VIII

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Tras abandonar la casa, el General Villarroel se despidió del Doctor, lo que le dejó vía libre para comenzar sus investigaciones antes de reunirse con Jack Harkness. El primer paso sería regresar a la TARDIS; después del tiempo que había estado preso, sentía la imperiosa necesidad de encontrarse en un lugar familiar para reflexionar tranquilamente sobre la situación y cómo enfrontarse a ella.

Barcelona era un laberinto de callejones, así que en previsión de perderse decidió dirigirse de nuevo a los calabozos, y desde allí, rehacer en sentido contrario el camino que habían seguido tras su detención. No tardó mucho más de media hora en alcanzar el lugar donde habían aterrizado, pero para su sorpresa, la TARDIS no estaba allí. Vio marcas en el suelo que indicaban que ésta había sido arrastrada y subida a un carro, pero las marcas que dejaron las ruedas desaparecían al llegar a una zona adoquinada.

A lo largo de su vida, el Doctor había dejado gente atrás o perdido compañeros en distintas circunstancias, pero por primera vez en mucho tiempo se sintió verdaderamente sólo.

Sin dejar de cavilar dónde y en manos de quién podía estar su nave, se dirigió al encuentro de Jack Harkness. Habían quedado en reunirse en la taberna Colomer, entre las calles Pla del Bornet y Joc de la Pilota, casualmente no muy lejos del palacio que había visitado con Villarroel. Cuando lo vio, ya vestía el uniforme de la Coronela: una casaca amarilla con el cuello y los puños rojos, medias también rojas y un tricornio negro que había dejado en la mesa. Estaba compartiendo una jarra de vino con Martí Zuviria, y al ver al Doctor lo saludó con un gran gesto de sus brazos, se levantó y se dirigió hacia él, luciendo su vestuario con grandes aspavientos.

– ¿Y bien, Doctor? ¿Qué te parece?

– Espero que nadie te confunda con un pavo real y te dispare; una segunda resurrección sería excesivo...

– Segundo Batallón, Cuarta compañía; gremio de los Assaonadors*. El traje ya está un poco gastado por el uso, pero no me sienta mal del todo... Anda, siéntate con nosotros, prueba el vino, y comentemos la situación.

Martí Zuviria le acercó un taburete para que se sentara mientras Jack Harkness le llenaba un vaso que el Doctor bebió casi sin pensar. El sabor era denso y rotundo, con un alto grado de alcohol; después de tragarlo pensó que quizás hubiera sido mejor idea no ser tan brusco.

– Cuidado, Doctor... – dijo Jack Harkness entre risas al ver la expresión de éste – Parece que se te van a saltar las lágrimas.

– ¿Qué vino es éste?

– Es de un pueblo de Tarragona... ¿Cómo se llamaba, Martí?

– Gratallops, si no recuerdo mal – contestó Martí Zuviria, ante la atónita mirada del Doctor frente a la familiaridad profesada por Jack Harkness.

– Eso, Gratallops... – reafirmó Jack Harkness – Al posadero ya sólo le quedan unas pocas barricas, por lo que lo reserva para clientes especiales – dijo señalando a Martí Zuviria y aprovechando para acercársele un poco más, sin que este mostrara molestia alguna –. Este vino proviene de una tierra áspera y difícil.

– Fuerte y con cuerpo; definitivamente no es un vino para todos los paladares... – sentenció el Doctor, mientras acercaba el vaso para que se lo llenaran de nuevo ante la sonrisa de sus acompañantes.

– Y bien, Doctor... ¿Ha averiguado algo? – preguntó Martí Zuviria.

– Para empezar, que la TARDIS ha desaparecido.

– Pero eso es... – dijo Jack Harkness con cara de sorpresa.

– Es un gran problema, Jack; sí, exactamente eso.

Puntos Fijos (Doctor Who)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora