8. Bienvenida a High School Angels.

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8. Bienvenida a High School Angels.

Di otra vuelta en la cama, sabiendo que estaba medio despierta, pero no con la suficiente energía aún como para salir de la cama y arreglarme. Además, debajo de las sábanas y del edredón se estaba calentito y fuera de ellos haría un frío terrible, aunque estuviéramos a marzo, en Fallen Angels llovía la mayor parte del tiempo.

Cuando pensaba que estaba volviendo a caer en la inconsciencia del sueño otra vez, el estridente sonido del timbre hizo que abriera los ojos de nuevo. Intenté dejarlo pasar, mi tío Josh y mi primo podían ir a abrir la puerta perfectamente, pero cuando el sonido se hizo pesado y repetitivo, no tuve más remedio que salir de mi refugio bajo las sábanas e ir a abrir la puerta. Por lo visto, mi tío ya se había ido a trabajar y mi primo debía estar aún durmiendo la mona.

Bajaba las escaleras sin ver muy bien dónde pisaba, mientras restregaba mis ojos tratando de quitar las legañas de aquella mañana.

No quise saber qué hora era con exactitud. Mas sabía que aún era demasiado pronto para mi organismo, teniendo en cuanta lo tarde que me había acostado la noche anterior.

Abrí la puerta sin más dilación y me sorprendió el rostro que encontré detrás de ella. Tuve suerte, al menos no era Louis, sino su hermana Megan.

-¡Buenos días, Teddy!-saludó dicharachera y entró sin esperar siquiera a que le incitara a hacerlo.

No fue hasta que llegamos al salón y se sentó en el sofá, quitándose la gafas de sol que cubrían aquellos ojos que compartían la misma intensidad y tonalidad de azul con su hermano, que reparé en su atuendo.

Megan iba abrigada con un abrigo largo y verde del que se podían ver debajo unos tejanos azules. Llevaba su melena castaña recogida en una coleta alta, que aunque le quedaba estupendamente, daba muestras de no haber sido elaborada con mucho esfuerzo y precisión.

-Buenos días a ti también.-Conseguí decir tras aclararme la garganta.

Me gustaba la personalidad de Megan, pero aún la conocía lo suficiente cómo para sentirme a gusto a su alrededor, es decir, no me sentía segura para actuar a mi libre albedrío.

-¿No tienes resaca?-pregunté después de ver en el reloj de cuco que solo eran las ocho de la mañana.

-En realidad, he llegado a mi casa a las seis, me he tirado a la cama sin más, ni siquiera me he molestado en desmaquillarme.-Paró un momento para callarme con un ademán de su mano, antes de que pudiera interrumpirla.-Sí, ya sé que es malo no desmaquillarse antes de irse a dormir, ¿vale? Dios, me recuerdas a mi madre.-Volvió a parar otra vez, pero en esta ocasión lo hizo para frotar sus sienes.-Este dolor me está matando, ¿me das una aspirina?

-Claro.

Salí del salón en busca de la aspirina, rebusqué en los armarios de la cocina hasta que di con el cajón en el que mi tío y Liam guardaban las medicinas. Volví al salón y le entregué el vaso junto con la pastilla a Megan.

-Durante dos horas he intentado dormir, pero me daba vueltas la habitación-explicó después de ingerir la pastilla y de beberse todo el vaso de golpe.-El caso es que vengo a desayunar.

No logré disimular mi cara de asombro ante su aclaración. Sabía que Megan era amiga de Liam desde la infancia, pero que viniera a las ocho de la mañana y me sacara de la cama para que le hiciera el desayuno, me parecía una desfachatez y un abuso de su parte.

-Quita esa cara mujer-susurró divertida.-¡Auch! No hagas que me ría que me duele la cabeza.

-¿Perdón?-dije no sabiendo si me estaba disculpando o preguntando.

Expediente 17. |Z.M & H.S|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora