Capítulo II

63 5 4
                                    

Las noches y los días eran eternos. Y solo había pasado una semana desde que la vi por primera vez. Llegué a pensar que no regresaría porque mi presencia le molestaba, y lo entendía.
Hasta que una tarde de viento otoñal su sombra se acercó lentamente para observar el océano que guardaba todas sus esperanzas marchitas. Tardé en decidir correr hacia ella o reprimir el impulso.
Me acerqué temeroso pensando en cómo reaccionaría. No seas cobarde. Me reprimí.
Caminé dos pasos hacia atrás. Avanza idiota ¡Avanza!. Finalmente esperé a estar diez centímetros cerca de ella para saludarla. No dije absolutamente nada. Ella volteó sin ninguna expresión en su rostro.
-¿Qué quieres?-.
Seguía sin el valor de decir algo.
-Maldita sea, ¿te vas a quedar callado?-.
El corazón me latía rápidamente.
-Si no vas a decir nada, mejor lárgate-.
-Disculpa
-¿Por?
-Perdón por haberte molestado hace una semana, yo simplemente me preocupé por ti...
-Pero...
-Si, ya sé que no nos conocemos y solo te he visto una vez...
-Oye...
-Y no te volveré a molestar...
-No, tú no...
-Lo prometo.
-Olvídalo ¿quieres? Nadie se había preocupado por mí desde...Desde...bueno, no importa. Gracias de todos modos, no acostumbro a reaccionar así-. Acto seguido volvió a mirar la puesta de sol reflejada en el mar.
No podía irme así de fácil y me quedé en el mismo sitio sin moverme.
-Oye, ya te puedes ir.
-Pero no quiero.
-Pues yo no quiero que estés aquí.
-Tú no puedes obligarme, ni siquiera eres dueña del lugar. Además tengo mayor derecho a quedarme porque mi tío trabaja en este sitio y yo igual.
-¿Derecho, pedazo de imbécil? ¡La poca vida que me quedaba está aquí! ¡La única razón por la que aún me ves respirando está aquí!
-¿Por qué no te calmas? Y resolvemos esto...
-¿Que me calme? ¡Mírame! Soy dependiente de una persona que ni siquiera está viva.
-Cálmate, por favor-. Caminé lentamente hacia ella, la abracé y aunque al principio no me correspondía, rompió a llorar como probablemente nunca lo había hecho.

Pasaron poco más de dos horas hasta que logró calmarse, tenía los ojos rojos y el rostro demasiado pálido. Susurró un "gracias". ¿Gracias? Yo odiaba ser de las personas interesadas por los demás, era demasiado individualista, me gustaba mi soledad, y sin embargo...Sin embargo ella era diferente, porque no buscó mi ayuda en ningún momento, solo escucharla, solo poder comprenderla.
-No he hecho nada, no creo que eso valga un "gracias"
-Cállate.
Estaba sentado al lado de ella viendo el mar, sintiendo el aire tratando de alejarnos y la luna compadeciéndose de nosotros. Tenía miedo de que acabara esto, jamás me había sentido tan intrigado por alguien.
-Sé que estás pensando "Esta tipa está loca" y sí. Lo estoy pero sabiendo por todo lo que he pasado a este paso no solo hubiera perdido la cabeza. No tienes ni idea desde hace cuanto no he llorado y te lo agradezco, hay días en que no me aguanto ni yo misma, has conocido lo peor de mi, disculpa.

Esa no era su peor parte, ella no se definía por su carácter, sino por su fortaleza.

-Espero que realmente no seas así de enojona, porque en ese caso prometo no volver a entrometerme contigo.
-No, descuida. El caso es que solo es una capa para protegerme de los demás. Creo que tienes razón, tal vez yo alejo a las personas.
-Pero tienes tus propias razones para ser así.
-Sí, pero la gente no lo entiende. Buscan medir tus debilidades sin conocer tus fortalezas. Te juzgan porque tienen miedo a lo diferente y a lo que no se ajusta a su forma de vida. Así que no busco su comprensión.
-Probablemente lo sea-. Esperan cumplir expectativas a base de su sociedad sin preguntarse qué es lo que ellos realmente quieren.
-¿Qué?
-¿Qué cosa?
-Dijiste algo.
-No, solo te estaba dando la razón-. ¡Deja de pensar en voz alta Jim!
-Dame una razón para confiar en ti, para contarte todo lo que me ahoga.
-¿Por qué querrías hacerlo?
-Probablemente ya me harté de todo, de esperar, respirar y ser fuerte. Has sido la única persona que se me acerca en más de un año, la única que se ha preocupado por mí hasta ahora.
-No tengo cómo demostrártelo, y en ese caso, soy demasiado egoísta y me sorprende que demuestre interés hacia alguien.
-¿Eres así o te han hecho creer que así eres?
-Todos lo dicen, es una de las razones por la que estoy aquí.
-Entonces deja de hacer caso a lo que Todos dicen.
-¿Cómo?
-Ignóralos, empieza a crear tus propias metas y cúmplelas, no esperes su apoyo, pues no te lo darán. Y cuando logres algo vendrán pidiendo tu perdón diciendo que siempre confiaron en ti, pero no te permitirán cometer errores pues si lo haces te dejarán de nuevo solo viendo cómo sangras y te debates entre seguir viviendo o no. ¿Entiendes?
-Sí-. Eso creo.
-Ahora, ¿Puedo confiar en ti?
-Sí-. Eso creo.
-¿Haz tenido pesadillas alguna vez?
-Obviamente, no creo que haya alguien que no.
-Pues digamos que más o menos mi vida es así, quiero despertar porque siento que en cualquier momento moriré de alguna forma, mi pasado me persigue como si fueran sombras que imaginan los niños pequeños afirmando que los vigilan. Tengo miedo de que él me encuentre y me destruya de nuevo, esta vez logrando su objetivo.
-¿Quién es "él"?
-Jim, no me presiones por favor.
-Lo siento.

Pasó media hora preguntándome cómo eran mis padres, cómo festejaba con ellos los cumpleaños y navidades que nunca verían sus ojos, cerrándolos intentando imaginarlos. Era tan inocente y a la vez tan culpable, tentándome a cuidarla, a ser su salvavidas para evitar que cayera en la penumbra del mar de sus fantasmas.
Finalmente se marchó argumentando que no quería llegar antes de media noche a su casa, quise seguirla, pero invadía su privacidad, no perdería su confianza haciendo algo tan estúpido.

La noche era oscura con un cielo lleno de nubes intentando ocultar la luna, guiándome por el cielo sin estrellas igualmente me fui esperando volver a verla.

ScarsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora