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Grises, azules, cafés, verdes, miel; almendrados, redondos, rasgados. ¿Cuántos pares de ojos ha visto una persona en su vida? Infinidad y sin embargo, hay cientos de miles más en todo el mundo.

De los ojos jamás me ha importado el color, vaya, es algo vano pues hay ojos verdes y azules que no tienen nada de espectacular, y ojos cafés que deslumbran; y es entonces donde empieza lo verdaderamente importante: la mirada, la intensidad de los sentimientos que mueren por ser percibidos, la forma en que se conecta todo lo que hay dentro de nosotros... Todo eso y más con sólo una maldita mirada. Ninguna mirada es vacía, todas demuestran por asomo una emoción, una idea, esperanza, arrepentimiento, algo, cualquier cosa.

Desde pequeña siempre le he sido devota a los ojos y apenas empiezo a ser capaz de comprender el porqué; los ojos son conocidos como la ventanas del alma y es algo bastante cierto pues los ojos revelan infinidad de datos sobre una persona, la mejor manera de conocer a una persona es mirándola a los ojos en diversas situaciones, en las cuales normalmente se puede mentir con diversos grados de facilidad, porque las personas podemos abrir la boca y decir cualquier estupidez, pero los ojos no aprendieron a mentir.

Me fascina el brillo que revelan, aquél que es independiente a la cantidad de luz que puede haber en un lugar, y que surge del lugar más profundo del alma, ése brillo que delata la emoción que a veces nos empeñamos en ocultar; me gusta también la forma en que se dilatan las pupilas para captar cada pequeño e insignificante detalle de algo que resulto atractivo y cautivador a ellos.

Resulta ser que los ojos son, o deberían ser, la primera cosa que observamos en una persona; y a pesar del colosal amor y ciega fascinación que manifiesto a ellos, prefiero no ver a las personas a los ojos y que no vean los míos porque de tantas vueltas que he dado al tema de las miradas y lo expresivos que unos ojos pueden ser, he descubierto que ver a los ojos a alguien es verlo desnudo, conocer su vida, sus temores, sus alegrías y sus secretos.

Para mí resulta igual de íntimo observar los ojos de una persona que hacer el amor con ésta.

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