Cuarto Escalón

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Limpia e incluso suave había quedado mi alfombrilla, usé varios productos de limpieza; incluyendo suavizante. Un poco enfermizo, pero me aburría mucho y no tenía nada mejor que hacer, bueno, quizás estudiar, pero eso me aburría aún más. Creo que he llegado a cogerle cariño a la dichosa alfombrilla, al final mi madre tiene razón y debería visitar a un psicólogo.

Ignorando mi amor por ella, he de decir que estaba orgulloso de lo limpia que había quedado. Como dicen en el anuncio "el algodón no engaña" y efectivamente, le pasé un algodón y ni pizca de suciedad. Para que luego digan que no se aprende con la televisión.

Abrí la puerta de mi piso y la acomodé para que quedara perfectamente posicionada. La miré orgulloso, como un padre miraría a su hijo y cerré la puerta. No di ni dos pasos y alguien llamó al timbre. Cuando nuevamente abrí, me vi a uno de mis vecinos plantado ahí... en mi alfombrilla... en la que me tomó dos horas limpiar... y que estaba pisando ahora... con sus sucios zapatos...

— Hola, espero no molestar —dijo el chico; más bajo que yo.

— Mi... alfombrilla... —señalé con el dedo a sus pies y sin apartar la mirada de ahí.

Miró hacia abajo un par de veces, intentando pillar a qué me estaba refiriendo— ¿Qué pasa?

— ¡Mi alfombrilla! —elevé mi voz.

— Ah, sí, muy... bonita —este tío era idiota o se estaba quedando conmigo. Hice gestos con mis manos para que se apartara y la cogí, metiéndola dentro de casa—. Eres un poco raro, ¿no? —su cara de desagrado me irritó aún más.

— La acababa de limpiar —me excusé, pero era verdad estaba limpia y aunque sé que sirve para que las personas limpien sus pies en ella, no quería que se ensuciara tan rápido. Al menos que mis dos horas de esfuerzo valgan la pena.

— Ya —continuó con sus caras raras—. Bueno, venía a preguntar si te apetece venir a nuestra fiesta.

— No, gracias —se quedó callado, creo que no se esperó una respuesta tan rápida.

— ¿No te aburres de estar aquí metido siempre? —me encogí de hombros, sin darle importancia a su pregunta— Tengo..., tengo una Playstation 4 con muchos juegos —de repente cierta palabra llamó mi atención.

— ¿En serio? —me quedé pensando. Si iba podría jugar hasta hartarme, encima a la Playstation 4, nunca había jugado a esa.

Lo siento, Playstation 3 , pero hoy te pondré los cuernos, no me lo tengas en cuenta. Es demasiada la tentación.

Al final acepté su propuesto. YoonGi, así se llamaba el chico de piel pálida que varias veces he visto junto a sus compañeros de piso. Sé que incluso habiendo una Playstation, no quitaba el hecho de que fuera una fiesta, pero era tan sencillo como ignorar a todos y centrarme en el mando y pantalla de esos tres. Fácil.


Estaba emocionado, quería que llegara la noche ya. En eso, recibí una llamada de mi madre, avisando que se quedaría en casa de una amiga suya, ya que era el cumpleaños de la mujer.

Mucho mejor, así no tenía que pedir permiso. Y mi padre pasa de mí.

Hoy es mi día.

Ahora mi cuestión era, ¿habría comida?, ¿debería comer antes de ir?, bueno, es una fiesta debería de haber montones de comida. Sí, lo mejor era no comer, me aprovecharía también de comer allí y no algo recalentado de mi casa.

Tres horas más tarde mi padre se presentó por casa, con una peste a alcohol que emborracharía a cualquiera que se le acercase.

— ¿Y tú madre? —me preguntó cogiendo una cerveza de la nevera.

Sólo Vecinos [JiKook]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora