Hace ya mucho tiempo, húbo un hombre muy abáro, ambicioso y controlador.
El cual era el dueño de muchos corazónes, todos corazónes de bailarinas de ballet que trabajaban para él.
Un día, las jóvenes bailarinas se dieron cuenta del falso amor que el hombre decía tenerles. Que sólo las quería para ganar dinero de las presentaciones que ellas hacían noche tras noche.
Frustradas, tristes, pero antes que nada molestas, por tal noticia, decidieron no salir al espectáculo de esa noche. Por lo que el hombre se puso colérico. Él les exigió salir, pero ellas se mostraban indispuestas a salir del camerino, el cual siempre estaba cuidado por dos hombres fuertes; de cada lado de la puerta.
El hombre , ante tal desafío hacia su autoridad, le ordenó a los dos hombres que abrieran la puerta a la fuerza, y sacarlas de inmediato.
Al abrir la puerta las bailarinas no estaban, no econtraron a ningúna de ellas, lo que llevó al hombre a la ruína.
Él jamás supo ya nada más de ellas.
Las mujeres, tristes y sin tener a donde ir, decidieron ser gotas de agua. Finas gotas de agua, así todos podrían verlas danzar, hasta aquel hombre que las engañó, pero sin saber que ellas, son sus bailarinas de cristal.
