Los años fueron pasando, implacables. Extravié la cajita de medicamentos (alguien me dijo alguna vez que se trataba de un antidepresivo), pero aun conservo intacto, como un tesoro, el cuaderno de tapas amarillas que releo de tanto en tanto. Cuando alguien me pregunta acerca de el, respondo:
-Es un recuerdo de alguien que me revelo que todos tenemos un ángel, que soy mi propio ángel...
Jamas volví a encontrara a su dueño. Incluso hoy, todavía se acelera mi corazón cada vez que veo pasar a alguien con una gorra color azul, pero vuelve a su ritmo habitual cuando compruebo que esos no son los ojos tristes que evitaron mirarme aquella mañana.
ESTÁS LEYENDO
Mi ángel
RandomUn encuentro fugaz y un cuaderno con anotaciones pueden cambiar una vida...