tres.

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              CUANDO las clases acabaron Anaïs se dispuso a volver a casa ella sola, pues debido a que las clases de su hermano habían terminado hacía ya dos horas, su padre había ido a buscarlo antes.

Dentro de lo malo, había tenido un buen día. Los profesores de las asignaturas que había tenido hoy eran simpáticos y por lo que había podido ver, explicaban relativamente bien; sus compañeros de clase había sido amables, haciendole todo tipo de preguntas para conocerla mejor y la comida, bueno, se podría decir que para ser comida del comedor estaba más o menos buena.

Eso sí, aunque hubiera sido su primer día y estuviera tan cansada como si hubiese corrido una maratón, sus profesores le habían mandado tarea igualmente.

Al salir, se despidió de algunas personas que le habían dado un pequeño tour por el colegio a petición del director y se dirigió a su coche. Dejó la mochila en el asiento del copiloto y encendió la radio, dejando a su cabeza reposar en el cabecero mientras respiraba profundamente hasta que pasados unos cuantos minutos metió la llave en el contacto y la giró, arrancando el coche y poniendo rumbo hacia su casa.

La canción Ex's and Oh's de Ella King estaba sonando en la radio y Anaïs se encontró a si misma tarareando la melodía.

Pasado una rato, cuando apenas le faltaban menos de diez minutos para llegar a casa, un pequeño ruido metálico se escuchó desde lo que creyó ser el motor.

"Mierda" masculló, pero aun así no paró el coche. Tenía la esperanza de que, tal vez, pudiera sobrevivir solo cinco minutitos más, simplemente hasta llegar a casa y allí podría arreglarlo.

Anaïs se dio cuenta de que la suerte parecía no estar de su parte cuando el coche se paró de golpe, el frenazo haciendo que su cuerpo se desplazara ligeramente hacia delante.

Suspiró y bajó del coche. Abrió el capó y escrutinó el daño, tratando de evaluar si era algo grave. Probablemente lo fuese. Su hermano le había dicho innumerables veces que debía llevar el coche al taller, a lo que ella le había contestado que estaba muy ocupada y que ya iría en otro momento.

El resultado de aquello había acabado siendo un motor lleno de cita americana.

Tuvo ganas de llorar hasta que se dio cuenta de que la radio aun seguía funcionando y no pudo evitar sonreír ante ello.

We Are Young  de Fun estaba sonando en aquel momento.

"Bueno, bueno" Anaïs giró rápidamente sobre si misma, su corazón saltándose un latido cuando oyó una voz tras ella "¿qué hace una chica como tú en un sitio como este?"

Aquella voz pertenecía a un chico que parecía ser de su edad. Su rostro tenía forma rectangular con la mandíbula bastante marcada, sus mejillas eran ovaladas y tenía un prominente hoyuelo en la barbilla. Sus ojos eran de un color azul grisáceo que, de no haber sido por el momento, a Anaïs le habrían parecido fascinantes. Tenía una nariz mediana que parecía encajar perfectamente con su cara y unos labios que aunque finos, eran carnosos y de un color rosáceo que parecía sacado película. Su pelo era de color castaño oscuro y Anaïs se sorprendió al ver que no llevaba el típico peinado de adolescente rapado por los lados, sino que simplemente tenía algo de flequillo hacia arriba, guardando las proporciones de su cara. 

"Deberías sacar una foto, dura más" sonrió y Anaïs decidió que eso era lo que más le gustaba de él. Su sonrisa, amplia y brillante, que parecía iluminar el lugar.

Permaneció unos segundos abriendo y cerrando la boca como si se tratara de un pez fuera del agua, tratando de encontrar algo que decir y la fascinación por aquel desconocido se disipó cuando recordó que estaba en el medio de prácticamente nada con alguien a quien no conocía y con ningún medio de transporte para escapar.

La chica que lo intentó | sebastian stanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora