Tercer Escalón

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Estuve acordándome de toda la familia del señor ascensor, había decidido dejar de funcionar hace un par de días y ahora por su culpa tenía que subir hasta un tercero a pie. Igual me quejo mucho, pero la flojera me puede, sería feliz si viviera en un bajo, en fin, es lo que toca.

Solté un fuerte suspiro agotado al subir el último escalón, abrí mi puerta y quité mi camiseta; la cual estaba empapada en sudor.

Oh, ¿oís eso?

Nada, absolutamente, nada.

Bendito silencio.

Mi cansancio y sudor pasaron a un segundo plano al descubrir que me encontraba solo. Seguramente mi padre echando horas extras y mi madre..., comprando quizás. En fin, me da igual mientras no estén. Debía aprovechar este preciado tiempo de silencio.

Cogí un refresco de la nevera y paseé por todo el piso, pensando en como sería poder vivir solo. Tendría toda la casa con una decoración moderna, pero con pocos muebles, pues odio limpiar. Compraría un perrito, de esos pequeñitos y achuchables. También tendría que saber cocinar, no iba a vivir a base de comida basura.

Detuve mis pasos y recordé a mi vecino de enfrente. Él vive solo, o eso creo, no he visto a nadie más entrar ahí. Y pensando en mis tonterías recordé que debía hacer algo que me propuse esta mañana.


— ¿Puedo preguntar qué haces limpiando la alfombrilla? —di un pequeño sobresalto, apenas visible, aunque no para mí.

¡Qué susto me dio, joder!

— Me siento mucho en ella, tenía que limpiarla —contesté girándome para mirar al dueño de las sabrosas galletas.

Tenía en su mano dos papelitos pequeños y me miraba como si quisiera decirme algo. Estaba bastante arreglado, supongo que iba de salida.

— Oye, JungKook —me llamó después de volver a darle la espalda. Sólo hice un pequeño sonidito como contestación—, ¿te apetece venir al cine?

¿Cine? ¿Yo?

— Lo siento, no voy al cine desde pequeño —le contesté mientras frotaba fuerte con un cepillo a la alfombrilla.

— Con más razón para querer venir, ¿no?

— Me aburren.

— Podemos ver la película que tú quieras —insistió una vez más y me levanté para mirarlo fijamente.

— ¿Seguro? —asintió.

— Pero, deberías cambiarte esa ropa.

— ¿Por qué?, yo la veo bien.

— Te la has manchado —me señaló en varias zonas.

Al final dejé mi tarea a medias y fui a cambiarme, a petición del señor quejica por ver unas cuantas gotas de agua, un poco exagerado diría yo. Pero bueno, que más da, tendría cine gratis, aunque no me emocionaba mucho la idea.



Llegamos al cine con unos 15 minutos de antelación. Estábamos comprando palomitas cuando vi un chocolate que se me antojó. Llevé mis manos a mis bolsillos, dándome cuenta de que no me traje la cartera.

Genial.

Intenté disimular, ya que me estaba mirando. Ya era demasiada confianza pedirle algo después de que me regalara una caja de galletas e invitarme al cine. Y todo gratis. Decidí aguantarme, intentado no sucumbir ante aquel papel dorado que envolvía el chocolate.

Joder, lo quiero.

Jimin pagó las palomitas y en el momento que la joven cajera iba a cobrarle, pidió un par de los chocolates que yo moría por comer. Me quedé sorprendido, no sé si es que me pilló echándole ojitos al chocolate o es que a él también le gustaban.

— Aquí tienes, tus palomitas, bebida y el chocolate —me pasó todo.

— Gr-gracias, mmm... —me quedé pillado, genial no recuerdo su nombre.

— ¿Señor? ¿Así es como me ibas a llamar? —rió haciendo destacar sus mofletes.

— ¿Eh?

Sacó un papel del bolsillo de su chaleco y me lo mostró. Era el mismo papel que había metido bajo su puerta. Menuda vergüenza.

Tierra trágame.

— Es que no recordaba tu nombre —contesté sincero.

— Jimin —volvió a guardar el papel, ¿por qué no lo tira?— Y no me digas señor, tan sólo tengo dos años más que tú.

— Ah —respondí algo atontado hasta darme cuenta que en ningún momento le había dicho mi edad—. Espera, ¿cómo sabes mi edad?

— Tú madre me habló mucho de ti.

— ¡¿Mi madre?!

— Sí, muy simpática por cierto. Ayer me la encontré en las escaleras y estuvimos hablando —fue contándome mientras caminábamos hasta nuestra sala.

Odio que mi madre hable de mí con todo el mundo, ¿qué le importará a la gente mi vida?

Nada.

Nos sentamos en nuestros asientos correspondientes. Cuando las luces se apagaron, la sala entró en absoluto silencio. La película que había elegido era una de terror y gore, ya que todas me aburrían al menos ésta tendría algo de emoción.

En mitad de la película tiré prácticamente la mitad de mis palomitas. ¿El culpable?, una mano sobre la mía. Miré a Jimin de reojo, quien no se perdía ningún detalle de la película, pero no porque le interesara sino porque estaba sufriendo.

¿Le daban miedo las películas de terror?

¿Por qué no lo dijo?

¿Quizás por qué te dijo que eligieras tú?

Cierto.

Estuve pensando por un largo rato si quitar mi mano o no, ya ni echaba cuenta a la película. Cuando decidí que lo mejor sería quitarla, la agarró con más fuerza, pero entonces se dio cuenta, tanto de nuestras manos como que estaba mirándole.

— Lo siento —me susurró y la apartó.

Quedé mirando la pantalla, pero como si no lo hiciera, seguía pensando en lo ocurrido segundos antes. Sin estar muy seguro de mí mismo cogí su mano y la agarré. Él me miró confuso, pero le aparté la mirada, volviendo a la pantalla.

Ni idea de por qué lo hice, supongo que ya que estaba pasándolo mal por mi culpa, que menos que darle un poco de agradecimiento.



Salimos comentando la mierda de película que habíamos visto, al menos los dos estuvimos de acuerdo en eso. Volvimos al bloque de pisos, quedándonos uno frente al otro como un par de idiotas.

— Bueno, yo me voy ya —dije, ya que él no decía nada—. Gracias por invitarme —saqué mis llaves y la metí en la cerradura.

— ¿Lo pasaste bien? —me dijo aún plantado en el mismo lugar, no se había movido ni un centímetro.

Giré mi rostro— Supongo que sí —y me regaló una sonrisa que me dejó algo desconcertado.

Entró a su piso, despidiéndose de mí y desapareciendo detrás de esa puerta que cada día veía. Miré a mis pies, viendo la alfombrilla que parecía que aún no se había secado del todo.

Mañana tengo que terminar de lavarte.

Sólo Vecinos [JiKook]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora