San Valentin

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Querida Gadea:
Eramos como la noche y el día, tú con tus tatuajes y yo con mis cuadernos llenos de poesía, en los que describía  tu larga melena rubia, como ponías los ojos en blanco cuando hacia uno de mis chistes malos, y como se iluminaban tus ojos cuando me pillabas mirándote.
Escribía y aún escribo sobre el mar, sobre las olas y lo mucho que me recuerdan a tí; rompiendo furiosas contra las rocas, contra la normalidad de mis días. Escribía sobre la noche de tus ojos, sobre como guardaban miles de estrellas, y sobre como terminé enamorándome de cada una de ellas. Escribía sobre las cicatrices, tus hoyuelos y el amor.
Escribía y aún escribo sobre ti; sobre la chica valiente que solo temía al miedo, aunque hasta él se hubiera enamorado de ella. Esa pequeña cascarrabias que llevaba vestidos en pleno invierno, la que siempre sonreía y estaba profundamente enamorada de la lluvia.
¿Qué pasó para que terminaras de romperte, Gadea? Necesito saber porqué estoy escribiendo esta carta delante de una piedra con tu nombre.
Hoy es catorce de febrero, y aunque llevo días viniendo a verte, hoy siento el dolor como si fuera la primera vez. Quizás sea porque son apenas las dos de la mañana, y tú bien sabes lo melancólico que me pongo de madrugada. O quizás sea porque es San Valentin, y tenía demasiadas esperanzas puestas en algo tan tonto como este día, no lo sé. Lo único que tengo claro es que la oscuridad me invade por dentro, y no puedo hacer nada que no sea llorar.
Refugio la cabeza entre las piernas, y lloro tanto que, cuando termino, me siento vacío. Entonces abro los ojos y te encuentro ahí. Aún  sonríes, tienes las mejillas sonrojadas y los ojos brillantes. He soñado con esa escena cientos de veces cuando aún estabas aquí, pero ahora es distinto. Las palabras "te quiero" salen de mi boca con más urgencia, y tú no sonríes, no contestas. Solo lloras.
Espero que todo esto haya valido la pena. Espero que, estés donde estés, encuentres la paz, y espero que me perdones por no haber sido lo suficientemente bueno, por no haber llegado a tiempo y por haberme enamorado de ti. Yo ya te he perdonado por haberte olvidado de todos nosotros cuando cogiste esa cuchilla.
Espero que no estés tan sola allí arriba.
Ojalá el cielo te de la oportunidad de ser feliz. Ojalá algún día puedas leer esta carta, y ojalá estuvieras aquí.
Feliz San Valentin, Gadea. Ve con Dios.

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