cielo.

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Sé que está ahí porque, aunque no siempre lo vea, su existencia no puede pasar desapercibida, es tan asombroso que es imposible de ignorar. Y sin embargo, no todos lo notan, no se percatan de su belleza, una tan sencilla que por lo menos a mí me impacta, y he de confesar que más de una ocasión me he sorprendido observándolo atónita.

Desde que lo conozco me ha brindado refugio, un lugar donde me puedo mostrar en mi forma más natural, aquélla en que actúo porque así me nace del corazón, esa forma en que todos nos mostramos ante alguien que posee nuestra confianza, me muestro como verdaderamente soy; y lo hago porque él, sin pedir algo a cambio, me permite contemplar el arte que es, a veces por completo y otras parcialmente, pero a fin de cuentas deja que vea todas las transiciones por las que pasa en veinticuatro horas, aunque no siempre esté presente o consciente para apreciarlas.

Soy capaz y más de una vez me he perdido en su inconmensurable belleza, pero así como me he perdido en él, he encontrado las dos cosas más valiosas, a mi percepción, que alguien podría encontrar jamás, y lo he hecho al verlo en casi completo silencio excepto por el sonido de mi respiración y el ruido de los pensamientos que inundan mi mente al hacerlo.

Lo más valioso fue encontrarme, sí, a mí misma, porque al contemplarlo y sencillamente pensar, logré percatarme de varios aspectos míos que desconocía, logré captar mi esencia en su infinidad, así como una gran parte de quien realmente soy.

Y lo segundo que encontré, mejor dicho aprendí, fue el amor. Y no hablo de ese idealizado, aunque estoy por idealizarlo justo ahora, como todo humano al hablar de amor. Me enseñé a amar bonito, entregando mi corazón sin ser recompensada, a amar puramente, de una forma linda, apreciando y admirando cada detalle suyo en cada etapa del día en que pudiera y deseando poder verlo desde su amanecer hasta cuando cae en completa oscuridad.

Supongo que así es como alguien ama bonito, sabiendo que lo más simple e incluso lo que pasa desapercibido igual es bello, en ocasiones hasta más sincero y puro; su existencia es tan bonita, tan continua que ni siquiera existen bordes o límites, tan poco superflua que ni te sientes capaz de ver su final.

Y así es como aprendí a amar, de la misma forma en que él existe.

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⏰ Última actualización: Apr 08, 2017 ⏰

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