Mire a Marcus a los ojos pero estos eran... ¡eran rojos!, no puede ser posible el los tenía marrones. Otra vez ese dolor de cabeza, esta vez tan fuerte que no pude parar de apretarme los dos lados de esta asta que no hubo terminado. Cuando abrí los ojos no estaba en el colegio pero reconocía ese lugar, el manicomio para niños de Hibrinch. Recordaba cada lugar, cada objeto, cada mancha en la pared. Esas sanguijuelas, esos aparatos con sangre, las camisas de fuerza, las habitaciones acolchadas. Aquel lugar no era un manicomio, era una pesadilla de la que no podías escapar. Intente levantarme del suelo, pero querer apoyar la mano para hacer punto de apoyo no pude, baje la vista y ahí estaba, mi camisa de fuerza. Tenia manchas de sangre y siempre bien atada, dejando mis piernas al descubierto con las marcas estrelladas de las sanguijuelas. El pomo se movió y justo entro ella, Mrs Hibrinch, con ese frasco de sanguijuelas y ese maldito trasto para agujerear cabezas. Un pinchazo en las piernas me hizo apartar la mirada de aquella bestia sin sentimientos. Otra vez ellas, sanguijuelas en mis piernas, decían que las sangrías me salvarían, pero eran una tortura. Mrs Hibrinch disfrutaba haciéndolo, viendo como temblábamos de miedo y gritábamos de dolor, se le contemplaba en si mirada. Ella se empezó ha acercar y justo cuando estaba apunto de agujereare la cabeza para aliviar mis alucinaciones y gritaba de miedo en busca de auxilio, me desperté.
Todo se presento igual, la misma conversación, mis mismas amigas. Pero justo cuando Ashley dijo "Y el chico ya estaba preocupándose", recordé lo de sus ojos. Me levante de un salto de la camilla, salí corriendo al pasillo, y ahí estaba. Marcus me miro a los ojos, pero estos otra vez eran rojos, vi como de una bolsa sacaba una pequeño perrito de peluche. Manchitas, mi peluche, con el que me desahogaba tras cada tortura en aquel manicomio. Me quede mirando paralizada, con los ojos como platos mientras recordaba charlas con ese peluche, lagrimas que se mezclaban con mi sangre, mi única compañía en aquella celda de paredes acolchadas.
Marcus empezó ha acercarse, rápidamente le mire a los ojos, eran avellana otra vez.
-Me ha dicho tu madre que te diera esto- dijo mientras que ponía a Manchitas en mi mano.
-¿Mi madre?, yo no tengo madre.- dije extrañada.
-Bueno, solo se que me lo dio una mujer y que me dijo que lo necesitarías y que esperaba verte pronto, supuse que era tu madre- dijo en un tono un poco preocupado.
-Seria mi tía siempre se preocupa mucho por mi.-Le conteste para no preocuparle.
La verdad es que no tengo familia, mis padres se ahorcaron en su cuarto viendo yo sus cuerpos por la mañana. Desde ese momento empece ha tener alucinaciones, por lo que me ingresaron en ese manicomio, manicomio para niños de Hibrinch. Conseguí escapar de ese lugar gracias a la cordura que recuperé. Pero espera, ese peluche se había quedado allí, entonces... ¿seria ella quien lo trajo?, si hubiera descubierto mi escondite estaría perdida. Cuando por fin había conseguido una vida normal, vale vivía en un caseto en el campo y trabajaba de lo que encontraba para ganarme dinero. Pero Era libre y ahora parecía que querían coartarle las alas. ¿Pero como le habían descubierto? lo había ocultado lo mejor que pudo y nadie sabia nada, ni la policía. ¿Que iba ha hacer?
ESTÁS LEYENDO
lo que la locura puede hacer
Romancetodo lo normal se cambia al perderse la cordura. Esta chica se enfrentara a sus viejos amigos y a sus recuerdos. Y si quiere que esto termine pronto tendrá que encontrar el inicio de su locura para acabar con el.