-87- Albedrío como afonía

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Hyt.O

Qué martirio,
pero qué buen delito sancionar mis penas por rozar tus estímulos,
por dejar mi cordura desvariada
y
mis ataques fuera de sus coordenadas.
Así como el sol con su luz nadie oculta mejor su rubor,
y yo estoy tan avergonzada porque todo tuvo que acabar con un nubarron anclado en la razón de la que mi mente gozaba.
No pedía más que me devolvieses mi sangre a las venas
y el latido sonoro a mi motor de arranque.
Que me dieses conmiseración cuando no interactuabas con mi piel de manera sincera.
Mi alma vagaba entre las rejas de todas las palabras que tenía prisioneras y las tumbas de algunos de mis sentimientos que una vez estuvieron vivos.
En ese monento no dolía en mis neuronas que mis pensamientos se hubieran quedado solos,
que yo les hubiese avandonado.

Resulta que ahora irónicamente les estoy hablando desde el otro lado, cuando ya todo está perdido y las pertenencias tienen fuerza de libertad y van a su albedrío.

Afonías de una menteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora