Pero si te van a poder rescatar

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El joven señor, padre del joven bebe, no quiso seguir viendo a su hijo bajo los efectos de esa droga que se le estaba dando, por lo cual a escondidas (y con la ayuda de la enfermera del niño) le quito el medicamento al bebé. Pero, tras cierto tiempo, le contaron a la mamá del niño. Grave error, que, afectando los nervios a flor de piel de la mujer, causaron que la salud del niño volviera a decaer, después de haber durado un mes sin medicamento y sin percances. El niño volvió a tener convulsiones, y los medicamentos fueron reestablecidos, por la "salud" del niño -aunque podría decirse que era por la salud mental de la madre.

Para ese entonces, nació la hermana, un poco prematura debido a la preclamcia, una rara enfermedad que afecta sólo al 7% de las mujeres embarazadas. Esta situación, además de generar cierto sentimiento en el que se mezclaban la alegría por el nacimiento de la niña y cierto nivel de temor debido a las condiciones y dificultades con las que el parto sucedió, generaron el ambiente ideal para que el padre, nuevamente con el apoyo de la enfermera, le quitara el medicamento al niño. Y todo iba bien. Los problemas entre los jóvenes padres parecieron solucionarse, y fue como un pequeño oasis en el desierto.

En ese oasis, a los padres se les ocurrió hacer un viaje a la playa con sus tres hijos -el hijo mayor había nacido del primer matrimonio de la mujer, que por razones desconocidas para los niños, acabo. Así, el padre reservó una habitación en un buen hotel cerca de la playa donde cupieran cómodamente los jóvenes esposos (salvado su matrimonio por un muy delgado hilo), los tres niños y la enfermera del bebe epiléptico -que además cayó de perlas por el estado de salud de la madre y de la casi que recién nacida. Al llegar al hotel, el niño mayor quedó sorprendido por todo lo que veía.

-¡El hotel tiene piscina y playa papi!- decía el niño, corriendo como loco por el vestíbulo, subiéndose a los sillones y luego corriendo apresurado para que no lo fueran a dejar perder entre ese bosque de piernas.

En la habitación, la vista era espectacular, y se escuchaba el romper constante de las olas contra la arena de la playa. A lo lejos se veían un par de gaviotas que buscaban algo de comer y un faro que alumbraba el camino de los grandes cruceros o de los barcos pesqueros. Los padres estaban cansados después de un día tan largo, por lo que le pidieron a la enfermera que fuera arreglando a los niños para dormir mientras ellos se daban una ducha juntos para "ahorrar" agua.

La enfermera, comprensiva, arreglo a los niños y los acostó a dormir, logrando muy sorpresivamente que los tres se durmieran casi al mismo tiempo. Tras esto, la enfermera también se arregló y se acostó a dormir, exhausta como estaba después de tantos gritos infantiles y voces ordenándole. Los padres, mientras tanto, hacían algo que no hacían hacia bastante tiempo, terminando cansados hasta los huesos.

Al día siguiente, la madre salió a encontrarse con unas amigas, dejando al padre y a la enfermera ocupados con los tres niños. Y ocurrió algo que nadie se esperaba: el mayor de los niños tuvo un accidente mientras saltaba a la piscina. Nefasta situación para un lugar y momento tan inadecuados, ya que de su mentón se rompió un buen pedazo de piel y carne. El padre, preocupado, decide hacer lo único obvio y llevar al niño al hospital. Allí, los doctores le cocen el mentón al niño después de haberlo logrado anestesiar con la ayuda de la voz del padre que le decía que se calmara que nada iba a pasar y que esos señores con la mitad de la cara cubierta solo querían ayudarle para que ya nada doliera. 6 puntos y una buena limpieza después, lo único que se notaba eran los puntos de sutura del niño.

La madre se salió de quicio y lanzó sus sibilinas palabras como forma de ataque, argumentando que el padre sólo se concentraba en si mismo. El delgado hilo se volvió aún más delgado, y los niños lo sintieron. Esa noche, los tres niños lloraban en sueños y no dejaron que nadie descansará bien. Al día siguiente se cumplía un mes sin medicamento para la epilepsia, un gran logro para el niño, su padre y todos los médicos que los apoyaban en tan arduo trabajo de recuperación. Pero, otra vez, lo inimaginable paso mientras la madre estaba en la piscina por un rato: el bebe del medio se cayó en mientras su enfermera lo bañaba, y se hizo una pequeña cortada en el labio superior que comenzó a sangrar muchísimo.

Preocupado, su padre le pego a la fuerza el labio para evitar tener que ir al hospital y que la madre se diera cuenta. Cuán grande fue si error, hoy día los dos padres se siguen preguntando lo mismo y lo único que pueden asegurar es que desde ese momento la relación dejo de tener alguna forma de salvación, y se volvió una tortura tanto para ellos como para los niños.

Historia de un filósofo empedernidoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora