No hay nada en este mundo que valga la pena y sea fácil, mi niño.
Diablos, justo cuando parecía que iba bien ella sabía como quitarme toda mi dignidad y sobajarme. Era increíble que fuera dos años menor que yo. Una niña de 10 años me ganaba en todo aspecto conocido por el hombre. Pero... qué lindo suena eso de 'mi niño'.
—Sabes algo, Valen...
—Dime, mi León.
—Me gustas, y me gusta que te guste.
Ella sonrió sin voltear a verme. Se mordió un poco los labios y me miró con aquellos ojos que tanto me gustaban.
—Te quiero, León —me besó, en los labios. Diablos, mi primer beso y ella era mucho menor, soy una vergüenza.
—Y yo a ti, mi Valen.
Volvimos con los chicos agarrados de la mano, como nos habíamos marchado. Ellos nos miraban felices. Y mugrosos. Parecía que se había divertido aunque L lloraba un poco.
—¿Qué pasó? —preguntó Valentina rápidamente.
—Nos caímos, pero no pasó a mayores.
Me adelanté a Valen e inspeccioné directamente a L. Su brazo estaba muy golpeado. —¿Por qué no me llamaste? —le pregunté susurrando.
Ella negó con la cabeza, pero sus ojos se desviaron hacia Valen. —No quería incomodarte.
—Tú jamás lo harás. Ninguno de ustedes, pero menos tú. Por un ataque de pena pueden agravar las cosas más sencillas.
—Lo siento, V.
—Necesitamos ir a la cabaña, ahí tenemos hiervas para esto. Y se pueden limpiar en el río.
Todos asintieron, y empezaron a avanzar hacia la cabaña. E ayudó a L hasta llegar allá.
—Por eso me gustas tanto...
—¿Por ser enfermero?
—No... porque la gente te respeta y sabes tratarla con respeto también.
—Eso es algo común, ¿no?
—No tan común como parece, mi querido V.
—Me gusta más León.
—Sí, pero solo yo quiero llamarte así —me guiñó un ojo y empezó a avanzar.
Era un chico enamorado. No había duda de eso.