—Han... —susurró Yixing en el último aire que sus pulmones lograron albergar. El viento viajaba gentil pero intenso madrugada, en aquella bahía.
Y ambos jóvenes lo apreciaban justo así, inertes sobre la arena, con su rostro y prendas siendo golpeados cálidamente por aquella brisa, con tanto oxígeno puro para respirar, mas sin poder guardarlo. Sólo sintiéndolo pasar y correr lejos de ellos, justo como su sensación de vida.
—Dime, Lay... —Luhan hubiese preferido llamarle por su nombre real. Sabía que en esos momentos el de amables hoyuelos hubiese preferido escucharlo, pero no tenía tanta fuerza. La sangre escapando por su cuerpo dejaba un destellante rojo alrededor de él, coloreando la arena, cada vez más lento, porque cada vez quedaba menos.
—Sigo en deuda, ¿verdad? —añadió el chico ahora con débiles lágrimas llenándole dolorosamente sus pequeños ojos. No necesitaba decir más para que Luhan le entendiese. Se conocían desde que vivían en China, desde que eran sólo niños. Nadie lo sabía, pero eran mejores amigos.
¿Amigos?, ¿LuHan y Yixing? Era inconcebible para cualquiera que les conociera, hasta incluso una perfecta broma. Los destinaron a ser rivales, mas la inocencia de su infancia no cedió, hasta que llegó el enemigo de la madurez. Desde su llegada a Corea siempre se peleaban, nunca estaban de acuerdo, su relación era odiarse sin más. Pero por alguna razón no se cambiaron de pandilla, por alguna razón se necesitaban, por alguna razón se querían... Por alguna razón estaban siempre juntos.
Luhan sólo pudo dedicarle una frágil pero sincera sonrisa.
Por alguna razón, hasta la muerte, se quedaron juntos.
Yixing sólo pudo llorar más.
—Entre amigos no existen las deudas. —murmuró Luhan, contagiado un poco por el llanto de Yixing, invadiendo despacio aquellas angelicales orbes que segundo tras segundo perdían su brillo.
Era lo único que Yixing necesitaba saber. Increíblemente, se sintió feliz. Si hubiese tenido más aliento, se hubiese disculpado con Luhan. Tenían tantas cosas por las cuales pedirse perdón entre los dos, no obstante sólo podía pensar cuando se quiso aprovechar de Sehun. «Pensé que sólo te usaba... Quería vengarme por ti... Quería protegerte como tú siempre lo hiciste por mí»
Y LuHan lo sabía. Lo supo desde antes, y lo supo ahora, mientras veía aquellos dulces ojos bañados de melancolía y resignación. «Me protegiste con tu vida. ¿No sería yo quien esté en deuda ahora?»
—Vete al infierno, Han... —soltó el pelinegro, mostrando con su último delirio aquellos adorables hoyuelos en una enorme curva.
—Nunca te dejaría solo —Luhan sonrió de vuelta, sólo que más débil. Giró su rostro al firmamento, al hermoso firmamento oscuro. Se veía justo como aquella noche en la piscina a lado de Sehun. Y con la imagen de aquel castaño en su mente, cerró los ojos mientras dejaba huir aquel último respiro, corriendo con él a su lado.
━ ✞ ━
—SeHun-ah... ¿Cómo te encuentras? —musitó Jongin en un tono de voz cuidadoso, al tiempo que entraba a la habitación y cerraba la puerta detrás de él, intentando hacer el mínimo ruido.
Sehun había despertado hace horas, como cada mañana desde ese día. Permanecía en silencio dentro de la cama, mirando perdidamente algún objeto cerca de él, hasta que Jongin fuese a su habitación, a preguntarle lo mismo cada mañana; cada desolada mañana.
Y cada desolada mañana, dibujaba vagamente una curva en sus pequeños labios, amable pero deshecha.
Jongin no esperaba mejor respuesta que ello. El silencio era más honesto que cualquier palabra pronunciada, porque al menos, ese mirar que otra noche no había encontrado sosiego para dormir, le decía el resto.
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Semyazza 《HunHan/HanHun》
Fanfic❝ Hay una ley irrevocable que gobierna al universo, más antigua que éste mismo, la cual declara: «No existe el bien o el mal, sino reinos antagónicos de luz u oscuridad, necesarios para el equilibrio de la vida. Sólo tienen una única prohibición: Ja...