Déjame entrar

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Hoy al fin era sábado día de descansar de la escuela y del trabajo, estaba en la cocina terminando de acomodar los trastes limpios, cuando tocaron a la puerta.

-Ya voy- grite puesto que parecía que tenían la intensión de tirarla, abrí la puerta

-¿Cómo me encontraste?, nadie sabe dónde vivo-

-Claro que nadie sabía, por qué no tienes amigos-

-Ese es mi problema. Si socializo o no, no debe ser de tú interés- en serio lograba sacarme de mis casillas

-Es que ese es el problema Lore- se comenzó a acercar a mí con paso decidido, pero sin llegar a tocarme

-¿Cuál?- el siempre aparecía, no lo quería cerca, ultimamente me hacía sentir extraña. Me abrazo, apretándome un poco fuerte. Recargo su cabeza en mi hombro la ladeo un poco y beso mi cuello, me recorrió un escalofrió por toda la espalda dejando mi piel erizada

-El problema es que me importas demasiado- sentí su aliento en mi oreja e involuntariamente cerré los ojos- No sé qué me hayas hecho Lorena, pero has hecho que pierda el control de mí mismo, he de confesar que me desconozco -abrí de nuevo los ojos, como podía ser posible, si lo único que hacía era mantenerlo alejado de mí; más de una vez le había hecho ver que éramos de diferentes mundos sociales, yo era una becada, una intrusa como me habían llamado mis demás compañeros.                      - Te conozco hace pocos días y me has hipnotizado- me miraba directamente a los ojos. Mi corazón comenzó a acelerar, supuse que estaba sonrojada porque sentía mi cara ardiendo. Mire a otro lado, no quería verle a los ojos; no podía permitirle que cruzara la barrera que tanto me costó poner en mi corazón. Había dejado de lado a todos los demás y estaba conmigo aunque me portara arrogante con él.

-Por qué no lo entiendes, no te quiero cerca- lo empuje levemente y él se había quitado

-Sabes que eso no es verdad, así como también sabes que sientes algo por mí-

-Yo...yo no...eso no es cierto, yo no siento nada por ti, son alucinaciones tuyas- me aleje un poco, pero no lo mire a los ojos, porque él tenía razón

-Te pongo nerviosa, te sonrojas y aunque no lo quieras aceptar secretamente disfrutas de mi compañía- se volvió a acercar a mí, su aliento chocaba en mis labios, nos mirábamos directo a los ojos

-Yo no puedo- cerré los ojos y me aleje de él.

-Dame una oportunidad déjame entrar a tu vida- me miraba a los ojos, me mataban, hacía que mi corazón se acelerara

-No lo sé- cerré la puerta y lo deje ahí, me recargue en la pared contigua-Realmente me confundes.

Me encantan las novelas románticas, a pesar de mostrarme como la chica ruda, tenía mis razones para serlo. Sin embargo Alexander parecía sacado de un libro el chico gigolo, guapo y deseado por todas, estaba según él interesado en mí de la noche a la mañana. De mí la rara de la escuela, la que no era popular y tenía pocos amigos. Vi demasiadas películas y leí muchos libros y esto era la vida real.Regresaban esos pensamientos algo estaba mal con el...algo tenia mal. Ya considere varis teorías: una apuesta era la que iba ganando, la otra que era un espía y tenía que protegerme, aunque pensándolo bien, mi vida no era tan relevante tenía padres normales con trabajos con normales. Entonces ganaba la de la apuesta, tal vez debería preguntarle, porque en mis libros la chica siempre termina enamorada y le rompen el corazón claro al final el chico se da cuenta de que es especial y que está enamorado de ella y viven felices para siempre, pero volvemos a lo mismo esos son solo libros y esto no lo era. Si él quería jugar yo no estaba dispuesta a participar. Aun tenia salvación, todavía no estaba enamorada de él y tenía que detenerlo antes de que el sentimiento creciera.


Yo también quiero mi cuento de hadasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora