Diferente

15 1 0
                                    

Cuando estaba en segundo, al cumplir los 7 años, mi papá regreso y entró a mi vida. Incoherente para muchos, puedo decir que odio ese momento, ya que mi "queridisimo" no hizo sino traer problemas. El primero de ellos fue el hecho de que en el colegio me quitaron mi cupo para tercero. Lo peor de esto fue que me entere el último día, de sopetón y sin rodeos por parte de mi abuela, que fue a recogerme, y con cara seria me dijo:

- Despidase de sus amigos y compañeros, que el próximo año sólo los vera muy de vez en cuando.

- ¿Por qué abuelita?- pregunte yo, sintiendo mis rodillas débiles y mis manos sudando frío del temor...

- El idiota de su padre la volvió a cagar- respondió ella, resaltando el idiota y volvió a cagar, demostrando, una vez más, el odio tan profundo que sentía hacia aquel que se había llevado a su hija al altar.

Me despedí de mis amigos con lágrimas en los ojos, dándoles abrazos y pidiéndoles que siguiéramos viéndonos y hablándonos. Fue la última vez que me vi con todos ellos, y aún hoy los extraño como nunca. Al día siguiente tenía exámenes de admisión, que sinceramente ni me esforcé en contestar, ya que nada me aseguraba que me fuera a quedar en ese colegio, o que fuera a tener amigos. Mi corazón murio un poco ese día, y aún no sana.

Tuve muchos exámenes antes de que me comenzará a esforzar de verdad, a poner un poco de ánimo y ganas a la cosa. Hasta que llegue al Fontana, no había intentado entrar a un colegio de verdad. Pero ese colegio si me llamó mucho la atención, no sólo por que fui ya cuando las clases habían comenzado y podía ver a sus estudiantes, sino que también me gustaron muchísimo las instalaciones del mismo. Para ese entonces había cogido el hábito de la lectura, ya que mi mamá y mi abuelo paterno leían bastante. Obviamente me demoraba casi dos meses leyendome un libro, por que leía diez minutos y me distraía, pero ver tantos libros en un solo lugar me emociono muchísimo.

Entre al colegio 1 mes tarde, en parte porque había realizado el examen después de tiempo, y en parte por problemas del corazón. Y de vuelta a los medicamentos, a las visitas a los hospitales, y a las conversaciones con los espíritus que allí residían. La razón por la que más odiaba entrar a un hospital eran todas las cosas negativas que se ven y escuchan. Como la ves en la que internaron a una mujer con un ojo morado, una costilla fracturada y el cráneo roto por una paliza que le dio su novio y la acostaron a mi lado. Esa fue la primera vez que vi a mi mamá llorar, pero me trague los sentimientos para que ella sintiera que era fuerte sólo para apoyarla. Otro pedacito de mi ya dañado corazón murió ese día.

Entre al colegio, y casi que al momento me convertí en el bicho raro del colegio: no hacía ejercicio porque no podía por mis problemas de corazón, entonces me la pasaba en la biblioteca del colegio. ¿Qué clase de niño hace eso, cierto? Tenía sólo un amigo, que se llamaba Alejandro. Pero el entró después de casi dos meses de mi llegada al colegio. Y el también sufría del corazón. Amistad instantánea. Buenos momentos consta tes, y risas de vez en cuando. Todo marchaba bien, pero a Alejo lo tuvieron que operar del corazón, por lo que estuvo incapacitado por casi medio año. Otra vez era el bicho raro que no hacía educación física de una manera "normal".

Y a pesar de que no hacía mucho ejercicio, mi corazón no reaccionaba. Mis visitas al hospital eran constantes, por los que ya me había hasta memorizado los pasos que aplicaban los médicos en el descontinuación" de mi ataque de arritmia. Siempre empezaban levantando mis pies lo más posible, para que la carne tuviera que recorrer más distancia, y el corazón tuviera que controlar sus latidos para no quedarse vacío. Si no funcionaba, me ponían hielo en la frente y en el estómago. Y si este no funcionaba, me inyectaban un medicamento que ellos denominaban bolos, que causaba que mi corazón se detuviera por 1 segundo y volviera a latir, pero ya de una forma normal.

Y, ahí entre las camas de los hospitales y los doctores, pase un buen tiempo en el que sólo seguí leyendo y aprendiendo de literatura. Ahí, en esas camillas blancas como el papel, surgió mi mayor pasión, pero también mis más grandes miedos. Y no puedo creer como fue que surgieron los dos (tampoco me lo quiero "tragar" entero, por que eso no me ayudaría a analizar lo que realmente paso).

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: Apr 17, 2016 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

Historia de un filósofo empedernidoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora