t r e i n t a i c u a t r o

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Nuestras respiraciones se hacen pesadas y notables en la habitación, nuestros cuerpos están cubiertos por una ligera capa de sudor y mis ojos no dejan de parpadear en él, porque siento como si esto fuera irreal.

Irreal es la palabra ideal para describir cualquier momento que paso con Niall.

Sus labios besan desde mi clavícula, hasta mis labios. Va de paciente y amable, cariñoso y profundamente encantador a profundo y apasionado, desesperado y hambriento. Todas sus facetas se muestran y lo que percibo por encima de todo, no es nada más que el profundo amor que siente hacia mí, que me llena y me hace sentir segura, haciéndome ver, que él es, quizá, la mejor parte de toda mi vida.

No creo estar equivocada en ello.

Ambos llegamos a nuestro clímax y él se deja caer amablemente sobre mí, aún sin abandonar el contacto físico que nos une.

Es más que claro que nuestra relación no es la típica relación de citas, arrumacos y esas cosas normales que todas las parejas hacen. Mi vida no daba espacio a ello y su empleo lo ha tenido siempre, yendo detrás de mí para tratar de protegerme y no de cortejarme.

Pero, esos pequeños momentos en que ambos podemos disfrutar de esos momentos que antes me parecían banales, me siento como en el cielo. Disfruto de hacer cada actividad que las parejas hacen en las películas románticas; tomar su mano mientras decidimos caminar un poco, besarnos sorpresivamente, mirar películas y hacer comentarios tontos todo el tiempo. Todo ese tipo de cosas.

Pica mis labios con los suyos y sonrío, sale de mí y se acomoda en las sábanas a mi lado, colocando su cabeza en mi pecho mientras mis dedos recorren su cabellera rubia y castaña. Percibo el sonido de satisfacción ante mis acciones provenir de su garganta y siento que mi corazón se hincha con gratitud.

—Te amo, Maiah, ¿lo sabes? ¿Cierto? —murmura, su voz suena adormilada y siento que soy yo quien está ayudando a que entre en ese estado de sueño debido a mis caricias en su cabello.

Suelto un sonoro suspiro.

—Lo sé, Niall. —sonrío, mirando al techo de la habitación en la tenue iluminación. —Yo también te amo, aunque no lo digo lo suficiente... o lo demuestro. Lo hago, pero soy muy boba en esto.

Su cabeza se levanta para mirarme.

—Es más interesante descubrir de qué manera innovadora intentas demostrarlo. —dice pícaramente y lo golpeo en el pecho, robándole una carcajada. —Oh vamos, nena, mi comentario no iba exactamente por ahí... pero ya que lo tomas a consideración... —me río y sacudo la cabeza.

—Hombres... —mascullo arriscando la nariz.

—Nena, no puedo evitar decir cosas así, lo sabes y me divierte bastante cada reacción tuya. —se acerca y picotea mis labios una vez más. —Quiero dejar mi empleo, Maiah.

Primero, pienso que es una broma, pero luego noto la seriedad en su semblante y me percato de que va en serio.

— ¿Qué?, ¿Por qué? Tú amas lo que haces. —la confusión me invade.

—Te amo más a ti, Maiah. Y quiero pasar más tiempo contigo, y me gustaría que consideráramos cosas nuevas en nuestra relación sin tener que estar preocupándonos constantemente por las consecuencias.

—Oh. —es todo lo que digo y me acomodo en la cama, recargándome contra la cabecera, quedando sentada mientras miro a las sábanas.

—Mira, yo sé que te preocupa, pero encontraré algo... algo que sea menos riesgoso, algo que me permita estar más cerca de ti y no tener que viajar fuera de la ciudad cada dos semanas. Sé que con todo el asunto de tu padre y el restaurante, lo que menos deseas es agobiarte por estas cosas y-

Brave | niall horanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora