Capítulo 2 [Parte II]

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   Donghae  se  estremeció  como  si  la  hubieran  abofeteado  y  ella  también  recorrió  la  sala con  la  mirada.  Sus  libros  de  textos  estaban  apilados  sobre  la  mesa  de  centro.  Juguetes permanecían tirados  en  el  suelo.  Una  cesta  de  la  colada  estaba  en  el  suelo  junto  al  sillón. Seulgi  había  derramado  algunas  de  sus  galletitas  en  la  alfombra  de  la  sala  y  ellos  habían caminado sobre estas. Las migas estaban en todas partes. Donghae  pensó  en  el  nudo  detrás  de  la  cabeza  de  Seulgi  que  todavía  no  había  cepillado. La  vergüenza  y  la  furia  obstruyeron  su  garganta  impidiéndole  hablar.  Después  de  un momento  logró  susurrar entre dientes apretados.

-No tienes  idea  de  lo  que  estás  hablando.  No  me  conoces  realmente,  ni  a  mis  niños o  alguno  de  los  problemas  a  los  que  nos  enfrentamos.  Esa  falta  de  entendimiento  sólo te hace peligroso para  nosotros- 

-¿Cómo  te  atreves?- Él  acercó  su  cara  enojada  a  la  de  ella.-Nunca  causaría  daño a un niño.  ¡La única razón por la  que me quedé era para protegerlos!- Su  rabia  la  envolvió,  manifestándose  como  un  humo  negro.  Ella  sintió  como  si estuviera  mirando  dentro  de un  infierno. No se acobardaría.  No  lo haría. Simplemente  no  había  razón  para  intentar  razonar  con  él.  Eran  demasiado diferentes  y  él  era  demasiado  arrogante  para  escuchar  algo  que  le  dijera.  Respiró profundamente y encontró la suficiente compostura para decir.

-Entiendo que no nos deseas  ningún  daño.  Gracias  por  quedarte  esta  mañana  para cerciorarte  que  Seulgi y Taemin  estuvieran  protegidos.  Si  no  deseas  solicitar  una  consulta con el Oráculo, te informo que  ahora puedes  dejar mi casa- Él  frunció  el  ceño  y  abrió  la  boca,  claramente  preparándose  a  dar  una  réplica abrasadora, pero una vocecita triste se le adelantó

-No más peleas. No te molestes más, ¿okey?- La  mirada  diamantina  de Hyujae  vaciló. Bajó  la  mirada,  al  igual  que  Donghae,  al  rostro preocupado  de  Seulgi.  Entonces  Donghae  fue  testigo  de  algo  sorprendente,  la  forma  en que  su  expresión  elegante  y  malévola  se  volvió  dulce.  Se  puso  sobre  una  rodilla  para poder  estar  a  la  misma  altura  de  Seulgi.  La  niñita  lo  estudió  gravemente.  Algo  se retorció en el pecho  de Donghae. Él era tan  enorme  y Seulgi tan  diminuta. 

-Ya  no  me  molestaré- dijo  Hyukjae e  hizo  algo  para  contener  el  Poder  de  su  voz  y habló quedamente. 

-¿Lo prometes?- preguntó Seulgi. Su  mirada  se  deslizó  a  un  lado  y  subió  hasta  Donghae.  Se  veía  resentido.  Guau,  pensó Donghae  en  una  repentina  ráfaga  de  nerviosismo,  él  realmente  no  deseaba  desistir  de  su rencor.  Pero  ya  no  le  volvería  hablar.  Ella  alzó  las  cejas  y  movió  la  cabeza  hacia Seulgi, diciéndole con ese gesto silencioso,  tú le responderás, yo  no. Su  extraña  y  poco  amigable  mirada  le  prometió  algo,  pero  ella  no  supo  cómo interpretar  el  mensaje  silencioso  del  Djinn.  Con  aire  decidido, Hyukjae  se  dio  la vuelta  a Seulgi.   

-Sí, lo  prometemos- dijo él. ¿Espera, qué? Donghae  se  enderezó. No  le había  dado  permiso para hablar por  ella. -No pelearemos más- continuó  él. -Pone triste a los pequeñines-

-También pone triste  a las niñas  grandes- dijo Chloe  con fuerza. 

-En efecto- dijo Hyukjae. Extendió la mano  y Seulgi puso la suya en ella. Seulgi era tan pequeña, pensó Donghae, mordiéndose el labio. Tan frágil, tan  preciosa. Donghae permaneció tan  tensa que sus  músculos comenzaron a dolerle otra vez. Hyukjae  se  llevó  los  dedos  de  la  niña  a  los  labios  y  los  besó.  Después  la  soltó,  se  irguió en toda su altura antes de desaparecer. Donghae  contempló  a  Seulgi,  buscando  alguna  clase  de  reacción  ante  la  desaparición repentina.  Además  de  menear    los  dedos  que  Hyukjae  había  besado  y  verse  intensamente pensativa,  la  niña  no  parecía  tener  una.  Quizá  Seulgi  estaba  concentrándose  en  intentar desaparecer y  descubría que  tampoco podía  hacerlo. Taemin  gritó  furiosamente  desde  el  dormitorio.  Por  lo  normal  de  buen  temperamento, parecía que ya había tenido suficiente con  lo  de ser excluido. Donghae  suspiró  y  se  dirigió  a  recoger  al  hombrecito.  Seulgi había  comido  su  refrigerio de  galletitas  saladas,  pero  Donghae y taemin  se  habían  saltado  el  almuerzo.  Debía  estar hambriento.  Sabía  que  ella  lo  estaba.  Cambió  el  pañal  de Taemin y  le  hizo  cosquillas  hasta hacer  que  su  mal  humor  desapareciera,  diera  pataditas  y  se  riera  tontamente.  Después lo  colocó  en  la  cadera  de  su  lado  bueno  y  giró  hacia  Seulgi,  quien  la  había  seguido  al dormitorio  para observar. 

The Oracle Of The Moon [EunHae]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora