Cogí el teléfono lo tire contra el suelo y lo pisotee asta que todos los trocitos fueran minúsculos. Me limpie las manos con unas hojas que había por allí cerca y me fui a buscar a mis amigas. Lastimadamente cuando las encontré se estaban riendo mientras miraban mi cuaderno de dibujo.
De repente una voz conocida sonó detrás mi, sabia de quien era pues no podría olvidarla nuca.
- ¿Y a esas les llamas amigas?
-Callate,¡callate!
-Es de mala educación ignorar a un viejo amigo tuyo- dijo mientras giraba alrededor mio.
-¿Amigo? Por tu culpa me metieron en el manicomio,así que vete- le grite con ira.
-Vamos Lucy, pareces olvidar los buenos ratos que pasamos juntos.
-Me parece recordar que me dijiste "Nunca mientas, es de mala educación"- le conteste cruzando los brazos.
-Si, así es, el 25 de julio de 2010- me respondió pensativo- ¿a que viene esa pregunta?
-A que dejes de llamarme amiga por que es una mentira- grite mirándole fijamente al ojo.
-Bueno, por lo menos esta claro que esas chicas a las que llamas amigas no lo son.
Ombin es el dios del tiempo y el ojo que todo lo ve, o eso me dijo. Haciéndole caso solo conseguí meterme de cabeza en el manicomio por lo que decidí no hacerle caso nunca más. Tras un tiempo de salir de aquel lugar el se esfumo y nunca volvió a aparecer, asta hoy.
El es un ojo rojo con el iris verde y se alimenta del alma de los que acaban de morir.
-¿La verdad que yo en tu lugar las mataría?¿o no has hecho eso con aquella chica que se metió en tu camino?
-Si,si, tienes razón Ombim. Merecen la muerte.- dije apretando los puños-Morirán por haberse reído de mi y por creer que se saldrían con la suya.-Necesitaras algo afilado para realizarlo ¿así, por qué no me dejas que te ayude?- comento haciéndose el interesante.
-Te escucho- susurre mientras le miraba de refilón.
-¿Como en los viejos tiempos eh?, simplemente que en la enfermería había visto bastantes utensilios afilados.
-Entendido.
Me di media vuelta y regrese al lugar donde había empezado todo. No tarde mucho en llegar, abrí la puerta lentamente y entré. Me acerque a aquel carrito en el que estaban apoyados algunos elementos bastantes afilados. Miré fijamente un bisturí y antes de cogerlo me acorde de las trampas de Ombin.
-¿Esto es uno de tus juegos verdad?- le pregunte volviendole a mirar de reojo.
- Veo que no te has olvidado de mis juegos pequeña. Pero una vez que empiezan...¡No se detienen!
-En cambio tu pareces olvidar los míos.
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lo que la locura puede hacer
Romancetodo lo normal se cambia al perderse la cordura. Esta chica se enfrentara a sus viejos amigos y a sus recuerdos. Y si quiere que esto termine pronto tendrá que encontrar el inicio de su locura para acabar con el.