La escuela seguía siendo la misma, con sus pasillos largos, llenos de estudiantes atareados. Y Beth, estaba un poco harta de ella.
Estaba almorzando en un McDonald's que se encontraba cerca de el instituto, al ser alumna de último año, contaba con ese privilegió. Muchos de sus compañeros se juntaban en grupos, y salían a almorzar juntos. Tristemente, ella no tenía con quién acompañarse. Así que estaba sola, sentada en un lugar junto a la pared. Ya se había terminado todos sus alimentos, ni siquiera sabía bien qué hora era. Y no le preocupaba regresar tarde a el instituto. No hacía más que observar a los demás clientes que comían y reían entre si.
Era un día con demasiado sol, eran inicios de la primavera.
Había trascurrido un mes desde que su abuelo había muerto, y últimamente sus recuerdos le atormentaba muy seguido.
Se giro a ver por la ventana que estaba junto a la puerta, viendo como los rayos de solo se derramaban sobre la acera, cuando una silueta de negro atravesó el umbral de el establecimiento. Beth se enderezó en su asiento cuando vio al joven que acaba de entrar. Sería unos 30 centímetros más alto que ella. Toda se vestimenta se regía a ser completamente oscura. Sólo que a diferencia de todos los chicos darks que ella conocía, —pocos en realidad—, éste llevaba su cabello corto, solo con la parte de enfrente peinada un poco para el lado derecho y un poco para arriba.—¿Venden cigarrillos? —alcanzó a escuchar que el muchacho le preguntó a el chico que estaba tras la caja regristadora.
Beth no pudo evitar que le diera algo de gracia, ¿Quién va a un McDonald's, a preguntar por cigarrillos?
—Eh... No —le contestó con una ligera sonrisa, que Beth estaba segura, era de burla.
El chico no dijo ni gracias, cuando dio media vuelta y se fue.
Vaya. Era un chico raro. Con toda su onda de tipo rudo, y va a un establecimiento de comida rápida a preguntar por alcohol. Debía ser una broma. O él estaba mal de la cabeza.
Las dos probabilidades tenían sentido.Beth creyó que lo más conveniente era volver a el instituto.
Tomó su celular de la mesa y salió.
Todo hubiera sido normal, sí al salir no se hubiera tropezado con alguien en la acera. Por suerte no fue una caída muy aparatosa, sólo un par de niños le habían visto, ahora reían como sí estuvieron drogados, pero sería más vergonzoso que los que la estuvieran viendo fueran personas con más edad...
—¡Oye! Ten cuidado —la reprendió una voz masculina.
Beth se levanto temblorosa.
—¿Estas bien?
Fingió limpiarse el polvo, (no, en realidad no lo fingió), antes de contestar. Que humillada y boba se sentía.
—¿Qué haces ahí sentado en media calle? Por dios, estas mal de la cabeza —le espetó enfurecida al mismo chico que había visto allá dentro preguntar por tabaco. El chico la vio sin expresión alguna, y la boca entre abierta, a Beth le pareció la cara de un tonto... aunque estaba guapo.
—Soy Patch —le dijo poniéndose de pie, extendió la mano. ¿Patch? ¿Es enserio? Esto es una broma, ¿dónde están las cámaras? Bien, ¿qué tiene de malo ese nombre? Que en realidad no es nombre. Y no tenía nada de malo. Pero sencillamente Beth recordó a Patch Cipriano, y en automático la coincidencia, le sorprendió.
—¿Patch? —ignoró su mano extendida, no pensaba estrechársela.
—Sí... —contestó alargando el i. Dejo caer la mano a su costado.
—¿Cómo él de el libro?
—¿Qué libro? —encarno la ceja izquierda.
—Hush Hush.
—No lo conozco.
—Eres raro —le dijo Beth, sin tomar conciencia de las palabras que pronunció. Se agacho a tomar de el piso su celular, hasta ese momento le entro la preocupación de que se aya averiado.
—¿Yo raro? —soltó una risotada—. Tu te caes con las manos extendidas como sí fueras abrazar el piso —resoplo—. Pff! Y yo soy el raro —rodó los ojos exagerado.
Ahora era Beth quien tenía la boca abierta. ¿De verdad dijo eso? ¿En qué momento salen las cámaras? Sí no era una broma, en definitiva este chico tenía algún problema en su cabeza. No valía la pena seguirle el juego.
—Yo creo que ya me voy —le dijo. Sonrió. Casi sin querer. Ese momento, a parte de raro, se ponía muuuuy incómodo.
—¿A dónde irás? —preguntó él acercándose a ella. Con un tono muy serio. Le asusto su cambio repentino de humor.
—Po-por ahí —respondió nerviosa.
—Puedo llevarte —se ofreció tomándola de la mano. Bruscamente se zafó de su agarre.
—No. Gracias.
—Tranquila. No te haré daño —sonrió. Una sonrisa oscura y minúscula. Beth creyó ver sonreír a un psicópata.
—No. Gracias —repitió. Retrocediendo lentamente.
—Tengo un auto —dio un paso adelante. Beth retrocedió otro.
—Bien por ti.
—Y por ti. Te puedo ahorrar tiempo —de nuevo avanzó hacia ella. Beth se alejo. ¿ahorrar tiempo de qué? Pensó, imaginando que tal vez sus palabras tuvieran un tras fondo.
—De qué llegues más pronto a tu destino —fue como sí le hubiera leído la mente, y le contestara a su pregunta. Otra vez no pudo evitar pensar que sus palabras tuvieran doble sentido. Quería gritar, pedir auxilio. Huir de ahí. Este chico obviamente estaba loco.
La tomo desprevenida de el brazo. Lucho por zafarse, pero era mucho más fuerte que ella.
—Vamos —le dijo—. El auto esta cerca. Sólo, cuidado con no tropezar —le sonrió travieso.
—¡No! ¡Alto! ¡Espera! Yo no quiero ir —Beth gritaba desesperada y horrorizada. Patch la llevaba prácticamente arrastrando. Beth pataleó, se retorció, ya estaba llorado. Había más personas a sus alrededor, pero todos ignoraban el espectáculo que estaban haciendo, como sí nada de eso estuviera pasando. Como sí no pudieran verlo.
Llegaron al auto, se resistió a entrar, pero fue en vano, la aventó a dentro como sí fuera una muñeca de trapo. Aterrizó bruscamente en el asiento trasero. Su cabeza chocó con la puerta de forma tan violenta que quedó inconsciente.
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Secretos De Beth
Paranormal"¿Qué hay entre las ramas de los arboles, cuando la lluvia cae? Hay un secreto ahí. ¿Qué hay entre el humo gris, que frío e insensible es? Hay un secreto ahí. ¿Qué hay entre tu pecho y la pluma? Hay un secreto ahí. ¿Qué hay detrás de tu voz apagada...