¿Princesas de cristal?

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Estuve leyendo un rato esa página extraña que me encontré en la mañana. Decía algo de "princesas de cristal, consejos para pro ana y mía" por ahora no entiendo este título, pero voy a seguir leyendo... Mmm
... Dice que si quieres una forma rápida y efectiva para adelgazar y dejar de ser una cerda (justo lo que quiero) te invitamos a que te unas a la familia de princesas Ana y Mía. Nosotras somos chicas que buscamos la perfección, medidas perfectas, talla 0 y un cuerpo perfecto... Lo único que debes seguir para ser una princesa de cristal es serle fiel a tu amiga (sea Ana o Mía, la que eligas), debes saber que Ana significa anorexia y Mía bulimia...
¿Qué? ¿Anorexia? ¿Bulimia? ¿Están locas o qué? No entiendo, ¿quién podría dejar de comer o vomitar comida solo para adelgazar? Esperen... Tal vez sea mi única salida. La verdad no quiero que nadie vuelva a decirme apodos, que me hagan caras, me insulten, me molesten... Ya estoy cansada de todo esto... Creo que seguiré los tips de esta página. Y para no ahogar mis penas en la comida sacaré a mi vieja amiga, la cuchilla.

Fui a mi cómoda y saque mi caja con "recuerdos de mi infancia" que la verdad es un escondite, ahí tengo otra pequeña caja que me había regalado mi mamá para mi cumpleaños número 6, la caja tiene una muñeca de porcelana a la que le das cuerda y baila... Esta me trae muchos recuerdos y me hace sentir bien, ya que dentro de la caja tengo todo tipo de cuchillas (desde cuchillas de afeitar hasta cuchillas de sacapuntas) navajas, en fin, los accesorios que me comprenden, que me ayudan a sacar todo el dolor, frustración, tristeza y rabia que llevo dentro. Cuidadosamente saco una de mis navajas favoritas, pongo mi música a todo volumen, posteriormente recuerdo todo lo que pasa en mi entorno (el bullying, los problemas en la casa, mi puta obesidad) y hago cortes horizontales en mis antebrazos. Como mis ojos estaban llenos de lágimas, no pudieron aguantar más y cayeron dos grandes gotas por mis mejillas, estas acompañadas por muchas más después.

Y ahí estaba yo, tirada en el suelo, sangrando por mis heridas, con el suelo mojado por las lágrimas y sintiendo que ya no podía más.
En eso oigo, a pesar de que mi música estaba al máximo, un portazo.
- Eres una maldita, Delia. -dice mi padre, cayéndose de borracho.

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