Capítulo 2.

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Capítulo 2.

Nueva York. Aproximadamente siete meses más tarde.

Chelsie daba golpecitos con su pie en el suelo al ritmo de la canción que resonaba en sus auriculares. Como siempre, disfrutaba de la música con los ojos cerrados, y movía la cabeza mientras la música la envolvía. Ya se había acostumbrada a esa sensación, pero aun así no dejaba de emocionarla.

No podía creerse la manera en que la música se entremezclaba con su voz, las letras fluían, armonizaban.

Abrió los ojos, parando el reproductor de música portable para mirar a la puerta en la que acababan de tocar, sacándola de su armonía. Se quitó los auriculares despacio antes de que una morena algo bajita entrara en el camerino.

-A Matt le gustaría verla antes de que comience el programa. No le gusta no conocer a las personas a las que entrevista, ya sabe – puso los ojos en blanco, haciendo comillas con los dedos – ‘’no le gusta quedar como un tonto delante de las cámaras’’.

Ella sonrió, comprensiva, asintiendo con la cabeza, dándole a entender que no le importaba.

No era una chica de muchas palabras, no al menos desde que vivía mintiendo al mundo entero. La gente se había acostumbrado a que no contestara, y ya mucha gente la conocía de esa manera, como la chica que sólo hablaba a través de sus canciones.

La chica le devolvió la sonrisa y salió del camerino, cerrando la puerta tras ella. Miró los auriculares, tentada de volver a colocárselos y volver a olvidar todo y sólo centrarse en la magia de la música.

Se sintió mal, sin embargo, porque sabía que tendría que volver a dejar la canción a medias, por lo que enrolló los auriculares y los guardó en su bonito-nuevo bolso.

Se levantó del pequeño sillón y caminó por el camerino. Era extraño, ya le habían hecho entrevistas antes para revistas, incluso en alguna que otra radio pero nunca se había sentido tan cohibida, tan nerviosa.

Iba a estar delante de una cámara, observándola, siempre fija en ella, en directo. ¿Y si se daban cuenta de quién era ella? No, no podía ser.

Su largo fleco le llegaba justo encima de los ojos, y, se lo había teñido de un rosado extravagante. Nunca dejaba sus ojos sin pintar, de manera extravagante, también, colores fuertes por lo que pocas veces parecía ella misma. Era una especie de comodín que se había forjado a sí misma, cuando se quitaba todo el maquillaje y se echaba el fleco hacia atrás, podía volver a su mundo.

Se miró en el espejo y se retocó la pintura de labios color coral. Se quitó también algo de la pintura negra sobrante de lo más alto del párpado, dejándose, sin embargo, el degradado hacia las pestañas, sabía que a veces se extralimitaba. No es que le gustara, pero se sentía más segura de esa manera.

Oyó que volvían a tocar en la puerta y esperó que abrieran la puerta. Era Matt, totalmente maquillado y vestido ya para el programa.

Él le sonrió, con una dentadura totalmente blanca y perfectamente alineada. Estaba completamente segura de que se había hecho unos grandes arreglos, pero sabía que eso era normal. Todo superficialidad, ya se había acostumbrado a ello.

Ella le devolvió la sonrisa y ladeó la cabeza, esperando que se lo tomara como una invitación para que se sentara. Lo hizo, y pronto estuvo acomodado entre los cojines violetas del sillón.

Ella se sentó en donde había estado hasta ese momento, en el pequeño sillón colocado estratégicamente en frente del otro.

-Esperaba que pudiéramos hablar y conocernos un poco antes de la entrevista – .Comenzó Matt, con una sonrisa un tanto arrogante – Si es que te decides a hablar, claro, porque comienzas a ser algo molesta.

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