Notas

26 3 1
                                    

Una de varias hojas:
La muñeca de porcelana baila por siempre en esa jaula de cristal. No llora ni ríe. Su cara es inexpresiva pero en el fondo sabemos que quiere machacar al mundo con sus pobres brazos. Pero el mundo no tiene la culpa de que esté encerrada. Tampoco es su culpa, tiene que vivir por siempre pagando las injusticias de los demás. Bailando en círculos para su público vicioso, vigoroso siempre esperando la actuación de su chica perfecta. Porque se parece a ella, porque entonces todos lo estaríamos si alguien más se pareciera a ella.

Otra hoja de tantas:
He querido escribirte desde hace mucho, amor mío. No ha tenido caso esperarte por tanto tiempo. Te necesito, te extraño. Odio decir esto, sabes que es cierto que de ti dependo. No me hagas seguir sufriendo este infierno de vida. Sé que nadie estará para ayudarme otra vez. Quiero ser fuerte, no caer estrepitosamente. Pero no puedo, lo único que me queda eres tú. ¿Cómo puedo olvidarme de todo? No es posible. No, no lo es. Por las noches me aferro a la única posesión que me recuerda a ti cuando las voces llegan, cuando las sombras apagan la esperanza pero estoy yo sola, arrinconada en un lugar donde soy susceptible a daños permanentes. Yo no quería que esto pasara. Nunca quise hacerte nada malo. Quise protegerte como tú lo hiciste conmigo. Jamás sabrás cuánto te amé y lo sigo haciendo. Te recuerdo cada día, estás mezclado con el aire que respiro, tu presencia está aquí pero no puedo tocarte. No, no puedo olvidarte así de fácil por más que lo haya prometido porque te sigo amando y lo seguiré haciendo siempre. Estuve condenada desde el momento en que fuiste a auxiliar a la chica destrozada en el baile.

Siguiente nota en desorden:
Hola hermana. No tendrá caso enviarte esto porque nunca contestas. Te lo diría por millonésima vez: No tuve la culpa. Yo también quería mucho a mi hermano y tal vez no te entiendo como me lo has hecho saber siempre. Nunca los reemplazé por él ni por nadie. Son mi familia, y como lo has dicho, hay ocasiones en que simplemente no puedes más y no queda otra salida mas que fingir que nada ocurrió. Yo lo he hecho pero no da resultado, tarde o temprano regresa. Lo siento. Discúlpame por no resistir más y no decírtelo de frente porque nunca recibes a tu pequeña hermana en las puertas de tu casa. Sabes, tal vez mi hermano esté mejor con ellos, él no habría podido cargar con la culpa indirecta, te ruego que lo pienses y puedas perdonarme.

Nota siguiente:
No sé dónde estés hermanito, no sé que será hoy de ti a tus veinte años. Deseo que tengas la familia y compresión que nunca pudimos darte. Tú jamás tuviste la culpa, por ti haría lo imposible y sigo buscándote por la única razón de que eres mi hermano y eso es lo importante. Tal vez piensen que los reemplazé por él. Solo necesitaba comprensión al igual que tú. Perdóname.

Penúltima nota:
No tuviste nada que ver en esto, madre. Estabas desesperada. Pero aún a varios años de que sucedió no logro asimilarlo. Nadie lo entendió en ese entonces y por tanto es imposible que alguien lo haga en unas décadas. No tienes por qué disculparte ni mucho menos huir cuando voy a verte. No busco venganza.
Estos años tu hija más pequeña ha tratado de empezar de nuevo. Dejar que la pena se fuera y no regresara, dejar su pasado y mirar hacia algo mejor. Pero olvidó algo, lo que rechazaba como parte de ella era su sombra, su fuente de vida y motivación. No podía decir que todo era malo porque sería estar mintiéndose a sí misma. No pasará de nuevo.
Solo te pido una cosa, madre: Llévate a las voces, arranca a los demonios y déjame ser libre. Claro, lo sé. No puedes y te sientes culpable igual que yo, toda nuestra familia se siente culpable pero el remordimiento nos mantiene alejados, todos hemos conseguido encontrar nuestro infierno al fin.

Última nota:
Amor mío, te escribo de nuevo rogando que esta vez si me encuentres. A tu destino es imposible que llegue esta carta pero yo sí. Iré contigo a donde sea, sé que tú no me odias, entiendes que no fue mi intención meterte en mis problemas. Necesito verte, mirarte como nunca lo hice. Me perdí de nuevo y solo tú hallarás quién era la chica tímida, idiota, débil y te quiso profundamente.
Tu madre aún no puede mirarme a los ojos sin reclamarme. Tu hermana no deja de repetirle que ya ocurrió y nadie fue el responsable. Ella vive en un matrimonio feliz, esperando la llegada de su segundo hijo mientras su pequeña aprende a contar del uno al diez. A veces la envidio tanto pensando que pudimos comportarnos igual que ella y su marido si estuvieras aquí.
El hubiera no existe pero me gusta imaginar lo que habría experimentado a tu lado.
Hace semanas creí perder el corazón con nuestra fotografía, el chico del que te he hablado lo tenía. Afortunadamente está de nuevo en mis manos. Él es un gran chico pero también un gran idiota, es agradable pero tiene miedo a fracasar. Tiene una mejor amiga y simplemente verlos pelear hace que mi mente viaje a la infancia, cuando tenía un mejor amigo y no te conocía en ese entonces. Me asusté, los susurros regresaron gritando maldiciones.
Tú no puedes contarme qué hay en ese lugar, siempre imaginamos que ingresaríamos a él tomados de la mano. Tierno y a la vez estúpido.
No puedes regañarme esta semana porque no he consumido alcohol. No he acabado conmigo pero tampoco te he cumplido. Recuerda que el alcohol es anestesia, medicina que adormece los sentimientos y pesadillas.
No te he cumplido porque sigo escribiéndote y estoy huyendo. Pues te sigo amando pero estoy desesperada por librarme de la cárcel que soy ahora. Al menos ya no me atormento viendo esas fotografías, si él me las devuelve juro que las quemaré hasta que sean cenizas.

ScarsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora