The Raphael's

Capítulo 2

No supe a qué hora me levante. Solo se que una persona, Esa, persona me levanto.

Abrí mis ojos con pereza mientras observaba unos ojos azules profundos como los mios, el cabello castaño casi rubio que tenia además de esa sonrisa arrogante cuando había algo bien, en realidad observaba mi propia cara frente a mi, bueno la cara de mi bello hermano.

Evan, no era llamado Raphael, ya que era un falso elegido. Por eso nuestro...consejo, decidió dejarle el nombre de Evan.

-Quítate, maldito Niquim-le dije sacándolo de encima mio.

Niquim, era una de las bestias más tontas que había en nuestro lugar. Si lo llegas a encontrar, el corría. Así que Evan y yo. Nos insultamos de esa forma.

-Maldito Niquim-repitió imitando mi voz- Ese seras tu

-oh no. Yo soy demasiado bello para eso-dije con arrogancia

-yo soy más bello.

-no, yo.

-Si claro, nací primero. Yo soy más bello.

Y así comenzamos a discutir hasta que ya no resistimos más y comenzamos a reír con ganas despertando a nuestros hermanos en las habitaciones de al lado.

-¡EVAN!, ¡ETHAN! YA CALLENSE -grito a todo pulmón nuestra madre haciendo que nosotros solo riéramos más, digamos que mi madre no tenía una voz muy autoritaria, si no muy chillona.

Evan, y yo no éramos los típicos hermanos que solo discuten. No, nosotros éramos más que unidos. Teníamos bromas, mismos amigos, y aunque a veces peleábamos, nos arreglábamos muy rápido.

Junto con Belle y Shaila, eran las personas que más quería.

Cuando mi mama ya no soportó nuestras risas, ella lamentablemente tenía el poder del dolor, así que nos mando una rafaga de su gran poder. Pero bueno, yo tenia el de la sanación, así que solo hizo que nuestras risas aumentaran, por su fracaso.
Pasaron los minutos y en un abrir y cerrar de ojos ya estaban en mi habitación, Belle, Celeste, Jesse, Jonathan, William, James, Clarissa y Julie en mi habitación riendo.
Ahí estábamos, todos los hermanos riendo como locos sin ninguna razón.
Mi cama era muy muy amplia así que nos acostamos los 10 en la cama riendo.

-YA BASTA -gritó mi mamá entrando a la habitación según ella enojada. Así que utilice lo que me dijo mi profesora, utilice el poder para que se alegrará. En unos instantes una burbuja apareció frente a ella, y después de segundos la tenias encima de sus 10 hijos riendo como loca.

Si claro, para nosotros este era un día normal. Así somos los Raphael's.

Después de la "escena" de la mañana, todos se fueron a sus habitaciones, menos Evan.

-Ahora si, ¿que hacías en mi habitación?- le pregunté a mi hermano una vez todos afuera

-Bueno...supe que ya iban a cumplir dos años, Shaila y tu... en un par de días pero..

-aja...-le ayude a que completara la frase

- ...¡te he ayudado a hacer un hermoso pastel!-dijo con todo el entusiasmo del mundo

-es,¿ es enserio?-pregunté asombrado, a Evan nunca le había agradado tanto Shaila, pero que me hiciera un pastel era...wow.

-¡Es en serio!-dijo alegre y hizo aparecer un hermoso pastel color aqua, el preferido de Shaila

-dios, es es...gracias hermano- conteste mas en shock que otra cos.

-no hay de que gemelito, ahora si. Arréglate porque una bella chica te espera -dijo antes de salir de mi habitación dejando el pastel en la mesa y a mi con una gran sonrisa.

Ya habían pasado 20 minutos, Shaila no llegaba.

30 minutos, no aparecía.

1 hora, sin rastro de ella.

1 hora y 40 minutos, ya estaba empezando a desesperarme.

2 horas, si sigo contando las horas, me desesperare más.

3 horas, seguía sentado en la plaza donde nos veríamos.

Ya habían pasado 5 horas, la había esperado 5 horas ahí sentado y no aparecía, ella siempre era puntual, pero no me iría, tendría que aparecer, mi Shaila aparecería.

Siempre nos veíamos a la misma hora, todos los días. Nunca faltaba. Y si lo hacia llamaba, así que, ¿Dónde esta mi Shaila? Me preguntaba una y otra vez mientras jugaba con mis manos en un acto de nerviosismo. La esperaría todo el tiempo que fuera suficiente.

No me di cuenta de cuántas horas habían pasado ya, Solamente se que ya era de noche. Me di por vencido.

De camino a mi casa un sentimiento extraño había aparecido en mi estómago, estaba preocupado por ella, tendría que aparecer.

Al momento en el que llegue a mi casa, todos tenían cara seria, y eso nunca pasaba. Todos, hasta el más pequeño parecía no querer hablar.

-¿qué pasa?-pregunté apenas entrando más.

Silencio.

-¿qué sucede? Diganmelo.-exigí ya con muy poca paciencia

Más silencio.

-¿No me lo piensan decir? ¿Evan? ¿Belle? ¿Cely? ¿Jessy?- comencé a llamarlos a todos, pero nadie hablaba, solo me miraban, hasta que por fin mi padre se arriesgó a decirme

-Raph...-comenzó, y desde ahí supe que seria algo malo, nunca me llamaban Raphael o Raph, solo para malas noticias.

-dime ya qué sucedió-exigí nuevamente

-sha...Shaila, de-desapareció-dijo lenta y pausadamente, aunque con esas dos palabras, mi mundo, cayo.