Fue una jornada terrible. Las máquinas fallaron en más de tres ocasiones y, para colmo, hubo supervisión del jefe. Sólo deseaba llegar a mi hogar, recibir el caluroso saludo de mi gato y única compañía, Killer, quitarme las apretadas botas y el mugroso uniforme de obrero, darme un baño y que el agua fría cayera sobre mis hombros, para después dormir y... Despertar con las mismas sensaciones de todos los días: odio y miedo.
Estaba cansado de la vida. ¿Por qué precisamente yo tenía que vivir en esta época y nacer en una familia de clase social tan baja? Los años 20 no son tan gloriosos como muchos los describen. Sí, seguramente harán películas y documentales en donde exaltarán las magníficas obras de unos tales Dalí, Picasso o Hemingway, ¿pero de los obreros qué hablarán?¿Describirán las duras jornadas y las atrocidades a las que nuestros jefes nos sometían?
Todas las mañanas abro los ojos y pienso que mi mejor decisión sería unirme a los anarquistas, esos que andan en revueltas e intentando derrocar al gobierno. ¿Pero de qué sirve? Al final, cuando el anarquismo triunfe, si es que eso sucede, ellos tomarán el poder y todo será igual. Comúnmente el poder reacciona de manera negativa en el ser humano.
Me detuve enfrente de la pescadería. Por suerte alcancé los últimos filetes aún en buen estado para ser cocinados esa misma tarde. Al salir, dirigí mi paso hacia el barrio de la colonia Cooper, un contrastante espacio en el que habitan burgueses y obreros, desdichados y afortunados en constante lucha. Me topé con Killer, quien con su desarrollado olfato detectó, cinco casas antes de llegar a la nuestra, mi esencia y la del pescado. Lo tomé con el brazo izquierdo y lo recargué en mi hombro, lugar en el que usualmente le gusta estar.
Pero la tranquilidad que gozaba al saber que por lo menos esa noche tendría algo para cenar, se fue por la borda al mirar una nota de papel arrugado sobre la puerta de mi departamento de una habitación: "Sr. Trech, tiene dos días para pagar la renta de este mes y del pasado, de lo contrario sus cosas lo esperarán afuera del edificio. Con mis atentos saludos, Madame Brigitte.".
No es que me preocuparan mis pertenencias, apenas contaba con algunas mudas, un catre, una parrilla, una sartén, una olla, un plato, un par de cubiertos y un vaso, el resto era propiedad de esa ostentosa señora llamada Brigitte. No. Mi miedo y odio no radicaba ni en esto ni en el gobierno ni en la anarquía, sino en mí. No soportaba a esos hombres que decían: "lucha por una sociedad mejor". ¿Cómo pretendían que eso pasara?
De modo que Killer hizo algo por mí. En su boca traía varias hojas bond cargadas de ideas para la obra que se llevaría a cabo en el lago cercano a la colonia. Debo decir que fui un buen arquitecto hace algunos años, pero la motivación se murió junto con mi esposa Lise. Le quité del hocico los planos y los extendí sobre el catre. Sonreí y pensé que tal vez era momento de enfrentar mi miedo. Comprendí que "la lucha por una sociedad mejor" era una lucha interna, iniciaba en mí, enfrentando a ese señor enorme y feo llamado temor.
Cené en compañía de mi minino el pescado en oferta que conseguí en la pescadería, por primera vez mi paladar saboreó el buen sazón con el que cocinaba. Practiqué todo el ritual de aseo que solía realizar cada noche y, antes de dormir, miré la fotografía de Lise. Su sonrisa bastó para que confiara en mí mismo y me diera cuenta que a veces nosotros somos nuestro propio obstáculo. No podía regresar de la muerte a mi esposa, pero sí ser el hombre exitoso, con sueños y metas con el que ella se casó...
—¡Trech! ¡Hombre, despierta, la máquina volvió a fallar! —gritó mi compañero Wood.
Me percaté de que estaba recargado en la mesita de herramientas.
Todo había sido un sueño...
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Libertad
General FictionEsta colección de poemas, ficciones, mini ficciones y cuentos fue realizada en completa libertad, cuando nadie me impuso un tema, un título, un estilo o cualquier otra restricción. Lo más curioso es que la mayoría de ellos fueron hechos durante una...