Un Dia Perfecto

30 0 0
                                    

Yo no sé a dónde me llevara esta vez, pero tengo que ir hasta el final.

Una pequeña voz en mi cabeza me grita que camine hacia el lado salvaje de la tierra. Allí donde la ciudad se muere y existe otro tipo de mundo extraño.

Me gusta acercarme. Un tambor acelerado alborota mi corazón mientras la pongo en mis venas.

Había tomado mil decisiones y esta vez intentaría ir por un destino diferente.
Disparar a morir.

La jeringa entraba por mis venas y sacaba sangre. Mi mente observaba los mares hablando. Sabía que podría sacar a todos los males del mundo.

El tambor de mi corazón se alzaba y se calmaba.

La droga entraba a mi cuerpo devolviendo la sangre corrupta directo a mi cerebro.

Entonces, la pregunta llega mi mente.
¿Cómo llegue aquí?

La alucinación me muestra absolutamente todo.


Había sido un día perfecto.

Era un pasajero en la vida. Observando el cielo azul mientras pensaba en cómo me haría una salida de mi propia realidad por la noche.

Había dejado de ser el piloto de mi vida desde que mi mujer había muerto. Las estrellas brillaban en el cielo aún más fuerte, ahora sé que lo hacían solo para mí.

Aunque el mundo había dejado de brillar, yo me sentía como Jesucristo.

-¡La droga, la droga! –Solíamos decir al observar a alguien presentando los síntomas de la felicidad espontanea.

La vida, al dejar de tener sentido para todos nosotros, era algo despreciado y aburrido. Así que por pura diversión, decidimos entrar al mundo de las tinieblas.

La idea era bajar lo más posible hasta que se tocara el fondo. La fórmula de la rehabilitación para encontrarte a ti mismo. Bajas hasta que no hay más y solo queda ir arriba de nuevo.

Alzarnos y tocar la fe.

La oscuridad se había convertido en nuestra vieja amiga y las visiones que se nos implantaron en nuestras conciencias nunca nos abandonarían.

¿Imaginas conocer la muerte y seguir con vida?

Mi cuerpo se convirtió en un campo de batallas, donde cada victoria era una derrota. Sin manera de existir de nuevo.

Nuestra voz se convirtió en silencio.

Pero de alguna manera logre sobrellevarlo.

El eco del silencio me golpeo y recordé todo.
Entonces me desmalle.

Cuando desperté... nadie más lo hizo.
De repente me había convertido en el único de una tribu muerta.

Cerré los ojos de mis compañeros, encendí un poco de mi alma en un cigarrillo y prendí fuego a sus cuerpos sonrientes.
Salí de la guarida donde nos uníamos a morir a ratos, pensando que ellos encontraron el fondo como un nuevo nivel de existencia.


Observo que el fondo no es alcanzable.
Solo me queda una salida y debo terminar el último gran viaje.

La risa letal de la santa muerte me acompaño todo ese día.

Una partida perfecta.
Sin heridos, sin balas disparadas, sin sangre derramada.

Regreso al hogar del eterno descanso de mis difuntos compañeros que esperan mi ida. Entre a las cenizas para irme con ellos.


Y aquí estamos, a punto de abandonar este cuerpo en este día perfecto.

El viaje comienza y las luces se encienden.
Estoy a punto de cosechar lo que sembré.
Estoy tan feliz de haber pasado mi día perfecto contigo.

Mi alma se desprende de mi cuerpo y caigo al vacío. En fondo puedo escucharlos gritando por mí. Animándome a caer.

Faltaba yo.
No se preocupen, hermanos, voy por ustedes.


Cuando siento alcanzar la gloria, veo la luz.
Estoy en un hospital conectado a mil cables con sus mil máquinas.

¿Estaré ya en otra vida?

5cp

Pinchis Poemas Y PensamientosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora