La duda de saber si ella era real o parte de mi imaginación me estaba matando, es decir, sabía que existía y sabía que era de carne y hueso, pero su actitud ha cambiado mucho, si es que es real. Ahora su atención está sobre mí.
La conocí en mi primer año de universidad, era la típica chica guapa codiciada por muchos hombres, y ella al parecer era muy indecisa y probaba todos los labios para al final quedarse con ninguno. Le gustaba sentirse admirada, le gustaba esa sensación de tener todos los ojos masculinos encima, y entre tantas pupilas estaba la mía, allí en el centro, insignificante y daltónica, lo cual era siempre un buen tema de conversación, pero no para ella, alguien tan superficial como profunda, tan cambiante y nada predecible.
Me limitaba a dibujarla, escribirle poemas y prestarle mis apuntes de la clase, al menos así podía tener contacto con su humanidad, sentirla íntima y exclusivamente para mí por fugaces segundos. Ella era indomable y yo no podía dominar ni siquiera el tic nervioso que me atacaba al exponer frente a la clase, frente a ella.
Mayo, junio, julio, octubre; los meses pasaron y mi situación era igual, siempre detrás de mi cuaderno como escudo para su imponencia, y llave para acceder a su petición de ver mis apuntes chuecos. Sólo que ese día de Octubre no fui tan precavido y entre los apuntes de Italiano e inglés dejé olvidado un poema dedicado a sus grandes ojos cafés, hipnotizantes y expresivos.
Con mis uñas carcomidas e imaginando decenas de situaciones estaba esperando mi cuaderno en el fondo del aula de clases. Ella demoró un poco más de lo acostumbrado, 3 minutos más, y volvió con una sonrisa que expresaba ternura, o quizás lástima, y al entregarme lo que me pertenece me dijo que me quería ver al final de clases, en 15 minutos.
El segundero del reloj, debido al peso de mi impaciencia, rodaba cada vez más lento, pero al final la hora pactada llegó y entre nervios y pasos torpes acudí. No había nadie, al parecer había caminado muy rápido, o ellos muy lentos.
La vi entre la multitud, ella me veía a mí y a la vez era observada por cuanto caballero se cruzara por su camino. Al estar a un paso de distancia ella no vaciló y me besó, fue un beso sutil, algo que marcaba un antes y después y aunque mi cuerpo no reaccionaba, mi alma llena de gozo gritaba a los cuatro, cinco, todos los vientos, que ella por dos segundos fue mía y yo siempre fui de ella.
-Escribes muy bien, eres muy tierno; ese es mi agradecimiento. Ahora me tengo que ir, mi novio me espera.
Una frase compuesta de varias oraciones, y cada letra perforaba mi alma, mi esencia, mis pulmones. No podía respirar bien y tuve que ir a mojarme la cara. Así que eso se siente tenerla, sus labios deben tener una sustancia adictiva y sus palabras llevan el efecto destructor; hoy probé ambas, pude ir al cielo, contemplar su magnificencia y volver a mi infierno, desesperante y asfixiante como el ataque de asma que estaba teniendo.
Al día siguiente ella llegó con su nuevo novio, un chico tan guapo como actor de película pero tan vació de mente como yo cuando estaba frente a ella, mi criptonita. Ella sólo me hablaba para pedirme los apuntes y si tenía suerte me agradecía con un beso, cada uno mejor que el otro, cada uno me impulsaba a escribir mejor sólo para ella.
Noviembre, diciembre, marzo; 5 ataques de asma, 8 exposiciones en clase, 13 besos, 15 poemas dedicados a ella, 17 "novios" que la acompañaron hasta la Universidad. Todo eso había pasado en tan pocos meses.
Abril. Ella me llamó en la noche y me pidió que nos veamos en un bar. Tardé una hora en camuflar mi torpe personalidad con ropa nueva y peinado de moda. Llegué cinco minutos antes de la hora acordada, pero al parecer había llegado tarde para ella. Un chico de aspecto maduro y musculoso la agarraba mientras la besaba, ella me vio, se acercó y me dijo que nos viéramos otro día.
Salí a comprar cigarrillos, los médicos decían que eso empeoraría mi asma y que eventualmente me mataría, pero ella le estaba ganando al humo y a la nicotina, me sentía muerto. Sentado en la acera, fuera del bar, sentía cómo el cálido humo recorría mis entrañas y salía por mis labios morados.
Media hora, una hora, tres horas. Ella salió sola a vomitar, al parecer el chico no era tan caballero, me acerqué y le dije que se veía muy mal y debía ir a casa. Ella había bebido 8 botellas de licor y yo había inhalado el humo de 20 cigarrillos. Decidió ir a casa y entró por su cartera; dos, tres, cinco minutos después salió corriendo mientras sonreía, lo que no sabía era que no estaba en un parque, estaba en un bar sobre una avenida muy transitada.
En media calle, descalza y cegada por las luces de los autos, su muerte estaba escrita en la frente y yo corrí para borrar toda marca de su perfecto rostro. Llegué a tiempo y la lancé hacia la acera de nuevo, el tiempo se aceleró mucho y se me hizo tarde para mí. Un suspiro, pupila dilatada por la luz del auto negro y mi mente con su rostro plasmado.
Abril, mayo, agosto. Cinco meses en el limbo, todos los días despierto pero no puedo mover ni un músculo. Las drogas para el dolor son tan fuertes que ayer estaba en una playa cristalina y hoy en la mañana me tomaba fotos en la estatua de la libertad. Todos los días mi destino mental cambia, pero el único constante es una hora al día, cuando el reloj marca las 3pm. Ella llega, se sienta a mi lado y me lee poemas escritos a su puño y letra; es raro porque siempre viene con la misma ropa, la que vestía cuando la lancé a la acera.
He aguantado mucho dolor pero las pastillas me ayudan, lástima que mi miedo a dormir eternamente no se borra con nada. Ya son las 3pm, la puerta se abrió y ella llegó; al fin puedo gesticular palabra y ella asombrada espera a que diga algo.
Abrázame fuerte porque me voy.
El pitido infinito en el aparato conectado a mi corazón resonaba en todo el cuarto. No me abrazó.
ESTÁS LEYENDO
Historias cortas; como el amor.
CasualeNo puedo hacer nada para que vuelvas, porque nunca estuviste aquí. Morfeo y Cupido; los chivos expiatorios perfectos para poder tener un culpable, alguien a quien enfocar el odio, porque estoy seguro que no eres capaz de odiar a esa persona que te r...