Nuevo Mundo.

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Fue extraño. No le había prestado atención a unos arbústos enormes que estaban en el jardín trasero de la casa. Tenía tan sólo unos meses de haberla comprado.
Me dió curiosidad, quería saber que era lo que había del otro lado de los arbústos gigantes. Comenzé a caminar entre ellos, todo empezó a oscurecerse, no miraba absolutamente nada, solo caminaba así, sin ver a donde iba.
Fue entonces cuando ví una pequeña luz, mi asombro fue que al llegar esa luz, lo primero que logré ver fueron árboles, muchos arboles, y una cascada hermosa, de colores, pero no colores comúnes, sino, unos que jamás había visto y los cuales ciertamente no se describir.
La cascada de colores nuevos no  era lo mejor, lo mejor fue cuando ví a esa bella criatura.
En ese momento creí estar soñando, pero no era así, era real; era un hermoso caballo blanco con alas emplumadas y porte majestuoso. No lo podía creer, pero tenía que hacerlo, lo estaba viendo.
Entonces comenzó a caminar, lentamente hacia mí; bueno, no exactamente hacia mí, paso por un costado mío, una de sus alas me rozó el brazo, miré hacia atrás y ví cuando ese animal comió de unos frutos de un árbol que estaba tras de mí. No podía dejar de verlo, hasta que llego a mí mente un vago recuerdo; yo había leído un libro de mitología, que hablaba de criaturas fantásticas, como cíclopes, minotauros, sirenas, pero el que más me llamó la atención fue una criatura, la cual describían en el libro, justamente como era lo que yo había visto en ese momento. Lo llamaban pegaso...
Era imposible que estuviera ante uno...
Estaba tan ocupada viendolo que no me daba cuenta de que lo que comía el caballo blanco de alas emplumadas, eran manzanas que parecían ser de plata, como saberlo, estaba en shock, no tenía el valor como para hacercarme demasiado.
Estaba enserio viviendo algo mágico, algo de cuento.
Me acerque para ver si podía tocarlo; acerquè lentamente mi mano, con los ojos cerrados, esperando una respuesta positiva de la criatura; fue entonces cuando toqué su pelaje, era suave, muy suave; el no temía de mí, así que lo abrazé, era como tener un oso de felpa entre mis brazos. Fue hermoso. Tomé una manzana y se la dí, entonces recordé que tenía que volver a casa. Caminé hacia los arbústos, volví la mirada hacia atrás, miré por última vez el bello paisaje y a la criatura que confió en mí. Entonces continué caminando, se volvió a oscurecer, ví de nuevo una luz pequeña, la atravesé, y regresé al jardín trasero de la casa.
Ese fue el mejor día de mi vida. Jamás volví a ese lugar, aún lo recuerdo como si hubiera sido ayer cuando lo ví.
Jamás comenté nada, hasta ahora. No quize decir que yo había descubierto, un nuevo mundo en mi jardín.

...Libreta...Donde viven las historias. Descúbrelo ahora