(Al día siguiente)
Me desperté por unas enfermeras. Me sacaron rápidamente de la habitación de Steve y cerraron la puerta. Unos doctores entraron y le estaban poniendo varias cosas a Steve como un respirador y suero. Temía que algo malo le estuviera pasando. Me senté en la sala de espera por una hora y luego llegó el doctor.
—Joven Barnes. —Mis piernas estaban temblando, yo estaba muy nervioso ante su respuesta.
—¿Sí?
—Los medicamentos nos han llegado. Le pusimos suero ya que necesita algo que lo retroalimente para poder soportar el medicamento y respiración porque su amigo no estaba respirando con normalidad debido a la misma enfermedad. En fin, su amigo pudo sobrevivir la noche y el medicamento fue aplicado hace quince minutos. La mayoría no sobreviven la noche, pero un milagro ha rescatado a su amigo. —Nunca sentí un alivio tan grande en mi alma. Suspiré y sonreí, sintiendo mis ojos aguarse. Steve se quedará conmigo, así es. Estará bien y a salvo, nada me hará más feliz que eso.
—¡Gracias, doctor!
—Ya puede ir a ver a su amigo. —Fui corriendo a la habitación de Steve y lo encontré mirando hacia el techo. No me gustaba verlo conectado a máquinas, pero si eso hacía que él mejorara, no me importa demasiado en realidad.—
—¡Stevie!
—Hola. —Su pequeña sonrisa me hizo ver que se sentía mucho mejor. Me senté en la silla de nuevo y tomé su mano, para sonreírle.
—Cuando te mejores, prepárate para la guerra más épica de almohadas. —Le guiñé y él solo rió.
—De seguro perderás como siempre. Hay ventajas en ser pequeño.
—Te dije que sí sobrevivirías esta noche, Stevie...
—Bueno, yo... Puede ser. —Volví a ver a otro lado, pero Steve se quitó su respirador, tomó una de mis mejillas y a la otra, le dio un pequeño beso. Yo me sonrojé a más no poder— Gracias por todo, Bucky... —No sabía qué responderle, hasta que recordé su respirador.
—Oye, no... te lo quites. Aún debes usarlo. —Solté una risa nerviosa ya que no sabía qué hacer, pero luego llegó el doctor a salvarme el trasero, haciéndole un chequeo a Steve.
(Tres días después)
Steve mejoró mucho este tiempo hasta que hoy por fin le dieron de alta. Me lo llevé a casa, y él estaba súper bien, justo como antes. Él siempre me sonreía y yo lo tomaba del cuello. Estaba tan feliz de que Steve haya sobrevivido.
Pero bueno, lo prometido es deuda. Antes de ir a recoger a Steve del hospital, preparé todo para nuestra guerra de almohadas. Saqué todas las que teníamos, que de hecho eran bastantes por lo mismo. Saqué algunas mantas y sábanas también, junto con la pijama de Steve, dejándola a un lado de su montón de almohadas. Steve, cuando llegamos a casa, vio todo lo que yo había preparado.
—Bucky... —Me sonrió.
—Te dije que iba a ser épico. —Alcé una ceja y lo empujé adentro de la habitación.— Anda, anda, ponte tu pijama.
—Está bien, pero no vayas a ver. Vete.
—Ni que me interesara verte, joder. —La mentira más grande de la vida.
Es obvio que le dije que no vería pero soy un idiota. Pasé cerca de la habitación y fingí que estaba recogiendo algo, aprovechando que la puerta estaba abierta. En realidad, solo estaba viendo desde la sala a Steve. Estaba viendo su pequeño, perfecto y delgado cuerpo. Se volvía más tentador a cada segundo correr y abrazarlo, llenar de besos cada centímetro y decirle un simple te amo, pero a la vez, cosas algo más subidas de tono vinieron a mi mente. Con sólo pensar en como sería el perfecto cuerpo de Steve desnudo en mi cama, me ponía realmente mal, pero si sigo pensando en eso, tendré un grave problema. Luego, solo le pregunté si ya estaba listo.
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Why Me?
RandomSteve está enamorado de su patria, pero no sólo de ella, también de su mejor amigo James. Bucky también siente lo mismo hacia Steve, solo que la sociedad de su tiempo y las miles de críticas que les podrían dar, les impide declararle su amor hacia e...