Memorias

La pesadilla

Era media noche, estaba recostado y no podía dormir, no dejaba de pensar en Demian, yo solo esperaba que el estuviera bien.

- Chico nuevo... ¿sigues despierto?- susurraba una voz.

- ¿Qué?- dije buscando la fuente de esa voz.

- Aquí abajo- mire un pequeño orificio del tamaño de una moneda.

- Debiste de escapar cuando tuviste la oportunidad, ahora te tienen.- susurraba la voz.

- ¿Tú eres el oso de hace un momento? Yo no quería escapar. - le respondi

- Ya veo, ¿que es lo que te dijo ese mentiroso de John?- me decía.

- ¿John? Ah, ¿te refieres al lobo?

- ¡Shhh!, habla más despacio o te escucharán.- me decía.

- Lo siento.

- ¿Y bien? ¿Cuál es tu historia?

- ¿Que?

- Ya sabes... ¿cómo terminaste aquí?

- Un día llego a mi trabajo y me ofreció que trabajara con él.

- ¿Y simplemente aceptaste?

- No realmente, rechace su oferta, pero mi hermano enfermo y... no tuve más remedio que pedirle el trabajo.- le dije algo deprimido.

- Mmm, ¿y qué edad tiene tu hermano?

- Tiene 13 años, no lo recuerdo.

- Jeje, le salió bien el trato, tomo dos por uno.

- ¿A que te refieres?- le dije confundido.

- No esperas que deje escapar una presa fácil.

- El solo pagara los gastos médicos de Demian- le respondí.

- ¿Y esperas que lo deje ir así como así? Será un prisionero como tú y yo.

- ¿Prisionero?

- No puedo creer que seas tan ingenuo, Wolff los explotara, los destrozara para formarlos de nuevo, luego los venderá para pelear en las arenas.

- No... no puede ser.- le dije asustado.

- Pues así es como son las cosas, a propósito, ¿cuál es tu nombre?

- Mi nombre... Daniel.

- Pues... bienvenido al infierno Daniel, el infierno de John Wolff...

La noche paso lentamente, parecía que jamás terminaría, solo podía pensar en lo que me dijo el sujeto de hace rato, cerré los ojos y trate de dormir.

Cuando abrí los ojos me encontraba en una habitación algo familiar, se escuchaban risas y gritos de alegría, mire a mí alrededor y era mi habitación, me sentía confundido y feliz al mismo tiempo.

- Daniel, el desayuno está listo, ven y lávate las manos.- escuche una voz femenina fuera de la habitación.

Cuando la escuche pensé "esa voz es de... mamá", lo más rápido que pude Salí del cuarto y mire en el comedor, estaba Demian y mi padre, mi madre venia de la cocina con comida en sus manos

- Siéntate Daniel, o se enfriaran los panques.- me dijo mi madre.

En ese momento sentí una alegría inmensa, lloraba de alegría al verlos de nuevo.

- Mamá... papá...- dije en voz baja.

Sin más corrí y abrace a mi madre, lloraba en sus brazos mientras ella me acariciaba la cabeza.

- Tranquilo, ya estoy aquí.- me susurraba en el oído.

- Tranquilo Daniel, recuerda que siempre estaremos contigo.- me dijo mi padre el cual se levantaba y se acercaba a mí.

De pronto mire a mi padre, y me dijo.

- Siempre estaré a tu lado.

Solo pude ver como su cuerpo de desvanecía en el aire, como si fuera arena empujada por el soplo del viento.

Mire al comedor y Demian me decía.

- No importa qué, siempre estaré contigo.

El cual se desvanecía de la misma manera que mi padre.

Con miedo mire a mi madre que estaba abrazándome y le dije llorando.

- Por favor... no me dejes... te lo suplico...- le decía entre lágrimas.

Ella sonrió y dijo.

- Yo siempre estaré contigo.- dijo mientras con su mano me limpiaba las lágrimas y se desvanecía poco a poco.

De pronto me quede solo, abrazando a la nada, llorando caí arrodillado en el suelo, lamentándome.

- ¡Llévame a mí también!- grite al vacío.- ¡si te los llevas a ellos llévame a mí también!

Comencé a golpear el suelo de desesperación.

- ¡Por favor¡... ¡llévame¡...

Estaba tirado en el suelo, ahogándome en mi llanto, cuando sentí como si me clavaran un cuchillo en mi espalda, no podía moverme, era como si estuviera muerto, pero seguía respirando, con esfuerzo intente voltear y ver quien me había clavado ese cuchillo, cuando lo logre mire una sombra y unos dientes, parecía como si se riera, en ese momento desperté.

De golpe me desperté agitado, estaba en aquella habitación horrible, estaba empapado en sudor y lágrimas, el solo recordar lo que había soñado me hacía llorar más, estaba temblando y con miedo.

"...Demian, se fuerte... por favor..."