el comienzo de 2º

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Allí estaba yo, la chica del fondo. La chica de pelo azul,alta y un poco gorda. La que en vez de atender las presentaciones estaba dibujando en su cuaderno. La verdad es que mis otras tres amigas tampoco atendían mucho, con el teléfono o dibujando. La verdad es que este verano había cambiado mucho, tanto de estilo como de amistades. Pero bueno ahí estábamos las únicas que no estaban en un grupo grande, las diferentes que preferían un buen solo de guitarra a esa basura de reggaeton. Pero tenia que ser yo la única de este curso que llevaba falda, y ya había dicho que había cambiado, pero la verdad es que había sido algo radical: de un pelo un poco mas largo de la altura del hombro uno cortado escalonado de lada teniendo un lado más corto que el otro (a parte de que ahora era azul, de los pantalones y sudaderas a faldas camisas y vestidos, me habían puesto gafas y me había vuelto algo otaku.

Por un momento me aislé en mis propios pensamientos, si no hubiera sido porque habían nombrado mi nombre aun seguiría embobada. Sin saber que me habían dicho cogí mis cosas, cerré mi cuaderno y me dirigí a la cola de mi futura clase. Cruce los dedos para que nombraran alguna de mis amigas, pero parecía que no era mi día de suerte porque me había tocado con toda la gente que no conocía. Aunque ellos ya tenían sus grupos formados. vi como la cola avanzaba mire a mis amigas en un intento de ayuda, aunque sabia que no iba a pasar nada.

Pues ahí estaba, siguiendo la fila hasta mi nueva cárcel, sintiéndome un bicho atrapado apunto de ser asesinado. Que podía hacer, mire a mis lados, hay solo había chonis y porreros. Parecía el espécimen extraño de un laboratorio. Al entrar en aquella clase mire a todos los lados, estaba apunto de escribir una carta de auxilio. el ruido de la puerta me hizo recordar donde estaba y que de allí no había escapatoria. Como una mariposa encerrada en un frasco y sabiendo que la tapa me impediría ser libre agache la cabeza y me dirigí a mi futuro pupitre, el ultimo al lado de la ventana es el único sitio donde pasas desapercibida.

Otra vez saqué mi cuaderno de dibujos y mi estuche, mire por la ventana y continué con los trazos de aquel dibujo. Cuando parecía haberme aislado en mi pequeño mundo de las maravillas sentí un golpe en mi mesa, me gire y lo contemple. Era un chico de pelo de color café por poco menos de media melena con un gran flequillo tapándole el ojo, nariz fina, al igual que sus labios, y ojos avellana. Tez blanca, bastante alto y algo gordito.

De dónde había salido, no lo había visto en la fila; y la mejor pregunta ¿Qué hacia a mi lado?. Continué dibujando, como si no lo hubiera visto, pero el se acerco a contemplar el dibujo y yo le eché una mirada amenazante.

-Que bonito, dibujas muy bien- dijo como si se la sudara mi mirada de "¿Por qué me hablas?"

-Gracias- dije cortante y secamente.

Tenia que reconocerlo cuando me lo proponía era borde, bueno tampoco me gustaba hacer muchos amigos. Sobre todo después de ver el grupo en el que me había tocado, que también había que tener mala suerte.

-Hola, me llamo Marcus- dijo extendiendo su mano en un intento de estrecharla con la mía.

-Yo Lucy- Dije mientras miraba su mano con repugnancia.

Marcus aparto su mano al ver que yo volvía ha dibujar, aunque tuve que volver a levantar la cabeza ya que el profesor empezó a hablar.

-Espero que estén a gusto con su compañero de sitio, porque lo sera durante todo el trimestre.- Dijo dejando caer sus cosas en la mesa.

-¡Qué!- dije levantándome y poniendo fuertemente mis manos sobre la mesa.

La verdad es que lo había hecho por puro impulso, pero desearía haber sido muda en ese momento, o por lo menos invisible, porque todo el mundo se giró.

- Lo que ha oído señorita- dio el profesor mirando la lista- Lucy si no me equivoco.

-A si es- respondí mientra empezaba resbalarme sentada en la silla con los coloretes encendidos por culpa de la vergüenza.

Justo en ese momento Marcus soltó na carcajada, y yo le volví a lanzar una de mis miradas asesinas. Parece que por fin se da cuenta que significan esas miradas, porque nada mas verla se puso rígido y se paró.

lo que la locura puede hacerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora