Alexander-miel

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Los días habían pasado volando por fin había llegado el viernes, el maestro de ética nos había dejado salir temprano, solo habíamos que entregar el reporte. Tome mis cosas y fui a la biblioteca, no había nadie ni si quiera Isabel. Camine hasta el fondo y deje mi mochila en el piso y saque mi libreta, escribía poesía, una de mis pasiones que nadie conocía.

-Así que aquí es donde te escondes- está a un lado del estante frente a mí, me había asustado y deje caer mi libreta.

-Casi me sacas el corazón- trate de tranquilizarme

-Me lo vas a dar-

-¿Qué?- regrese la libreta a mi mochila, sin prestarle demasiada atención

-El corazón-

-No lo creo- cerré el zipper de mi mochila

-No era una pregunta es una afirmación, me vas a dar tu corazón y yo me encargare de cuidarlo y protegerlo- no dejo de mirarme fijamente y ahí va de nuevo Alexander-miel

-¡Claro, te voy a dar mi corazón, porque eres súper guapo y estoy secretamente enamorada de ti, dime acaso soy demasiado obvia!- no podía hablar en otro tono que no fuera el sarcástico. Él me estaba diciendo que le daría mi corazón con tanta seguridad, es demasiado pretencioso.

Era lo que había estado haciendo en el último par de días, cada que me decía algo dulce yo le contestaba con respuestas sarcásticas y lo peor era que las ignoraba.

-¿Es enserio?- dijo de repente

-¿Qué?-

-¿Qué estas enamorada de mí?, Mira que lo sabes disimular muy bien-

-No puede ser- estampe mi mano contra mi frente, no sé si se estaba haciendo loco o realmente no sabe distinguir el sarcasmo.

Me levante y sacudí mi ropa y puse mi mochila en mi hombro, lo ignore y me dirigí a la salida, había interrumpido mi momento de inspiración y mi privacidad, ahora tenía que encontrar otro lugar.

-No importa a donde vayas yo siempre te voy a encontrar-me susurro al oído

-Si lo que sea- me aleje de el con el corazón en la garganta. No me gustaba esto.

Yo también quiero mi cuento de hadasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora