Capítulo 15-Soy Tory.-

95 10 5
                                    

Desperté por un rocío húmedo sobre mi rostro. Mis parpados pesaban y aun no sentía la punta de mis dedos, ni contaba con la fuerza para mover mis piernas. Todo daba vueltas y la habitación estaba oscura. Lo único que de brindaba algo de luz era un foco que colgaba del techo, de esos que solo tienen un cable que los conecta a la corriente eléctrica, pero no contaba con un panel que lo decorara. Había un olor horrible, como a maderos húmedos y encierro concentrado, mezclado con polvo o mugre. Era difícil respirar con tanta presión en el aire. Era como cuando recién terminas de correr porque tu profesor de Educación Física te había obligado en un día muy caluroso, la garganta y los labios se secaban con gran facilidad y respirar por la boca no llenaba los pulmones lo suficiente. Era una sensación de ahogo, de asfixia.

Sentí el rocío una vez mas sobre mi frente, lo que esta vez me hizo reaccionar un poco mas a la anterior. Pude diferenciar unas pocas figuras, unas siluetas. Estábamos en el ático de una casa. Habían muebles antiguos, ropa del siglo pasado, cajas con papeles y rollos de tela. Todo estaba cubierto por una fina capa de polvo y el suelo estaba astilloso. Podía sentir el roble mal lijado bajo mis pies descalzos, los cuales me era imposible mover sin provocar una presión en mis tobillos, ahí fue cuando comencé a esforzarme mas que el cansancio que me poseía tan parciamente. Un pataleo corto con ambas piernas no eran suficientes. Comencé a patalear mas fuerte conforme iba recobrando fuerza. Era imposible, tenía las piernas atadas a las patas delanteras de la silla en la que estaba sentada. Mis muñecas estaban agarradas con algún tipo de precinto plástico en mi espalda y lo único que me daba calor en esa tétrica habitación era una camisa amplia de los Artic Monkeys y mi ropa interior. Mis labios se sentían tensos y secos, pero cuando intenté lamerlos para hidratarlos note que también tenía una cinta sobre ellos. Desde chica imagine que sería fácil deshacerme de una cinta pegada sobre los labios, puesto que podría lamerme los labios o alrededores y con la saliva despegaría el adhesivo... pero me equivoque. Eso se puede hacer cuando una cinta no te rodea toda la cabeza como a mí.

Moverme, sacudirme y chillar desde la garganta no ayudaban de nada, por lo contrario solo trajeron por consecuencia que callera al suelo con silla y todo, donde ya no encontré manera de levantarme, me sacudiera como quisiera, y al seguir algo embobada por el efecto de la droga, solo complicaba las cosas. Sentí miedo. Como que todo estaba mal, como que ya nada podría empeorar. Sentí miedo de que no pudiera salir de allí, de que la gente no se preocupara por buscarme. Sentí miedo en morir. Pero el peor de los miedos era el de morir sin ser recordada... morir como un perro al que abandonaron en la calle. Me comencé a cuestionar cosas como "¿Quién me mando a venir a estar MESES en un país que no conozco, sola y siendo tan joven?". Para entonces, sonaba ridícula esa idea. Todo por un capricho.

Mis lágrimas caían sobre mi nariz hasta el suelo del room. Tenía frio y calosfríos.

-no te preocupes, no vas a morir, Tory. –alguien hablaba desde atrás mío. Este chico levanto la silla del suelo y de un sacudón la reincorporo a su posición normal. –nunca mataría a un ángel como tú. –me susurro al oído, a lo que yo pegue el hombro al mismo como reflejo involuntario por el miedo. Comencé a llorar con más fuerza, apretando mis parpados y dejando mi cabeza caer, pero esta persona me tomo del cabello y tiro hacia atrás, obligándome a ver para arriba, donde el foco que se meneaba solo se encontraba, encandeciéndome con el brillo. Entrecerré los ojos, y luego de que unas lágrimas mas liberaran mi vista, distinguí a Aaron quien tenía un rociador para ropa en la mano, con el que me había despertado. –buen día, bella durmiente. –aplasto mis mejillas con su mano libre y beso mis labios por encima de la cinta adhesiva, a lo que yo jale mi cabeza de su agarre y el me soltó. Camino junto a mi lentamente hasta estar frente mío. Yo junte mis cejas rectas y lo mire con desprecio mientras jadeaba por el susto. –qué pasa? No te gustan mis besos?- sonrió sínico y luego borro la curvatura de sus labios. –respon... ah, no te saque la cinta. –tomo el tabique de su nariz entre sus dedos en señal de fracaso. –te la voy a despegar, pero nada de gritar, porque es molesto, y nadie te escucha, y estoy diciéndote la verdad. –se agacho delante mío. –de acuerdo?- fijo su mirada a mis ojos. Yo asentí lentamente aun tiritando. –bien.- tomo un costado de la cinta y comenzó a jalar. –puede tirarte un poco del pelo, pero no te asustes. –intento tranquilizarme, como si eso fuera lo que más me preocupara. Al finalizar de quitarla lamí mis labios y tome una profunda bocanada de aire llenando mis pulmones. –bien, mejor? – lo observe con miedo y asentí sin parpadear. Hasta de eso estaba asustada. –quieres agua? –pregunto como si fuera una niña pequeña. Yo asentí desconfiada. –entiendo, la humedad seca la garganta. A ver... ten. –acerco un vaso a mí, y lo posicionó para que pudiera beber. –tranquila, tan de golpe te puede hacer mal... -no di importancia, y al acabar, sonrió. – ahora sí. Como estas, tory? Te extrañe. – nombro.

-Aaron, no soy tory. Soy _____.- susurre con cuidado. El suspiro pesado y se puso de pie.

-otra vez, te dije que odio las mentiras, Tory. –agravó su voz.

-que no soy tory, Aaron, por favor, sabes quién soy...

-SI, -interrumpió severo y aclaro su garganta. –eres mi novia, Tory. –comenzó a caminar de un lado a otro moviendo los dedos y apretando los puños.

-No soy To...- me callo de una cachetada que me dio vuelta la cara. Del dolor y miedo no quise volver a girar mi rostro y volví a llorar. No quise abrir los ojos para enfrentarme con mi realidad.

-No, no, no, perdón. –se disculpó inclinándose para girar mi rostro, pero yo forcé mi cuello para que no lo lograra. –perdón, enserio, no quise, pero sabes que odio las mentiras. –uso un poco mas de fuerza y tomo mi cara para inspeccionarme. –perdona, no quise hacerte mal, no llores, te perdono a ti también...- abrí mi ojos para verlo y tenía algunas lágrimas en rodando por las mejillas. –por mentirosa. –de la desesperación comencé a sollozar aún mas, al igual que él. –tranquila, se cómo hacerte sentir mejor. –me sonrió cálido mientras secaba sus lágrimas y camino por detrás mío, donde se arrodillo y beso mi hombro. –tranquila. Vamos a volver a ser uno. –mis ojos se abrieron de la sorpresa.

-No, por favor...- suplique.

-Tranquila, no te dolerá. Seré un caballero, como tú eres mi dama. –deslizo una mano por debajo de mi camisa sobre mi estómago y hasta uno de mis senos. Comencé a mover mis hombros mientras forzaba mis piernas para patalear.

–para... PARA.-solloce alzando la voz.

-tranquila, dolerá menos si no estás tan tiesa. –susurro contra mi espalda y deslizo por mi abdomen a una de mis piernas, la cual acaricio suavemente. –tu piel sigue tersa como siempre.

-basta...- llore. –por favor, basta... soy tory. –me rendí susurrando. El dejo de acariciar mi pierna. –soy tory. –repetí en voz mas alta. Un silencio nos acompañó por unos segundos, hasta que escuche que la puerta detrás mío se abría. Luego un chillido me advirtió que se volvió a cerrar y se escucharon unos pasos sobre la madera detrás mío.

-eso es conocido como el "síndrome de Estocolmo". –reconocí esa voz. – significa que la víctima asume su papel como tal y toma la personalidad a la que es sometida a reproducir, todo por el miedo a la muerte y querer sobrevivir un día mas.- Este ser camino hasta enfrente mío y revelo su rostro de entre las sombras.

-Alex. –sonreí con alivio. –ayúdame. El me miro y sonrió mostrando sus dientes.

-Claro.- respire con alivio. –lo que sea por ti, Tory. – mi sonrisa comenzó a transformarse en un gesto de confusión y luego de decepción, para terminar en uno de angustia como el de antes. Movió sus manos al cinto de su cinturón de cuero y lo desabrocho. –yo te ayudo. –volteé a su rostro. Y sentí que Aaron comenzó a deslizar su mano por mi entrepierna sobre mi ropa interior. Yo junte las rodillas y presione, pero era inútil. Alex comenzó a desabrochar su pantalón.- espero que te hayan gustado las violetas, sé que son tus favoritas. –pronuncio. Algo llamo mi atención, su mano tenía una cicatriz reciente. –cuando fui a tu casa por primera vez me corte con vidrio. Claro que nunca lo notaste... estabas mas ocupada siendo "amiga" de Austin. – bajo el cierre de su jean. Entendí que ya no quedaba más que hacer, y deje caer mi cabeza rendida. Que tonta había sido! Todo ese tiempo había pensado que Austin estaba jugando una broma cuando la "A" era de Alex y Aaron. Comencé a llorar otra vez mientras sentía como Aaron deslizaba su mano debajo de mi ropa interior. Ya no había nada que pudiera salvarme.

En eso volví a escuchar la puerta, pero esta vez fue un golpe y muchos pasos hasta mí.

Violetas para Nadie (Austin Mahone Fanfic) By UGirl Donde viven las historias. Descúbrelo ahora